Esta es la razón por la que las fuertes nevadas y lluvias podrían generar más terremotos: la advertencia de expertos del MIT
Una investigación de científicos de Japón y EE.UU. detectó que las condiciones climáticas estacionales influyen en la actividad sísmica y que el calentamiento global podría acentuar esta correlación
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Aunque el movimiento de las placas tectónicas es la principal causa del origen de los sismos en todo el mundo, un reciente estudio de científicos del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT, por sus siglas en inglés) descubrió que las fuertes nevadas y lluvias tienen una fuerte influencia en la generación de terremotos.
La investigación “Desenredando los factores ambientales y tectónicos del enjambre de terremotos de Noto en Japón”, de William Frank, Qing-Yu Wang, Yang Lu, Takashi Hirose y Kazushige Obara, publicada en la revista Science Advances, midió los cambios continuos de la velocidad sísmica debajo de la península de Noto, en Japón, durante más de una década, y los interrelacionó con otros factores, como la presión atmosférica, las fuertes lluvias y las nevadas.
“Los cambios en la velocidad sísmica están fuertemente influenciados por los cambios en la nieve y la lluvia locales, la presión del aire y los cambios en el nivel del mar”, concluyó el informe, que capturó estos múltiples datos a partir de observaciones de estaciones meteorológicas locales, así como las fluctuaciones del nivel del mar registradas en la estación regional de mareógrafos de Wajima. Se trata de la primera investigación que descubre cómo los efectos estacionales tienen impacto directo en el origen de la actividad sísmica, tanto de corto como de largo plazo.
“Vemos que las nevadas y otras cargas ambientales en la superficie impactan el estado de tensión subterráneo, mientras que el momento de las precipitaciones intensas está bien correlacionado con el inicio de este enjambre de terremotos”, afirmó el investigador William Frank, profesor asistente en el Departamento de Ciencias de la Tierra, Atmosféricas y Planetarias (EAPS) del MIT, según consignó la agencia Europa Press.
Aunque el estudio se centró en la península japonesa de Noto, los científicos sospechan que esta nueva conexión entre los terremotos y el clima puede no ser exclusiva de esa región, sino que podría aplicarse en otras partes del mundo.
El efecto del cambio climático en la aparición de más terremotos
En este sentido, los investigadores estadounidenses y japoneses a cargo del proyecto anticiparon que, como quedó en evidencia que el clima tiene un impacto en la generación de actividad sísmica, esta influencia podría ser aún más pronunciada en el futuro producto del calentamiento global.
“Si nos adentramos en un clima que está cambiando, con precipitaciones más extremas, y esperamos una redistribución del agua en la atmósfera, los océanos y los continentes, eso cambiará la forma en que se carga la corteza terrestre”, marcó Frank, quien agregó: “Eso seguramente tendrá un impacto y es un vínculo que podríamos explorar más a fondo”.
El sorprendente patrón en la relación entre el clima y los terremotos
Como puntapié inicial de la investigación, los científicos del MIT recopilaron los datos de la Agencia Meteorológica Japonesa sobre todos los terremotos ocurridos en los últimos 11 años en el país asiático. Allí encontraron que la aparición de estos sismos antes de 2020 parecía esporádico y no relacionado, mientras que a finales de esa década, los terremotos se volvieron más intensos y agrupados.
Luego, los investigadores fueron en busca de los datos de mediciones sísmicas tomadas por estaciones de monitoreo durante el mismo período. Al comparar la información de estos registros entre una estación de monitoreo y otra, pudieron determinar la “velocidad sísmica”, es decir, la velocidad a la que viaja una onda sísmica. Con este procedimiento, detectaron un patrón sorprendente. En 2020, cuando se cree que comenzó el enjambre de terremotos, los cambios en la velocidad sísmica parecían estar sincronizados con las estaciones del año.
La pregunta que surgió, entonces, fue si las condiciones climáticas estacionales influían en la generación de sismos. Acto seguido, analizaron cómo las precipitaciones estacionales afectaban la “presión del fluido de los poros” subterránea, que técnicamente es la cantidad de presión que los fluidos en las grietas y fisuras de la Tierra ejercen dentro del lecho de roca.
“Cuando llueve o nieva, eso añade peso, lo que aumenta la presión de los poros, lo que permite que las ondas sísmicas viajen más lentamente. Cuando se elimina todo ese peso, a través de la evaporación o la escorrentía, de repente, la presión de los poros disminuye y las ondas sísmicas son más rápidas”, explicó Frank.
Cuando compararon las observaciones de velocidad sísmica y los niveles de presión de poro del mismo período, los científicos del MIT vieron que encajaban perfectamente. Además, notaron que cuando se incluían datos de nevadas extremas, la coincidencia era aún más acentuada.
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