La doble vida de Rex Heuermann, el presunto asesino serial de Nueva York: arquitecto de la Quinta Avenida y homicida de mujeres
El hombre fue detenido el jueves en Manhattan, casi 15 años después de iniciada la investigación; sus vecinos lo describen como espeluznante y en el trabajo era conocido por su meticulosidad
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NUEVA YORK.- En su oficina cerca del Empire State Building, Rex Heuermann era un maestro de lo meticuloso: un veterano consultor de arquitectura y un autodenominado experto en navegar las complejidades del código de construcción de la ciudad de Nueva York. Impresionó a algunos clientes y volvió locos a otros con sus directivas.
En su casa en Massapequa Park en Long Island, mientras que algunos vecinos veían a Heuermann como una persona con traje más, otros lo consideraban una figura amenazante. Miraba a los vecinos con el ceño fruncido mientras blandía un hacha en el patio delantero de una casa ruinosa que los padres advirtieron a sus hijos que evitaran en Halloween. Lo echaron de un mercado Whole Foods por robar fruta.
“Cruzábamos la calle [por él]”, dijo Nicholas Ferchaw, de 24 años, vecino. “Era alguien a quien no querías acercarte”.
El viernes, los fiscales del condado de Suffolk dijeron que los residentes de Massapequa Park tenían un asesino en serie viviendo entre ellos. Acusaron a Heuermann, de 59 años, de dejar un rastro de cuerpos de mujeres jóvenes en la costa sur de Long Island en lo que se conoció como los asesinatos de Gilgo Beach. Sin embargo, fue tan cuidadoso en cubrir sus huellas, dijeron, que les tomó casi 15 años arrestarlo.
Los amigos y clientes de Heuermann en el negocio inmobiliario quedaron estupefactos.
Su vecino, el Ferchaw, dijo: “No me sorprendió en absoluto, porque era muy extraño”.
Heuermann, quien fue arrestado en el Midtown de Manhattan el jueves por la noche, fue acusado el viernes de tres cargos de asesinato en primer grado y se ordenó su detención sin derecho a fianza durante una breve aparición en un juzgado en el condado de Suffolk. Su abogado dijo afuera del juzgado que Heuermann negó haber cometido los asesinatos.
Si es declarado culpable de estos crímenes, Heuermann se uniría a las filas de los asesinos en serie que llevan una doble vida, la otra bastante mundana. John Wayne Gacy era un contratista de construcción en Illinois. Richard Cottingham, conocido como Torso Killer, era un operador de computadoras para una compañía de seguros de Nueva Jersey.
En una entrevista en video publicada en YouTube el año pasado y realizada en su oficina de aspecto completamente anodino en la Quinta Avenida, Heuermann, alto y corpulento, luciendo un corte de pelo estilo peluquín de la década de 1970 y una camisa de vestir azul con un bolígrafo asomando del bolsillo se presenta como un personaje reconocible: el rudimentario y astuto Noo Yawker, el hombre del tipo “conozco a una persona”.
“Cuando un trabajo que debería haber sido rutinario de repente deja de ser rutinario”, le dice al entrevistador, Antoine Amira, “recibo la llamada telefónica”.
Control y miedo
Según su currículum y el sitio web de su empresa, RH Consultants & Associates, los clientes de Heuermann incluían American Airlines, Catholic Charities y el propio Departamento de Protección Ambiental de la ciudad. Representó a clientes ante la Comisión de Preservación de Monumentos muchas veces y reclamó crédito por cientos de solicitudes exitosas ante agencias de la ciudad.
Steve Kramberg, administrador de propiedades en Brooklyn que trabajó con Heuermann durante unos 30 años, lo llamó “una joya con quien tratar, muy bien informado”. Heuermann era “un tipo grande y tonto, un poco nerd” que trabajaba muchas horas y estaba disponible día y noche, dijo Kramberg. Pero también se dedicó a su esposa, quien según Kramberg tenía problemas de salud, y a su anciana madre.
En Massapequa Park, un pueblo estrechamente cuadriculado de casas ordenadas con césped bien cuidado, Heuermann, hijo de un ingeniero aeroespacial, vivía en la casa en la que creció y arreglaba muebles en el antiguo taller de su padre. Un hombre que fue a la escuela secundaria con él dijo que fue víctima de bullying cuando era adolescente, pero que a veces se defendía. En 1990 se casó con una ejecutiva de una empresa de material de oficina. Tiene una hija que trabaja en su compañía.
Ferchaw relató varios enfrentamientos con su vecino, ninguno agradable. Hubo un momento en que saludó a Heuermann mientras cortaba leña y Heuermann respondió con una mirada en silencio hacia atrás entre tajadas de su mazo. Otras veces estaba sentado junto a su leña apilada en el porche mirando un televisor viejo.
Mike Schmidt, quien vive en el barrio hace diez años, tiene un amigo que vive detrás de Heuermann. A veces, Schmidt visitaba a su amigo, tomaba unas cervezas en el patio trasero, miraba la casa destartalada de Heuermann y decía: “Probablemente tenga cuerpos allí”.
El pasado Halloween, Schmidt y su amigo decidieron llevar a sus hijos a pedir dulces a la casa de Heuermann, solo para ver el interior. Se sorprendieron cuando el propio Heuermann abrió la puerta y le dio a cada niño una pequeña calabaza de plástico llena de dulces.
Cuando la esposa de Schmidt supo de dónde venían los dulces, hizo que los tirara.
En el trabajo, el enfoque meticuloso de Heuermann molestó a algunas personas. Kelly Parisi, expresidente de la junta cooperativa de un edificio en Brooklyn Heights que contrató a Heuermann para supervisar las renovaciones, dijo que era “contradictorio con todos” y tan “demasiado fastidioso” que la junta finalmente lo despidió.
Paul Teitelbaum, otro expresidente de la junta del edificio, lo describió como “una persona realmente fría y distante, algo espeluznante”. Agregó: “Había una arrogancia del tipo: ‘Soy el experto, tienes suerte de tenerme’”.
Pero las demandas arrogantes de un hombre eran el ojo para los detalles de otro. “Era muy bueno guiando las cosas”, dijo Kramberg.
Doble vida
De acuerdo con el cronograma publicado por los fiscales y el Departamento de Edificios y los registros judiciales, Heuermann mantuvo su apretada agenda de trabajo incluso cuando las víctimas desaparecían.
En 2009, dijeron los fiscales, después de matar a Melissa Barthelemy, una joven de 24 años que trabajaba como acompañante, Heuermann hizo una serie de llamadas burlonas a la familia de ella, durante la hora del almuerzo y después del horario de trabajo, desde lugares cercanos a su oficina.
En junio de 2010, unas dos semanas después de que Megan Waterman, una joven de 22 años de Maine, fuera vista con vida por última vez, Heuermann presentó una solicitud para instalar una nueva escalera de incendios en un edificio en Cobble Hill, Brooklyn. En agosto de ese año, presentó una solicitud para reparar la terracota y rejuntar los ladrillos en un edificio en el Upper West Side, nueve días antes de que Amber Lynn Costello, de 27 años, desapareciera cerca de su casa, cerca de la de Heuermann.
El 9 de marzo de 2022, mientras se estrechaba la investigación, Heuermann estaba escribiendo una carta típicamente detallada a un abogado sobre un proyecto en West 71st Street: “Sin embargo, según mi caminata, parece que la línea de drenaje está por encima de la losa del piso interior y si el drenaje de la zanja se coloca por debajo de este nivel, no podría drenar por gravedad”, escribió. “Recomendaría encarecidamente una investigación sobre el uso de impermeabilización del lado negativo en este sitio”.
Cinco días después de eso, los investigadores descubrieron que Heuermann había tenido el mismo modelo de camioneta que un testigo dijo que había conducido el asesino de Costello. Dos semanas después, dijeron los fiscales, Heuermann buscó en Google “asesino en serie de Long Island” y vio un artículo titulado “Nuevo grupo de trabajo tiene como objetivo resolver el caso del asesino en serie de Long Island”.
Fue a fines del verano pasado que Heuermann, sudoroso y vestido con una remera y shorts sucios, fue visto en el Whole Foods de Massapequa Park robando mandarinas de un bowl para niños.
“Tomó tres y se los guardó en el bolsillo, luego tomó más”, dijo Tara Alonzo, empleada de la tienda. Después de unas cuantas rondas más, ella lo llamó. “Dije, ‘Señor, esos son para los niños’”, recordó. Ella dijo que Heuermann le respondió a gritos y se enfureció tanto que su gerente lo acompañó a la salida. No volvió a ver su rostro hasta que apareció en la televisión el viernes.
“Mi compañero de trabajo dijo: ‘¡Ese es el tipo naranja!’”
Kramberg dijo que había hablado con Heuermann por teléfono el jueves por la noche. Era el mismo de siempre, contando chistes.
“Eso debe haber sido justo antes de que saliera de la oficina y lo arrestaran”, dijo Kramberg.
Por Andy Newman y Nate Schweber
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