La “Gran Renuncia”: millones de personas dejaron sus trabajos durante la pandemia, pero ahora muchas se están arrepintiendo
Millones de personas renunciaron a sus puestos de trabajo en el último año, pero los reclutadores dicen que muchos trabajadores desearían no haber abandonado el barco
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NUEVA YORK.- Millones de personas cambiaron de trabajo durante la pandemia. Pero alguno de ellos están sintiendo remordimiento.
Michael Kaye, un director de relaciones públicas con sede en Nueva York, dice que al ver a sus contactos profesionales anunciar nuevos puestos o empresas “me picó el gusanito”. Se sentía bien en su trabajo en la empresa de citas OkCupid, pero el verano pasado empezó a buscar y pronto encontró un nuevo puesto con un aumento de sueldo en LinkedIn.
Kaye decidió quedarse al menos un año. Sin embargo, con el paso de los meses, echó de menos dirigir su propio departamento y el impacto directo que había tenido como miembro de un equipo mucho más pequeño en OkCupid.
“El césped no siempre es más verde en el otro lado”, dijo Kaye, de 30 años, que volvió a OkCupid a principios de este mes en un cargo más amplio después de ocho meses en LinkedIn.
La tasa de abandono mensual, una medida gubernamental de las renuncias de los trabajadores, alcanzó el 2,9% en febrero, aunque esas estadísticas no registran el tiempo que los trabajadores permanecen en un puesto o si han renunciado para aceptar otro trabajo. Los reclutadores que trabajan con trabajadores white-collar (con salarios altos) dicen que muchos de los que saltaron a nuevos puestos durante la oleada de cambios de trabajo del año pasado han descubierto que las funciones no encajan bien, o que las frustraciones de sus trabajos anteriores existen también en los nuevos.
Un gran número de trabajadores ha regresado a sus anteriores empleadores: Los llamados boomerangs representaron el 4,5% de todas las nuevas contrataciones entre las empresas en LinkedIn en 2021, según el sitio de redes profesionales, frente al 3,9% en 2019.
En parte, lo que impulsa el arrepentimiento, dicen los reclutadores, es que las expectativas de las personas con respecto a los posibles empleadores rara vez han sido tan altas: los candidatos están pidiendo flexibilidad en sus trabajos, los salarios más altos posibles y decisiones rápidas de las empresas. Sin duda, los trabajadores llevan mucho tiempo queriendo estas tres cosas, pero rara vez las piden durante un proceso de contratación.
“No se puede tener el sueldo más alto, el equipo psicológicamente seguro, el gerente estrella, la empresa que va a crecer al ritmo que querés que crezca; no podés conseguir todas esas cosas”, dijo Sean Page, un reclutador de una startup de tecnología financiera en Nueva York.
En un mercado ajustado, algunos reclutadores pueden estar distorsionando la naturaleza de los puestos de trabajo o prometiendo en exceso la autonomía de las contrataciones. Casi tres cuartas partes de los trabajadores que renunciaron para aceptar un nuevo empleo dijeron sentirse sorprendidos o arrepentidos, según una encuesta realizada a principios de este año a 2500 adultos estadounidenses por The Muse, una empresa de búsqueda de empleo y asesoramiento profesional. Casi la mitad de esos trabajadores dijeron que intentarían recuperar su antiguo empleo. Más del 40% dijo que daría a sus actuales empleadores de dos a seis meses más antes de cambiar de nuevo.
“Los empresarios ya no pueden contar con que todas las personas que contratan hoy se queden al menos dos años”, dijo la fundadora de The Muse, Kathryn Minshew.
Los trabajadores, cansados de tener su vida en suspenso por la pandemia, están ávidos de cualquier tipo de cambio. “Algunas personas dejaron sus trabajos porque era una medida que les hacía sentir más poderosos a corto plazo”, dijo Amy Cuddy, psicóloga social y profesora de Harvard.
Además, como observó Kaye, ver cómo decenas de contactos y amigos son cortejados por las empresas (y anuncian a bombos y platillos los nuevos puestos de trabajo) puede incitar a la búsqueda de empleo incluso a los que no están descontentos en el trabajo, dijo Laura Mazzullo, una reclutadora con sede en Nueva York en el campo de los recursos humanos.
“Hay casi una mentalidad de tienda de caramelos de ‘Oh, eso tiene buena pinta, quiero ir ahí’”, dijo.
Mazzullo anima a los candidatos que recluta a que escriban los atributos de su jefe favorito, lo que creen que les falta en su carrera, cuándo están más comprometidos en el trabajo y qué tipo de entorno empresarial les hace más felices. Si se presenta una oportunidad, dice, la gente necesita un conjunto claro de criterios para evaluarla. Por ejemplo, dice, si alguien entiende por qué prosperó mientras trabajaba en un bufete de abogados, es menos probable que se distraiga con una oferta de un lugar en el que no encajaría.
Faith Del Regno dirigió call centers durante más de dos décadas, permaneciendo en sus puestos de trabajo entre cuatro y diez años cada vez. En 2020, el número de personas que supervisaba en su centro de llamadas de Azusa, California, se triplicó hasta llegar a 30, pero su sueldo siguió siendo el mismo. Renunció el pasado mes de junio en busca de un puesto más manejable, y luego pasó por tres trabajos en 11 meses. Dice que, en uno de los casos, la función descrita en las entrevistas y el trabajo real eran un engaño.
Del Regno renunció a uno de estos trabajo inmediatamente luego de que la trataron de forma poco profesional delante de sus subordinados directos.
“Era incómodo”, dice. “Tampoco quería comprometerme más. Sabía que había otras empresas y otros puestos ahí fuera, y sólo tenía que seguir presionando para encontrarlo”.
Ahora, Del Rego trabaja como responsable de control de calidad en Bambee, una empresa de tecnología de recursos humanos, un puesto que, según ella, le permite utilizar su experiencia en la formación de empleados en un entorno de colaboración y, sobre todo, ha demostrado ser tal y como se describe en el proceso de entrevistas.
Como reclutador interno para puestos creativos, Zach Peters había visto de cerca las oportunidades y los peligros de los cambios rápidos de trabajo. Eso no significaba que fuera inmune a los mensajes que llenaban su bandeja de entrada de las empresas que esperaban atraerlo de su trabajo en GSD&M, una agencia de publicidad con sede en Austin, Texas.
En enero dio el salto a otra agencia, influido por un ascenso y la ampliación de sus responsabilidades. GSD&M trató de retenerlo, dijo, pero con el reloj en marcha de otra oferta no hubo tiempo para explorar a fondo lo que podría pasar si se quedaba. Su nueva función resultó ser más solitaria de lo que esperaba y le faltó el esperado tiempo de contacto con los ejecutivos. Volvió a GSD&M menos de tres meses después, donde los directivos le trazaron un nuevo plan detallado para su crecimiento profesional en la empresa.
“La dirección y la trayectoria profesional, el calendario y los próximos pasos fueron una parte importante de la discusión”, dijo Peters, que tiene 36 años. “Creo que la longevidad de mi tiempo aquí va a ser sustancial”.
Por Kathryn Dill
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