Estados Unidos tuvo en 2021 la inflación más alta de los últimos 39 años
El índice de precios al consumir dejó una suba del 7% en diciembre respecto del mismo mes del año anterior, según datos oficiales; es el mayor incremento interanual desde 1982; los alimentos, el combustible y el alquiler impulsaron las subas en medio de la pandemia del coronavirus
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WASHINGTON.- La última vez que la inflación fue un problema en Estados Unidos, la Unión Soviética todavía era una potencia global, la Guerra Fría prolongaba el temor a una guerra nuclear, el Muro de Berlín dividía a Alemania y al mundo, China estaba encerrada en sí misma, y no existía Internet. Era el año 1982. Cuatro décadas después, la inflación vuelve a ser un flagelo para un país que –a diferencia de la Argentina– está acostumbrada a que los precios apenas se muevan.
Estados Unidos cerró 2021 con una inflación anual del 7 por ciento, la más alta desde 1982, un flagelo novedoso que tomó desprevenido al gobierno de Joe Biden, y ha comenzado a convertirse en una de las principales preocupaciones para los norteamericanos, que empiezan a sentir cómo el aumento en el costo de vida desdibuja los beneficios de la fuerte recuperación de la economía.
Ignota para una sociedad acostumbrada a la estabilidad, la inflación se disparó el año anterior en medio de la recuperación a la pandemia del coronavirus a medida que los norteamericanos volvieron a consumir y a viajar, recostados en la mejora de la actividad y el hercúleo estímulo fiscal que desplegó el gobierno federal, primero, durante la administración de Donald Trump, y luego la de Biden. A eso se sumó la enorme inyección de dinero que ejecutó la Reserva Federal (Fed, en la jerga financiera), que bajó su tasa de interés al 0%.
La Casa Blanca y la Fed han achacado el rebrote inflacionario a los cuellos de botella ocasionados por la explosión de consumo, que saturaron las cadenas de producción y distribución globales, además del fuerte aumento del precio del petróleo, que se vio reflejado en las estaciones de nafta, donde el galón de combustible –un termómetro muy sensible para los norteamericanos– llegó a superar los 5 dólares en algunas partes del país, y cerró el año con una suba del 50 por ciento.
El mensaje oficial pintó primero a la inflación como un problema pasajero, una suerte de costo inevitable a la reactivación de la economía tras el “Gran Encierro” forzado por el coronavirus. Pero en ese discurso comenzó a cambiar, y esta semana el presidente de la Fed, Jerome Powell, dejó la señal más nítida de que este año endurecerá la política monetaria para controlar los precios.
“Si vemos que la inflación persiste en niveles altos por más tiempo de lo esperado, si tenemos que subir más las tasas de interés con el tiempo, lo haremos”, dijo Powell esta semana en el Congreso, durante una audiencia en el Senado.
Mala noticia
El anticipado giro en la política monetaria de la Fed es una mala noticia para las economías emergentes, y, en particular, para la Argentina. No sólo elevará el costo del financiamiento externo –actualmente inaccesible debido al elevado riesgo país–, sino que además deprimirá el valor de las commoddities que exporta el país, ya que muchos inversores comenzarán a salir de los futuros de soja, maíz o trigo para canalizar sus fondos en otros activos financieros.
El alto costo de vida pesa sobre el índice de aprobación del presidente Biden justo cuando está por cumplir un año de mandato. Los principales aumentos se dieron en combustibles, automóviles, hoteles, muebles y algunos alimentos como tocino o pescados.
El aumento de los precios superó la mejora en los salarios que muchos estadounidenses experimentaron durante el año anterior, lo que dificulta que los hogares, especialmente las familias de bajos ingresos, puedan cubrir sus gastos básicos y llegar a fin de mes. Las encuestas muestran que la inflación ha comenzado a desplazar incluso al coronavirus como una preocupación pública, lo que deja en claro la amenaza política que representa para Biden y los demócratas, que este año ponen en juego sus escuálidas mayorías en ambas cámaras del Congreso en las elecciones legislativas.
Ante esa realidad, y luego de dos años de pandemia, la principal preocupación de la gente ha dejado de ser el coronavirus y ha pasado a ser la economía, según indican varios sondeos. Solo el 37% de los estadounidenses mencionan el virus como una de sus cinco principales prioridades para que el gobierno trabaje en 2022, en comparación con el 53% que dijo que era una prioridad principal hace un año, según una encuesta de la agencia de noticias AP.
Por el contrario, ahora el 68 % de las personas encuestadas mencionaron a la economía de alguna manera como una de las principales preocupaciones para este año. Un porcentaje similar dijo lo mismo el año pasado, pero las menciones de inflación son mucho más altas ahora: llegaron a un 14% este año, en comparación con menos del 1% el año anterior.
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