Joe Biden baja su candidatura, respalda a Kamala Harris y Estados Unidos arranca una nueva campaña
“Creo que lo mejor para mi partido y el país es que me retire”, dijo Biden en una carta que publicó en X; minutos después, brindó su respaldo a su vicepresidenta para que encabece la fórmula presidencial de los demócratas
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WASHINGTON.- En una decisión histórica que sacudió a Estados Unidos y al mundo, el presidente, Joe Biden, anunció a través de una carta su decisión de bajar su candidatura presidencial, poner fin a la última campaña de su carrera y desistir de ir en busca de la reelección luego de semanas de agobiante presión en el Partido Demócrata para que dé un paso al costado ante las incontenibles preocupaciones por su vejez, y el temor a una derrota abrumadora ante Donald Trump.
Biden comunicó su decisión a través de una carta que publicó en la red social X desde su cuenta personal, sin dar sus motivos. Unos minutos después, y por la misma vía, respaldó a la vicepresidenta, Kamala Harris, para que sea la elegida para encabezar la fórmula presidencial de los demócratas en su lugar. Harris confirmó después que irá en busca de la nominación presidencial.
“Ha sido el mayor honor de mi vida ser su presidente. Y si bien mi intención ha sido buscar la reelección, creo que lo mejor para mi partido y el país es que me retire y me concentre únicamente en el cumplimiento de mis deberes como presidente durante el resto de mi mandato”, escribió Biden.
— Joe Biden (@JoeBiden) July 21, 2024
La decisión de Biden, inédita en la historia moderna de Estados Unidos, da un vuelco insospechado hasta hace unas pocas semanas a una campaña presidencial que ya tenía aditivos inéditos, arrojando un manto de incertidumbre sobre la elección más importante en el mundo este año.
Con el respaldo explícito de Biden, la vicepresidenta, Kamala Harris, se encamina a alzarse con la nominación presidencial del Partido Demócrata en la próxima Convención Nacional en Chicago, a mediados del mes próximo. Harris deberá elegir a su compañero de fórmula.
“Mi primera decisión como candidata del partido en 2020 fue elegir a Kamala Harris como mi vicepresidenta. Y ha sido la mejor decisión que he tomado”, dijo Biden en otro posteo en su cuenta personal en la red X. “Hoy, quiero ofrecer todo mi apoyo y respaldo para que Kamala sea la candidata de nuestro partido este año. Demócratas: es hora de unirse y vencer a Trump. Hagámoslo”, cerró.
My fellow Democrats, I have decided not to accept the nomination and to focus all my energies on my duties as President for the remainder of my term. My very first decision as the party nominee in 2020 was to pick Kamala Harris as my Vice President. And it’s been the best… pic.twitter.com/x8DnvuImJV
— Joe Biden (@JoeBiden) July 21, 2024
Harris confirmó luego en un comunicado que buscará la nominación presidencial del Partido Demócrata y hará “todo en su poder” para unir al oficialismo y derrotar a Trump en los comicios de noviembre.
“Con este acto desinteresado y patriótico, el presidente Biden está haciendo lo que ha hecho durante toda su vida de servicio: poner al pueblo estadounidense y a nuestro país por encima de todo”, dijo en un comunicado difundido por la campaña del presidente, que ahora quedará en sus manos. “Me siento honrado de contar con el respaldo del Presidente y mi intención es ganar esta nominación”, afirmó.
Finiquitado el inédito operativo para eyectar a Biden de la pelea, los demócratas comenzaron a cubrirlo de elogios, mientras los republicanos comenzaron una nueva campaña: varios pidieron que renuncie también a la presidencia.
Bill y Hillary Clinton destacaron su “extraordinaria carrera”, y le dieron su respaldo a Harris para la nominación presidencial; la presidente emérita de la Cámara de Representantes Nancy Pelosi dijo que era un “patriota” que puso primero a su país; el líder de los demócratas en el Senado, Chuck Schumer, dijo que además de ser un gran presidente era un “ser humano excepcional”. Y su antiguo jefe y amigo Barack Obama lo llamó “uno de los presidentes más importantes” y “un patriota del más alto nivel”.
Notablemente, Obama no brindó su respaldo formal a Harris, quien, de ser electa, será la primera mujer afroamericana hija de inmigrantes que llega a la presidencia de Estados Unidos.
“Navegaremos por aguas desconocidas en los próximos días. Pero tengo una confianza extraordinaria en que los líderes de nuestro partido podrán crear un proceso del que surja un candidato destacado”, dijo Obama en su comunicado. “Creo que la visión de Joe Biden de un Estados Unidos generoso, próspero y unido que brinde oportunidades para todos quedará plenamente expuesta en la Convención Demócrata de agosto”, apuntó.
El resto de las figuras demócratas sí comenzó a cerrar filas detrás de la vicepresidenta, que se prepara para tomar las riendas de la campaña y debe tomar en los próximos días la decisión más importante de su nuevo rol: quién será su compañero de fórmula. La misma decisión que antes Obama tomó con Biden, y Biden con ella. La lista de principales candidatos incluye al secretario de Transporte, Pete Buttigieg; al gobernador de Pensilvania, Josh Shapiro, de California, Gavin Newsom, o el de Carolina del Norte, Roy Cooper; y al senador de Arizona Mark Kelly. Harris y Buttigieg ya se mostraron juntos en un evento de recaudación de fondos esa semana en Massachussetts que fue un éxito, cuando Biden aún era candidato. Una imagen de la nueva campaña, y del nuevo sendero político incierto que Estados Unidos comienza a recorrer hacia una de las elecciones más importantes de la historia.
Semanas de presiones
La decisión de Biden, de 81 años, el presidente más viejo en la historia del país, puso punto final a 24 días de presiones, peleas, discusiones internas y especulaciones en el Partido Demócrata luego del fatídico debate con Trump, que generó un daño irreparable a su candidatura. Biden llegó a ese duelo con una única misión: despejar las dudas sobre su salud, su vitalidad, su agudeza mental y su capacidad para liderar al país otros cuatros años, pese a su vejez. Debilitado, con su voz quebrada, por momentos perdido, boquiabierto, El presidente sufrió varios traspiés y mostró enormes dificultades para enarbolar argumentos sólidos y coherentes, defender su gestión y responder a los ataques de Trump. Biden se fue del debate con una tarea insospechada: salvar su campaña. Nunca logró encontrarle la vuelta.
Durante semanas, Biden y su campaña ningunearon las presiones, insistieron en que el debate no había cambiado la dinámica de la campaña, y en que Biden sería el candidato de los demócratas –había ganado la primaria sin rivales y con 14 millones de votos– y tenía un camino para volver a vencer a Trump. Biden decidió levantar el perfil para cambiar su imagen.
En su primera entrevista tras el debate, con la cadena ABC, Biden mostró su obstinación al afirmar que solo tuvo “una mala noche”, y que sólo consideraría dejar la campaña si “el Todopoderoso” bajara a la Tierra y se lo pidiera. Con el correr de los días, Biden y su campaña se hundieron cada vez más. Todas las respuestas diseñadas por su equipo –entrevistas uno a uno que generaron más prensa negativa, una conferencia de prensa al cierre de la cumbre de la OTAN en la que se mostró sólido, pero llamó “vicepresidente Trump” a Kamala Harris– fueron inútiles para desterrar las dudas y resguardar su candidatura, o para cambiar una narrativa ya destructiva y muy instalada en la prensa. Algunas encuestas comenzaron a mostrar un daño aparentemente irreparable –la campaña de Biden habló de un “descenso” en el apoyo–, y la posibilidad cierta de una victoria por paliza de Trump y los republicanos en noviembre.
Al final de esta semana, viejos aliados en las filas demócratas como Nancy Pelosi –para muchos, la verdadera arquitecta de la operación para correr a Biden–, Schumer y Obama desplegaron una campaña de presión agobiante en los medios al filtrar sobre sus discusiones y esfuerzos para convencer a Biden de que diera un paso al costado, y la pérdida de confianza dentro del partido en que Biden podía llegar a entregar una nueva victoria ante Trump en noviembre. Muchos demócratas temían una derrota por paliza que les costara también el Congreso, dándole a Trump un virtual cheque en blanco para que hiciera y deshiciera a su antojo desde la Casa Blanca. A ellos se sumaron los grandes donantes.
El viernes último, mientras Biden se recuperaba de una nueva infección de Covid-19 en su casa en Rehobooth, Delaware, su campaña insistía que seguía en carrera, no se bajaba, e incluso difundía su agenda de eventos para esta semana. Pero su anunció parecía al caer. Cada vez más aislado, Biden continuaba sufriendo una hemorragia de respaldo en el Capitolio: más congresistas y senadores pedían públicamente que Biden “pase la antorcha”. Finalmente, Biden tomó la decisión.
En su carta, Biden ponderó el “gran progreso” durante su presidencia, enumerando la recuperación de la economía, la baja en el costo de los medicamentos, la lucha contra el cambio climático y el nombramiento de Ketanji Brown Jackson, la primera jueza afroamericana en la Corte Suprema de Justicia. Biden también destacó que, bajo su liderazgo, Estados Unidos fortaleció su democracia y revitalizó y fortaleció sus alianzas globales. No hizo mención alguna de la inflación, el gran Talón de Aquiles de su presidencia.
“Estados Unidos nunca ha estado mejor posicionado para liderar que ahora”, dijo.
El último presidente que había desistido de ir en busca de su reelección fue Lyndon B. Johnson, en 1968, el año en el que Robert Kennedy fue asesinado, y que terminó con la victoria de Richard Nixon. Pero nunca un presidente decidió dar un paso al costado en medio de la campaña presidencial, una novedad que fuerza a Estados Unidos –y al resto del mundo– a recalcular de cara a los comicios del 5 de noviembre.
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