La Cumbre de las Américas expuso grietas y la pérdida de influencia de EE.UU. en la región
La exclusión de Cuba, Nicaragua y Venezuela marcó el encuentro continental, y el gobierno de Biden no pudo revertir décadas de desencuentros con sus vecinos del sur; la falta de avances sustantivos, reflejo de las carencias del foro
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LOS ÁNGELES.- Estados Unidos reunió a la región en Los Ángeles para mostrarla unida, pero la magia de Hollywood nunca apareció. Un tema opacó la Cumbre de las Américas desde antes del principio y hasta el final: la exclusión de Cuba, Nicaragua y Venezuela, un dilema para el hemisferio que persistirá, y que se convirtió en un espejo donde se reflejaron las diferencias entre las naciones, y en el que también se vieron las carencias de una alta cita que, salvo los anfitriones, pocos tildaron de exitosa.
Sin política para la región y sin mucha preparación previa, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, apuntó a reciclar en Los Ángeles el espíritu de la primera cumbre, en Miami, en 1994, convocando una y otra vez a los líderes –los que fueron– a “trabajar juntos” para atacar los desafíos en el hemisferio: el estancamiento económico, la inflación, el cambio climático, la migración ilegal, la pandemia del coronavirus, y una anemia democrática. Es más de lo que hizo Donald Trump, quien ni siquiera fue a la Cumbre anterior, en Lima, en 2018. Pero las ausencias, las diferencias, y la falta de avances sustantivos más allá de las promesas plasmadas en los documentos de la Cumbre –para muchos, vagas, modestas o insuficientes– dejaron al descubierto la pérdida de influencia de Estados Unidos, y la grieta continental. Una diferencia parece perdurar entre lo que quiere la región, y lo que Washington está dispuesta a hacer.
Mark Feierstein, quien trabajó en la región para los gobiernos de Barack Obama y Joe Biden, dijo que un problema con la Cumbre es que la vara para esas citas siempre se pone muy alta, y además la manera en la cual muchos encuadran la relación de Estados Unidos con la región es equivocada.
“Mucha gente todavía piensa en qué puede hacer Estados Unidos para América Latina, en vez de qué puede hacer con el hemisferio”, sintetizó.
Feierstein consideró que la cita había sido “muy exitosa”, y destacó la declaración sobre migración o la propuesta de una nueva alianza económica que hizo Biden, con la promesa de dar más fondeo para las empresas privadas a través del BID Invest, aunque reconoció la falta de precisiones o cifras. Feierstein cree que la Casa Blanca fue pragmática y realista respecto de qué se podía lograr. Además, tiene límites domésticos. La chequera la controla el Congreso, donde Biden tiene una exigua mayoría que casi seguro perderá en las próximas elecciones. Varias fuentes en la Cumbre mencionaron a LA NACION que la presión del senador demócrata Bob Menéndez, uno de los “halcones” cubanos, fue uno de los motivos de las exclusiones.
Además de la declaración sobre migración y el pacto económico de Biden, la Cumbre dejó cinco documentos finales con compromisos de sustentabilidad y de transición a una economía verde, un proyecto para un programa de inclusión digital, un plan de acción en salud y otro sobre gobernabilidad democrática. Biden impulsó su visión para crear una economía que crezca “de abajo hacia arriba, y del medio hacia afuera”, que levante a la clase media. Sin embargo, el gran tema que sobrevoló toda la discusión nunca dejó de ser quiénes estaban y quiénes no. El canciller de México, Marcelo Ebrard, uno de los últimos que habló en el plenario, lo resumió con un dato: 20 países manifestaron en sus mensajes su disconformidad con la exclusión de Cuba, Nicaragua y Venezuela. Eran una mayoría, remarcó.
“Nadie tiene el derecho de excluir a otro país por la razón que fuese, y menos porque haya una diferencia política respecto a su régimen político”, afirmó Ebrard. “En la próxima cumbre vamos a seguir discutiendo lo mismo. Tenemos que resolver esto, porque si no van a dejar de venir muchos países”, advirtió, poniendo en duda la relevancia del foro.
Luis Almagro, el vapuleado secretario General de la Organización de Estados Americanos (OEA), usó su discurso para responder a las críticas.
“No me hubiera gustado que en esta Cumbre, en esta sala, estuvieran presentes Pinochet, Videla, Gregorio Álvarez. No me hubiera gustado para nada que estuvieran en esta sala”, dijo Almagro. “La dictadura no es un tema de ideología. Debemos ser enfáticos en que nuestra empatía está con las víctimas de las dictaduras”, afirmó.
La Casa Blanca intentó sin éxito dejar atrás la polémica, al punto tal que la primera pregunta que le hicieron al secretario de Estado, Antony Blinken, en la conferencia de cierre de la Cumbre fue por las ausencias, las preocupaciones por la unidad, y si podía haber un recálculo de la política de Washington.
“Es interesante, sé que a algunas personas les gusta enfocarse en las diferencias de opinión en quién está acá, pero todos estuvieron totalmente unidos en lo que hicimos acá”, respondió Blinken.
Jorge Ramos, de Univisión, le preguntó a Blinken en una entrevista por qué Estados Unidos trataba de una forma a Cuba, Nicaragua y Venezuela, y de otra a China o Arabia Saudita. Biden había prometido convertir a la monarquía saudí en un “paria” internacional, y ahora, apremiado por la disparada en el precio de la nafta, planea un viaje a Riad para descongelar el vínculo, y su gobierno se ha mostrado dispuesto dejar de lado el asesinato del periodista Jamal Khashoggi, del cual acusó al príncipe Mohammed ben Salman.
“Creo que en cada uno de estos casos, hay una multiplicidad de intereses en juego”, dijo Blinken. “Tenemos que unir todo de una manera que promueva los intereses de los Estados Unidos”, agregó.
Al final, la Cumbre mostró la grieta regional y estiró desentendimientos históricos que caracterizan los lazos en el hemisferio. Con todo, Feierstein rechazó la idea de que falte interés o atención de Washington, a contramano de una opinión bastante arraigada.
“Es la misma crítica que hemos estado escuchando durante décadas. Es muy errada”, sostuvo. La aparente indiferencia es positiva porque cuando el presidente pone la atención en un país, continuó, suele significar que hay una crisis. “¿Por qué el foco está en Ucrania? Porque Rusia la invadió”, graficó. “Es un malentendido sobre cómo funciona el gobierno de los Estados Unidos, y qué significa la atención. Están pasando muchas cosas, la gente simplemente no lo ve. Los periodistas no escriben sobre eso y la gente no habla. Igual está pasando, pero no aparece en las tapas”, cerró.
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