Joe Biden sepulta su promesa de castigar a Arabia Saudita: se reunió con el príncipe al que acusó de asesino
El saludo inicial entre el presidente norteamericano y Mohammed ben Salman, acusado por el asesinato de Jamal Khasshoggi, significó una claudicación de la Casa Blanca ante la familia real saudita
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CORRESPONSAL EN EE.UU.Rafael Mathus Ruiz
WASHINGTON.- Joe Biden se bajó de “La Bestia”, la limusina en la que se traslada el presidente de Estados Unidos, dio cuatro pasos en la alfombra roja a la entrada del palacio real Al-Salam, en Jeddah, y con un golpe de puño terminó de sepultar una de sus promesas de campaña: convertir a Arabia Saudita y a la familia real en un “paria” por sus violaciones de derechos humanos. Biden chocó su puño con nada menos que el príncipe Mohammed ben Salman, el líder de facto de la nación árabe, acusado por la comunidad de inteligencia norteamericana de haber ordenado el asesinato de Jamal Khasshoggi, disidente saudita y columnista del The Washington Post.
El saludo inicial entre Biden y el príncipe –rápidamente transmitido por la televisión árabe– significó, a la vez, una claudicación de la Casa Blanca y el gobierno de Biden ante la familia real saudita y un momento de validación internacional para Arabia Saudita y el príncipe heredero, conocido por sus siglas, “MBS”, ampliamente visto como el autor intelectual de la muerte de Khasshoggi, quien fue torturado, desmembrado y asesinado por operativos sauditas en el consulado de Arabia Saudita en Estambul.
La Organización de las Naciones Unidas responsabilizó a la monarquía saudita de llevar adelante una “ejecución extrajudicial premeditada”. MBS negó haber ordenado el asesinato. Hatice Cengiz, prometida de Khashoggi, dijo que el viaje de Biden era una “enorme traición”.
La visita de Biden a Jeddah marca el cierre y el capítulo más incómodo de su gira por Medio Oriente, enmarcada en un contexto global sumamente complejo por la guerra en Ucrania y la disparada de los precios del gas, del petróleo y de la nafta en Estados Unidos, un precio al que los norteamericanos son sumamente sensibles y que le ha significado a Biden una fracción de su popularidad. Además de ser el principal proveedor de petróleo del mundo, Arabia Saudita es un jugador clave en la estabilidad de Medio Oriente.
Biden viajó a Jeddah para participar de la cumbre del GCC+3, el encuentro de los países que integran el Consejo de Cooperación del Golfo –Bahrein, Kuwait, Omán, Qatar, Arabia Saudita, los Emiratos Árabes Unidos– y Egipto, Irak y Jordania. Desde que se confirmó el viaje oficialmente, la Casa Blanca dio a conocer los detalles de la agenda de Biden a cuentagotas.
Al principio, Biden dijo que viajaba a la cumbre, y no tenía pensado reunirse con Mohammed ben Salman. Luego, la Casa Blanca dijo que tendría una bilateral con el rey Salman en la cual estaría MBS. Al final, Biden tuvo dos reuniones, una con el rey, y otra aparte con el príncipe heredero. Ambos se sentaron frente a frente, cara a cara en una mesa gigante junto a sus más estrechos colaboradores, tal como el presidente de Estados Unidos hace con cualquier jefe de Estado.
Al inicio de su encuentro con MBS, un periodista de la cadena NBC Peter Alexander gritó una pregunta al príncipe: “Jamal Khashoggi, ¿se disculpará con la familia?”. El heredero al trono sonrió y un oficial saudita tomó fuertemente del brazo a Alexander, según el periodista relató en Twitter.
Luego de finalizar las reuniones, Biden brindó un pequeño discurso en el que mencionó varios avances en la relación con Arabia Saudita incluido el incremento en el abastecimiento de petróleo –uno de los objetivos centrales del viaje para la Casa Blanca–, la inversión en tecnología 5G, la apertura del espacio aéreo árabe a vuelos comerciales de Israel y la extensión de una tregua en Yemen, un paso que en Washington consideran importante para la estabilidad regional. Biden dijo además que había planteado el asesinato de Khasshoggi al hablar de derechos humanos.
“Respecto de Khasshoggi, lo planteé en el inicio de la reunión dejando claro lo que pensé de eso en ese momento y lo que pienso de eso ahora. He sido sencillo y directo. Dejé mi punto de vista muy claro”, afirmó el mandatario. “Siempre defenderé nuestros valores”, insistió.
Uno de los periodistas le preguntó a Biden si se arrepentía de haber prometido durante la campaña que convertiría a Arababia Saudita y a la familia real en un “paria” internacional. Desafiante, Biden respondió: “No me arrepiento de todo lo que dije. Lo que pasó con Khasshoggi fue indignante”. Biden dijo que Mohammed Ben Salman negó responsabilidad directa en el asesinato, y que él le respondió que si lo creía responsable. El mandatario había anticipado en Israel que pondría los abusos de Arabia Saudita en la agenda, un planteo que quedó eclipsado por su imagen saludando al príncipe heredero y su reunión bilateral posterior cara a cara, un reconocimiento implícito del papel que juega Riad en la geopolítica global.
“Mis puntos de vista sobre Khashoggi han sido absoluta y positivamente claros. Y nunca me he callado al hablar de derechos humanos”, había dicho Biden en Israel, antes de viajar a Jeddah. “Sin embargo, la pregunta acerca de por qué voy a ir a Arabia Saudita es mucho más amplia. Es para promover los intereses de Estados Unidos de una manera que creo que tenemos la oportunidad de reafirmar lo que creo que cometimos un error en alejarnos, nuestra influencia en el Medio Oriente”, completó el mandatario.
El editor y director general del periódico The Washington Post calificó como “lamentable” que Biden chocara el puño con el príncipe heredero saudita. Fred Ryan señaló en un comunicado que el saludo informal con el líder árabe “fue peor que un apretón de manos”.
“El choque de puños entre el presidente Biden y Mohammed ben Salman fue peor que un apretón de manos: fue vergonzoso. Proyectó un nivel de intimidad y comodidad que le entrega a MBS la redención injustificable que ha estado buscando desesperadamente”, dijo Ryan,
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