La conoció en una app de citas, le dio todas sus claves y ella lo estafó por 8000 euros: “Sentí presión emocional”
Un hombre gallego de 42 años entró en contacto con una chica de 25 en que propicia “ayudas” a cambio de relaciones; empezó a dar dinero motivado por una biografía ficticia
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Pablo fue preocupado a hablar con una amiga psicóloga el pasado abril. A sus 42 años, llevaba cinco meses chateando varias horas al día con una chica de 25 de una provincia gallega cercana. La había conocido en Seeking, una web centrada en sugar daddies y sugar babies, que son relaciones de pareja en las que el hombre, normalmente de mayor edad que la mujer, da regalos o “ayudas” a cambio. En total, le había dado 8100 euros, la mayoría mediante transferencias directas a su cuenta.
“Pablo, te están estafando”, le dijo la amiga psicóloga. En cinco meses de relación, se habían visto solo dos veces en lugares públicos. No se dieron ni siquiera un beso. Habían hablado un par de veces por teléfono y el resto de la relación fue toda por WhatsApp.
“Cuando Pablo me lo contó”, explica la psicóloga a El País, “vi que eran historias demasiado trágicas, el rol de víctima de ella era excesivo, le había pasado de todo: operación, madre enferma, problemas económicos, dos carreras”, añade. Tras hablar con su amiga psicóloga, Pablo quiso confirmar algo y buscó a un exnovio que la chica había mencionado. Había montones de detalles que no encajaban. Ni siquiera el nombre que ella le había dicho era real. Le enseñó una foto para confirmar que era la misma persona. Lo era. “Me ha estafado”, concluyó Pablo. Poco después fue a la policía a poner una denuncia por “presunta estafa”.
El País ha hablado con ambos protagonistas de esta historia, ha visto cientos, quizá miles, de mensajes de WhatsApp, proporcionados por los dos. Ambos han pedido ocultar sus nombres para no empeorar su situación. Pablo fue quien contactó con este periódico. Su objetivo era difundir su caso para evitar que otros hombres pudieran ser también víctimas por su ingenuidad: “No quiero que esta chica encuentre más víctimas”, dice. No es habitual poder observar desde fuera las tripas de una relación originada en una web de sugar daddies.
Más allá de quién pueda tener más razón, según un abogado consultado por Pablo con quien ha hablado El País, el caso podría ser una estafa: “Puede que al principio no hubiera ánimo de engañar o de conseguir nada, pero cuando luego ella vio el filón, se aprovechó de la circunstancia. Ahí sí hay una estafa clara, aunque luego vete a saber lo que puede decir un juez”, dice el abogado.
Como un viaje a Roma
La historia empezó a principios de diciembre de 2021. Ambos habían creado una cuenta en Seeking unos días antes. Pablo venía de sufrir una decepción amorosa y quería probar algo más ligero que una app tradicional de citas: “Para mí era como quien se va a hacer un viaje de fin de semana a Roma para quitarse un problema de la cabeza. Me apunté y me di cuenta desde las primeras conversaciones que no era el rollo de relación que a mí me gusta”, explica.
En Seeking la negociación sobre el dinero surge incluso antes de verse para un primer café. Ella estaba aburrida y decidió probar: “Conocía la web porque me salían noticias en internet y conozco gente que estuvo ahí, pero no voy a hablar de ellos, son sus movidas”, dice.
En el proceso de acceso a Seeking, además de definir si se prefiere a hombres o mujeres, se pregunta si se busca “belleza y encanto” o “éxito y riqueza”, además de la renta anual y patrimonio. Ya dentro, con una cuenta de pago, se pueden intercambiar mensajes con quien sea. Nadie pide dinero explícitamente, pero está claro por el contexto. Estos son dos ejemplos reales, textuales, activos a principios de julio: “Universitaria, rubia, grandes pechos, modelo de fotografía. Busco un SugarDaddy que me ayude a financiar mis estudios y proyectos personales, a cambio de amor” o “Estoy buscando un caballero, amable que contribuya en la financiación de mis proyectos y me apoye hasta el éxito profesional consecuencia de la creación de los mismos”. Originalmente se llamaba “seeking arrangement” (buscando acuerdos) y un titular generoso la describía este año como “la web de citas para quienes aspiran a descubrir algo mejor”.
A pesar de esa evidencia, Pablo creyó ver en la chica a una persona con quien conectaba y que necesitaba ayuda. Desde el principio, dice Pablo, tras unas primeras conversaciones sobre dinero, quedaron en “olvidar” que se habían conocido en Seeking. Solo había un problema: ella no lo olvidó y creó una historia donde casi todo era mentira. Ella lo justifica con que Seeking recomienda ocultar datos personales o que puedan llevar a identificar a alguien, como la universidad donde se estudia. La historia inicial de ella era algo así: quería ser fiscal, estudiaba Derecho y Psicología, tenía un coeficiente intelectual extraordinario, su madre estaba enferma, su padre había desaparecido y por las noches debía trabajar en un pub de su ciudad para sobrevivir.
También había estado en cuarentena, tenía problemas de encías y se le estropeó la lavadora. Incluso el trajín la llevó al hospital tras los exámenes del último verano. La mayor parte de estos detalles eran falsos. La chica no explica cuáles porque forman parte de su “vida privada”, y añade que además de ocultarse, hacía “lo típico cuando hablas por internet con alguien y te inventas cosas para quedar bien”.
La primera transferencia: deja de trabajar
Pero esta historia de pena ya hizo que Pablo sucumbiera. Tras una semana de chats con ella y tras haberle mandado dinero por primera vez, le escribió: “De verdad, es que voy a darte el dinero equivalente a tu sueldo para que dejes de trabajar”. Ella respondió: “No hace falta de verdad yo no quiero suponerte un cargo ya te dije tú me ayudas lo que quieras cuando quieras sin presión”. Era el 14 de diciembre, sin ninguna coma.
La pregunta inevitable es por qué Pablo dio dinero a alguien que apenas conocía de Internet, uno de los pecados originales e incomprensibles de los fraudes digitales. Según su amiga psicóloga, podía sufrir de “dependencia emocional”. Pablo tenía su propia explicación: “Me impactó mucho su historia. Sentí presión emocional al escucharla. Ahí es donde se jugó el tema. Le pedí su número de cuenta. Le insistía. Soy una persona que cuido mucho a las personas con las que estoy, parejas y amistades. Se lo dije, no es que ella tuviera que detectarlo. Le di todas las claves, mi situación emocional, mi historia de otras relaciones, cómo soy yo”, explica.
La chica tenía en cambio otra versión, más sencilla: “Imagina que estás en una web de esas, estás de coñ..., estás aburrida en un posoperatorio, te metes en Internet, empiezas a hablar con alguien y te empiezan a dar dinero de regalo. Yo no timé a nadie. Él buscaba en esa página quedar con chicas jóvenes y al final también desarrollé cariño hacia él. Pero había empezado sin contarle todo y no lo veía como una persona de futuro”, dice ella.
La chica también cree que las pretensiones sexuales de él juegan un papel en su generosidad: “Yo no digo que él no tuviese momentos de que le gustase hablar conmigo y como era yo, pero que tenía más intenciones y que por eso me daba dinero para ablandarme, eso seguro”. Ella ha compartido capturas donde hablan de fantasías y él le habla de relaciones pasadas donde había juegos vinculados al dinero.
Pablo insiste en que, a pesar de esos comentarios sexuales “propios de una pareja”, no hubo ninguna coacción ni petición: “Lo central era la relación de amor, de cariño, de cuidado, de apoyo, puro y sincero que yo sentía por ella y ella decía sentir por mí”. Era una relación aparentemente sentimental en la que solo una persona creía: “Mi amor se desarrolló por una persona que ella creó intencionadamente que era impresionante, y a la vez en sufrimiento y necesitado de ayuda, un personaje ficticio”, explica Pablo. En las capturas hay mensajes cariñosos de ella: “Eres una persona increíble y tengo mucha suerte de que estés en mi vida”, por ejemplo.
400 horas de WhatsApp
Las características de esta relación son imposibles sin la tecnología actual y los modos de relacionarnos. No solo Seeking permite poner en contacto rápido a dos personas con intereses económicos comunes. También WhatsApp fue el canal único de comunicación. Según los cálculos de Pablo, hablaron unas 400 horas. “Sin WhatsApp no hubiera existido nada”, dice la psicóloga. “Por varios motivos: es muy impersonal aunque sea una persona la que hay al otro lado, no te fijas en la comunicación no verbal, da tiempo a meditar las respuestas, se dicen cosas que a la cara no se dicen, se escribe con otro lenguaje, hay más malentendidos”.
Tantas horas de conversación dan para historias especialmente locas. Una de las que más es que ella había sido novia de xPeke, uno de los mejores jugadores españoles de eSports, que además lleva más de un año desaparecido públicamente. Ibai Llanos quiso contactarlo para su nuevo equipo y admitió que ni siquiera había respondido. Dio a Pablo hasta tres versiones de cómo se habían conocido. Ninguna era verdad, según admite ella ahora. También dijo haber tenido un novio campeón gallego de artes marciales mixtas.
En una conversación posterior a la denuncia, Pablo anotó al menos 23 cosas que no sabía si eran verdad, aunque sigue sin saberlo con certeza. Entre ellas, “la historia del niño con cáncer en el hospital no le pasó a ella, sino que la cogió de otra persona”, “no tiene una buena situación en casa, dependen del mínimo vital”, “no tiene anemia, algo con lo que jugó durante toda la relación”, “dice que cree que tiene rasgos de asperger y TOC, pero no están diagnosticados”. Ella acusa a Pablo de ser quien le “diagnosticó” su asperger.
Tras la denuncia, Pablo recibió una llamada de una familiar abogada de ella. Le gritó y Pablo colgó. Luego recibió cinco correos en un español raro que la chica insiste en que escribió ella misma. Los mensajes están llenos de faltas. “No me puedes exigir nada. Si me regalastes, por tu propia voluntad de adulto, sin mi petición distes dádivas sin compromiso alguno en su momento a tu libre albedrío, no lo puedes transformar ilícitamente ahora de forma irreal en una especie de crédito sin condiciones previamente pactadas (vulgarmente: Sta. Rita, Rita, Rita lo que se dá no se quita)”.
En esos correos hay capturas de mensajes donde Pablo hablaba de su patrimonio, de sus fantasías sexuales y situación fiscal. Pablo pide recuperar el dinero aunque sea como “un resarcimento moral”, aunque sepa que ella se declarará insolvente. También la amenazó con ir a los medios para revelar su actitud. Al final optó por contar su historia de forma anónima para evitar que más personas caigan en estos engaños propios de internet. “Pablo es una persona vulnerable, por mucho nivel cultural y de estudios que tenga”, dice la psicóloga, “y hay gente que es hábil comunicativamente, que cala a las personas en cinco minutos, pero Pablo no quiso verlo”.
El propio Pablo admite que si ella hubiera apretado, aún estaría enganchado: “Con un poco más de esfuerzo, me hubiera sacado el doble”, dice. Ella lo ve distinto: “No está muy bien de la olla, no va a conseguir nada de mí. Si quiere, que lo haga por vía judicial”, dice.
EL PAISTemas
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