La gran pregunta tras el debate entre Trump y Harris: ¿quién está leyendo mejor la psiquis de los norteamericanos?
Hace dos décadas que las encuestas reflejan que para muchos norteamericanos su país va por mal camino, un largo periodo de insatisfacción que el magnate ha sabido canalizar exitosamente; la vicepresidenta argumenta que es el republicano quien quiere llevar al país por un camino descendente
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NUEVA YORK.- El Estados Unidos de Donald Trump es un lugar sombrío, un país invadido por inmigrantes depredadores que se quedan los con puestos de trabajo de los norteamericanos y se comen a sus perros y sus gatos, un país devastado económicamente, humillado internacionalmente, y al borde del precipicio de una apocalíptica Tercera Guerra Mundial.
El Estados Unidos de Kamala Harris es un lugar fatigado, pero con esperanza, una nación harta del caos de los años de Trump y hastiada de tanto drama y divisiones, un país avergonzado de su expresidente corrupto y quedado en el pasado que podría ir a la cárcel, un país que anhela una nueva generación de dirigentes.
Esas dos imágenes de Estados Unidos que pudimos ver desplegadas en el primer y posiblemente único debate presidencial entre Harris y Trump encapsulan la apuesta de uno y otro candidato en esta campaña electoral tan reñida. Trump apuesta a la bronca y Harris, al agotamiento. Trump está tratando de reempaquetar y volver a vender su latiguillo sobre “la carnicería de Estados Unidos” ocho años después, mientras que Harris apela a quienes han dejado o quieren dejar eso en el pasado.
La gran pregunta es cuál de los dos está leyendo mejor la psiquis de los norteamericanos a ochos semanas de que concurran a emitir su voto. Hace dos décadas que las encuestas reflejan que para la mayoría de los norteamericanos su país va por mal camino, un largo periodo de insatisfacción que Trump ha sabido canalizar exitosamente a lo largo de toda su carrera política. Pero Harris argumenta que es Trump quien quiere llevar al país por un camino descendente que no lleva a ninguna parte.
“Ella está destruyendo este país”, lanzó Trump en determinado momento del debate del martes, y recicló esa misma frase en distintos formatos 13 veces más: ella o los demócratas destruyen el país, destruyen la economía, destruyen al sector energético.
“Demos vuelta la página y avancemos”, dijo Harris por su parte. Y durante sus intervenciones en le debate dio vuelta páginas o habló de avanzar al menos cinco veces más. “Francamente, el pueblo norteamericano está agotado de escuchar siempre el mismo viejo discurso”, agregó.
Las elecciones son, por supuesto, una cuestión de contrastes, y el contraste entre los candidatos que compiten en esta elección es tan marcado como cualquier otro en la historia moderna, no sólo en líneas ideológicas, culturales, demográficas, generacionales o de temperamentos, sino también desde una visión de base.
Con Trump, siempre todo es en los extremos, y articula una visión maniquea de todo o nada donde Estados Unidos es virtualmente un paraíso cuando él está en el poder y se va al infierno cuando él no está. “Cuando Trump era presidente no teníamos problemas”, dijo, atribuyéndole esa afirmación a un autócrata europeo. Y ahora que ya no está en el cargo, agregó Trump, “el mundo entero está explotando” y “somos un país en decadencia”.
El discurso de Harris ofrece sutileza y matices en un entorno político que no siempre valora ni lo uno ni lo otro. Se jacta de avances, no de perfección, promete seriedad, no ombliguismo. “Lo que sí ofrezco es una nueva generación de liderazgo para nuestro país, un liderazgo que crea en lo que es posible y que aporte un sentido de optimismo sobre lo que podemos lograr, en vez de seguir denigrando siempre al pueblo norteamericano”.
La visión del expresidente está construida parcialmente sobre una base de ficciones. Mucho de lo que dijo a lo largo de una hora y media sobre el escenario en Filadelfia es falso, engañoso o aparentemente inventado de la nada, así que haría falta un equipo de verificadores de datos trabajando toda la noche para comprobar todo eso. La delincuencia está “por las nubes”, dijo, salvo que los datos oficiales registran que en realidad está cerca de su nivel más bajo en décadas. Harris y el presidente Joe Biden “liquidaron” la industria petrolera, pero resulta que la producción de petróleo de Estados Unidos hoy alcanza máximos históricos.
Lo más sorprendente fue la decisión de Trump de aferrarse a una extraña historia sobre inmigrantes haitianos que supuestamente secuestraban y devoraban mascotas en Springfield, Ohio, un rumor de Internet desmentido por las desconcertadas autoridades locales. “Se están comiendo a los perros”, afirmó. “La gente que llegó se está comiendo a los gatos. Se los comen… se comen a las mascotas de la gente que vive ahí”. Cuando David Muir, uno de los moderadores de ABC News, señaló que no había ninguna prueba de ello, Trump simplemente se encogió de hombros y dijo que lo había oído en la televisión, así que debía ser cierto.
Supuestos violadores mexicanos
No es una maniobra nueva, aunque parece más brusca que nunca. Trump hizo su debut en su primera campaña presidencial en junio de 2015 con una confusa declaración sobre supuestos violadores mexicanos que cruzaban la frontera en masa y un año y medio después asumió la presidencia con su famosa promesa de detener la “masacre de Estados Unidos”. El riesgo, como sostuvo Harris, es que casi una década después a los votantes pueda parecerles un relato obsoleto.
Harris eludió algunas preguntas, respondió a otras con vaguedades y a veces incluso ella misma tergiversó la verdad, aunque no tan descaradamente como su oponente, pero siempre mantuvo el foco puesto en Trump. Los estadounidenses, dijo, están cansados de “de tanto menosprecio y tanto insulto”, aunque también le devolvió algunos de los insultos favoritos del propio Trump: dijo que era “una vergüenza” y lo llamó “débil.”
Haciendo suya otra de las frases habituales de Trump, dijo que “los líderes mundiales se ríen de Trump” y agregó que los dictadores “son capaces de manipularte con halagos y favores” y que los enemigos como el presidente Vladimir Putin “te comen crudo.”
Tal vez los comentarios más ácidos de Harris fueron por la obsesión de Trump con el tamaño de la multitud que asiste a sus actos de campaña, y dijo que la actuación del expresidente en esos mitines se había vuelto tan aburrida que “la gente empieza a irse antes de tiempo por cansancio y aburrimiento.”
“Trump en realidad no tiene ningún plan para ustedes -dijo Harris mirando a cámara- porque está más interesado en defenderse a sí mismo que en cuidarlos a ustedes”.
Nada parecía molestar tanto a Trump como el comentario sobre sus adorados actos de campaña, y permitió que ese tema lo distrajera de una discusión sobre la inmigración ilegal, una de las principales vulnerabilidades políticas de Harris. “La gente no se va de mis actos”, insistió el expresidente. “Hemos hecho los actos de campaña más grandes y más increíbles en la historia de la política, y eso es porque la gente quiere que le devuelvan su país”.
Harris lo sacó de quicio repetidamente, lo irritó y lo puso a la defensiva. De hecho, los jueces lo han reprendido y los fiscales lo han acusado, pero nadie en años había criticado a Trump en la cara y en un escenario público como lo hizo ella. Sus oponentes en las primarias republicanas fueron indulgentes con él, y Biden fue espectacularmente ineficaz cuando tuvo que enfrentarlo en el debate del 27 de junio, antes de abandonar la carrera.
En cambio, la exfiscal Harris le apuntó una y otra vez con calma y confianza a los puntos sensibles de Trump, y presentó su alegato político contra un candidato que fue condenado por 34 delitos graves, acusado otras tres veces, declarado responsable de abuso sexual en un juicio civil y de fraude empresarial en otro, y que trató de anular una elección que perdió. Trump frunció el ceño durante gran parte de la velada: se negaba a sostenerle la mirada.
Traducción de Jaime Arrambide
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