La historia del prófugo que el FBI buscó por años y se volvió instructor de yoga
Regresó a México, cambió su nombre y logró insertarse en la sociedad no solo para conseguir trabajo, sino también para formar un círculo de amistades que confiaban en él
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Una historia de crimen y fuga que parece sacada de una película de detectives tuvo un desenlace similar al que suelen interpretar los actores, cuando el victimario fue descubierto por el FBI y llevado ante la justicia para rendir cuentas por sus actos. León Ferrara es el nombre que el hoy acusado de un crimen, Jorge Rueda Landeros, eligió para iniciar una nueva vida en México pese a tener activa una ficha roja de Interpol.
La noticia fue poco difundida en Estados Unidos pero llamó la atención en Guadalajara, en el estado de Jalisco, por la manera en la que Landeros actuó para ocultarse de las autoridades. Su círculo de amigos quedó sorprendido al descubrir su identidad.
Hasta hace unas semanas, León gozaba de una buena reputación en la ciudad por sus conocimientos para impartir clases de yoga. De acuerdo con las declaraciones de quienes creían conocerlo bien, otorgadas a El País, el hombre de 52 años se presentaba como “un antiguo agente de Wall Street que había decidido dejarlo todo para emprender un camino de autoconocimiento”.
Pero esa no era la verdad; el instructor llevaba más de una década huyendo y construyendo otra vida que le facilitaba una cierta impunidad hasta que el FBI logró dar con él, gracias a una pista recibida este mismo mes.
El caso por el que el Buró Federal de Investigaciones lo buscaba inició el 25 de octubre de 2010, cuando la profesora Sue Ann Marcum, activa en la American University con la asignatura de contabilidad, fue hallada muerta en la puerta del sótano de su casa en Bethesda, Maryland.
Tras los exámenes forenses, las autoridades descubrieron que Sue Ann murió víctima de un trauma por fuerza contundente y asfixia, y descartaron el robo como móvil del asesinato porque todos los objetos de valor seguían en la casa, a excepción de un Jeep Cherokee que después fue robado por un joven, a quien nunca vincularon con el crimen.
Además, identificaron que el ADN encontrado bajo las uñas de la mujer y en una botella de vino usada como arma correspondía a Jorge Rueda, a quien ella había conocido precisamente tomando clases de yoga. El originario de Ciudad Juárez, Chihuahua, le enseñaba español a la mujer y se convirtió en su amigo, a tal punto que hallaron documentos de un fondo de inversión administrado por ambos, según El País.
Durante las indagatorias, el FBI también encontró una póliza de seguro de vida que ascendía a 500 mil dólares, cuyo beneficiario único era precisamente el prófugo estadounidense.
En entrevista para el mismo medio, Landeros aseguró que él no se encontraba en el lugar de los hechos en el momento del crimen y que las evidencias halladas responden a la relación estrecha que tenía con la víctima. “Fue hace un montón de tiempo, pero la última vez que la vi, no sé si fueron semanas antes de lo que sucedió”, declaró.
Una vez que la noticia comenzó a correr en México, el Departamento de Policía del condado de Montgomery informó en Facebook sobre el operativo de detención, en trabajo conjunto con las autoridades mexicanas y sin incidentes: “Rueda Landeros actualmente espera la extradición en la Ciudad de México”.
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