A pesar de la restricción y el claro mandato nacional de que los habitantes no pueden ver el film, los establecimientos encontraron la forma de proyectarlo igual
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Oficialmente, Barbie no se está mostrando en Rusia. Pero, extraoficialmente... Estoy en un centro comercial de Moscú. Una gigantesca casa rosada ha sido erigida al lado del patio de comidas. Dentro: muebles rosas, palomitas de maíz rosas y figuras de cartón de tamaño real de Barbie y Ken con una sonrisa de oreja a oreja.
No es de extrañar que sonrían: la película de Barbie está atrayendo a multitudes al Multiplex de enfrente, pese a las sanciones de Occidente. Tras la invasión a gran escala de Rusia a Ucrania, una serie de estudios de Hollywood dejó de estrenar sus cintas en Rusia. Sin embargo, se han filtrado copias no autorizadas dobladas al ruso.
En el cine todo es un poco secreto. Cuando le pregunto a una persona qué película viene a ver, me nombra una oscura cinta rusa de 15 minutos y se ríe. Para evitar problemas con la licencia, algunos cines en Rusia estuvieron vendiendo tickets para ver cortometrajes rusos y presentan la película de Barbie como “un avance”.
Al Ministerio de Cultura de Rusia no le hace mucha gracia. El mes pasado, concluyó que la película “no estaba en línea con los objetivos y metas establecidos por nuestro presidente, para preservar y fortalecer los valores morales y espirituales tradicionales rusos”.
Eso sí, los espectadores con los que he hablado están encantados de que Barbie haya llegado a la pantalla grande. “La gente debería tener el derecho a elegir lo que quiere ver”, dice Karina. “Creo que está bien que los cines rusos puedan mostrarnos estas películas”. “Se trata de tener una mentalidad abierta hacia la cultura de otras personas”, comenta Ayona. “Incluso si no estás de acuerdo con los estándares de los otros, es genial que puedas verla”.
Ni la muñeca ni la película
Sin embargo, la parlamentaria Maria Butina cree que no hay nada genial en Barbie, la muñeca o la película. “Tengo problemas con Barbie como forma femenina”, me dice. “Algunas niñas -especialmente en la adolescencia- tratan de ser como Barbie, y eso agota sus cuerpos”.
Butina añade que la película no tiene licencia para mostrarse en los cines rusos. “No violes la ley. ¿Es esta una pregunta para nuestros cines? Absolutamente. He enviado varias solicitudes a los cines para preguntarles cómo es posible que estén mostrando la película”, dice.
“Hablás de la importancia de obedecer la ley”, le digo, “pero Rusia invadió Ucrania. Naciones Unidas dice que eso es una completa violación de las leyes internacionales”. “Rusia está salvando a Ucrania”, me dice, “y salvando el Donbás”. Esto se escucha con frecuencia en la voz de aquellos que están en el poder en Rusia. Pintan a Moscú como pacificador, no belicista. Argumentan que es Estados Unidos, la OTAN y Occidente quienes están usando a Ucrania para llevar adelante una guerra con Rusia. Es una realidad alternativa diseñada para unir a los rusos detrás de la bandera.
Contra occidente
En medio de una creciente confrontación con Europa y EE.UU., las autoridades rusas parecen decididas a poner a los rusos en contra de Occidente. Desde la mañana hasta la noche, la televisión estatal rusa le dice a los televidentes que los líderes occidentales están decididos a destruir Rusia.
El nuevo libro de texto de historia moderna para los estudiantes de secundaria rusos (obligatorio en las escuelas) dice que el objetivo de Occidente es “desintegrar Rusia y tomar el control de sus recursos naturales”.
El texto asevera que “en la década de 1990, en lugar de nuestros tradicionales valores culturales -como el bien, la Justicia, el colectivismo, la caridad y el sacrificio personal- se impuso en Rusia bajo la influencia de la propaganda occidental un sentido del individualismo, junto con la idea de que las personas no tienen ninguna responsabilidad con la sociedad”. El libro alienta a los estudiantes de 11º grado a “multiplicar la gloria y la fuerza de la patria”. En otras palabras, tu patria (y no la de Barbie) te necesita.
Sin embargo, en el cine de Moscú encontré a mucha gente todavía abierta a experimentar la cultura y las ideas occidentales.
Fuera de Moscú
¿Pero cuál es la situación fuera de la capital? Conduje hasta Shchekino, una ciudad a unos 225 Km de Moscú. Hay un concierto en un centro cultural local. En el escenario, cuatro soldados rusos vestidos de uniforme militar tocan guitarras eléctricas y cantan a viva voz sobre el patriotismo y la invencibilidad rusa.
Una de las canciones es sobre la guerra rusa en Ucrania. “Serviremos a la patria y aplastaremos al enemigo”, cantan. El público (la sala está casi llena) es una mezcla de jóvenes y viejos, incluidos niños en edad escolar, cadetes militares, y jubilados. Algunos ondean banderas rusas que les dieron al entrar.
Mientras un grupo de paracaidistas entona su repertorio patriótico, una película se proyecta en la pantalla que está detrás. Allí no están ni Barbie ni Ken. Hay imágenes de tanques rusos, soldados marchando y disparando y, en un momento, se ve al presidente Vladimir Putin en el Kremlin.
El mensaje patriótico surte efecto. La fiebre de Barbie no se ha apoderado de las calles de Shchekino. “Ahora mismo es importante hacer películas patrióticas rusas para levantar la moral”, me dice Andrei. “Y necesitamos eliminar los hábitos occidentales de nuestras vidas. ¿Cómo podemos hacer eso? A través del cine. El cine puede influenciar a las masas”. “En las películas occidentales se habla mucho de la orientación sexual. Aquí no apoyamos eso”, me dice Ekaterina. “El cine ruso habla de los valores familiares, el amor y la amistad”.
Pero Diana se resiste a dividir el cine en películas rusas y extranjeras. “El arte es para todos. No importa de dónde seas”, me dice. “Y no deberíamos restringirnos. Para ser más cultos, sociables y personas más interesantes, necesitás mirar películas y leer libros de otros países también”.
*Por Steve Rosenberg*
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