Inflación, divisiones y descontento: los 10 desafíos que deja el primer año de Joe Biden
Con una baja aprobación y pérdida de aliados, arrastra una lista de promesas incumplidas; en noviembre afrontará una elección de medio término clave
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WASHINGTON.- Solo un presidente norteamericano en los tiempos modernos llegó a su primer aniversario en la Casa Blanca con peor aprobación que Joe Biden: su antecesor, Donald Trump. Los problemas irresueltos de Estados Unidos, la pandemia del coronavirus, que sigue pese a la vacuna, y una lista de promesas incumplidas arraigaron la frustración del país en el gobierno de Biden, que carga con una pesada mochila de desafíos al iniciar el segundo año de su presidencia.
Biden, quien tiene una aprobación del 43% según FiveThirtyEight, apenas arriba del 39% con el que contaba Trump al cierre de su primer año, perdió aliados en todos los flancos. Los republicanos, aún bajo el dominio de Trump y el trumpismo, le niegan todo y quieren verlo derrotado.
Los demócratas progresistas creen que no ha hecho suficiente y que ha sido tibio para enfrentar batallas ineludibles. Y los moderados piensan que fue demasiado lejos. Sus logros han quedado eclipsados por sus errores, su falta de eficacia y por expectativas que, con el correr de los meses, parecen poco realistas ante los límites que le impone la realidad del país. Debilitado, Biden tiene por delante un futuro político más difícil y más frentes que un año atrás. Estos son los 10 principales desafíos del mandatario norteamericano en este año.
1. La pandemia
Desde el inicio de su presidencia, Biden dejó en claro que su prioridad principal era derrotar al coronavirus. Al celebrar el Día de la Independencia por primera vez como presidente, Biden le dijo al país en julio pasado que estaban “más cerca que nunca de declarar nuestra independencia” del virus. Pero, medio año después, la pelea continúa.
El coronavirus ya se cobró más de 850.000 muertes en Estados Unidos, 250.000 más desde ese discurso de Biden. El buen comienzo de la campaña de vacunación que desplegó su administración rápidamente puso al país al frente de la inmunización global. Sin embargo, el avance se estancó meses después, y alrededor de un tercio del país aún se resiste a vacunarse. La Casa Blanca no ha podido quebrar ese núcleo duro.
Un mandato federal para forzar a los empleados de grandes empresas a vacunarse fue rechazado por la Corte Suprema norteamericana, de mayoría conservadora.
Esa movida de Biden, respaldada por la izquierda, enfureció a la derecha, que la consideró una afrenta a la libertad individual y una injerencia del gobierno estadounidense en la vida privada de las personas.
“Estoy muy decepcionado. Por el filo de una navaja, el país se ha ido a la izquierda. Y hemos visto que estamos empujando hacia la extrema izquierda. Hay globalistas, hay comunistas, hay socialistas, nunca pensé que este país fuera alguna de esas cosas, me preocupa”, dice Raymond Kempisty, jubilado, que divide su vida entre los estados de Pensilvania y Florida y que votó por Trump en las elecciones presidenciales de 2020, ganadas por Biden.
2. La inflación
La economía de Estados Unidos ya recuperó el terreno perdido por el azote del coronavirus. Wall Street marca récords. El desempleo bajó al 3,9% y mucha gente renuncia a su trabajo porque consigue otro mejor o cambia su vida. Ningún presidente creó tantos trabajos como Biden en su primer año, un dato engañoso –la caída previa había sido profunda– que la Casa Blanca promociona cada vez que puede. Pero la bonanza quedó eclipsada por un fenómeno que tomó desprevenido al país: la inflación. En 2021, el costo de vida trepó un 7%, la suba más alta desde 1982.
“Yo hago Uber, y el combustible ha subido bastante. La inflación está fea, cuando uno va al supermercado está bien alto todo”, se queja el dominicano Julián González, de 36 años, que también votó por Trump, mientras carga nafta en una estación de servicio. “Es la pandemia, y toda la ayuda que el gobierno mandó. En Estados Unidos nada es gratis. Biden está con ese forcejeo que tiene con la pandemia, y sus ratings están bajando”, sigue.
3. Las promesas pendientes
El mandatario demócrata fijó cuatro objetivos para su gobierno: terminar la pandemia, encarrilar la economía, atacar el cambio climático y doblegar las desigualdades raciales. Pero sus principales iniciativas, incluido el proyecto Build Back Better, que contempla una fuerte ampliación de la ayuda estatal a las familias, quedaron virtualmente congelados en el Congreso. Aun así, Biden dijo que insistirá en sus promesas, un esfuerzo que ya le ha costado mucho capital político, que se le ha escurrido de las manos pese a la recuperación de la economía.
“Ha estado difícil con el trabajo, pero ahí vamos. El país esta un poco mejor, se ve que están saliendo más los trabajos, se ve trabajo”, dice María Mejía, una salvadoreña de 34 años, supervisora en una constructora en Washington, y una de las millones de personas que consiguió trabajo el último año. “Ahorita lo peor que se ve es la pandemia, es un gran problema, y la inflación por lo que he estado notando en las noticias y en mis compras. Cuando uno va a la tienda, lácteos hasta dos dólares más, el papel higiénico ha subido bastante, todito, todito. Pero eso no es culpa de Biden”, comenta.
4. Rusia y China
Rusia amenaza con invadir Ucrania y poner a prueba, una vez más, los límites de Occidente. Para la administración de Biden, China es el mayor desafío geopolítico de Washington del siglo XXI. Aunque Biden abocó sus energías a resolver los problemas domésticos del país, su tensa relación con el presidente ruso, Vladimir Putin, y el chino, Xi Jinping, marcan el pulso de su política exterior –manchada por la caótica retirada de Afganistán– y su eficacia para cumplir con una de sus promesas de campaña: demostrar que Estados Unidos sigue siendo un aliado confiable, una potencia influyente, y la diplomacia puede brindar resultados como herramienta central de la política exterior.
Pese al largo historial en política exterior que Biden llevó a la Casa Blanca, aún no ha obtenido logros que seduzcan a los norteamericanos.
5. América Latina
Estados Unidos será el anfitrión este año de la Novena Cumbre de las Américas, que debía realizarse en 2021 pero se pospuso por la pandemia. Es un encuentro que se realiza cada tres años, y el único que reúne a los líderes de todo el hemisferio. Biden conoce muy bien la región, pero, al igual que sus antecesores, carece de una visión y una política nítida para América Latina.
Sus prioridades están en otro lado, pero la región igual le impone dos desafíos: la creciente influencia de China, rival global de Washington, y una latente crisis migratoria que inevitablemente lleva la atención del país una y otra vez a la frontera con México. Es un problema irresuelto con el que Biden prometió lidiar, y que, para algunos, puede definir su futuro político.
6. El Congreso
Durante su primer año de gobierno, Biden contó con una ventaja en Washington: los demócratas controlaron las dos cámaras del Congreso. Pero ese control es muy frágil, y todo indica que la elección legislativa que se disputará a finales de este año le devolverá el Capitolio al Partido Republicano.
Históricamente, el partido gobernante siempre pierde representación en la primera elección legislativa del presidente de turno, y la mayoría con la cuentan los demócratas es mínima, tanto en la Cámara de Representantes como en el Senado. Si los republicanos recuperan el Congreso, Biden solo podrá gobernar a través de decretos, y la oposición seguramente atormentará su presidencia de la misma manera que los demócratas acorralaron a Trump durante los dos últimos años de su mandato.
7. La unidad demócrata
Uno de los mayores desafíos que ha enfrentado Biden durante su gobierno ha sido mantener unidos a los demócratas. El presidente ha sido un presidente tironeado por las dos alas de su partido: la izquierda quiere que levante sus banderas y tire todo el peso de la Casa Blanca detrás de sus iniciativas más radicales, mientras que los moderados le imponen límites e insisten en que una presidencia demasiado progresista les quitará el apoyo de una fracción del electorado que reniega de una revolución.
Biden ha navegado esa grieta intentado tender puentes, pero las diferencias se acentuarán a medida que se acerque la elección legislativa, y los demócratas vuelvan a intentar dirimir sus diferencias en las primarias partidarias.
8. El trumpismo
La mayoría de los republicanos cree que Biden ganó ilegítimamente la presidencia de Estados Unidos, según varios sondeos. Es una realidad que con la que Biden ha debido lidiar aun desde antes de asumir: una fracción del país jamás aceptará a su gobierno, y rechazará cualquier decisión que tome. La “Gran Mentira” sobre la elección presidencial de 2020 –que Biden ganó con fraude– aún es alentada por Trump, que nunca aceptó su derrota, y avalada por el trumpismo, pese a las evidencias en su contra. Biden, que prometió unir y “sanar el alma” del país, ofreció al cumplirse el primer aniversario del asalto al Capitolio su más fuerte condena a Trump y a ese ataque a la democracia, enterrando virtualmente cualquier posibilidad de unidad.
Trump y el trumpismo medirán su fuerza en las elecciones legislativas del 8 de noviembre próximo, y un eventual triunfo opositor dejarán a ambos en una posición idílica para intentar recuperar el poder en los comicios de 2024.
9. La carga de 2024
Incluso desde antes de asumir la presidencia, Biden estuvo rodeado siempre por un interrogante: si dejará la presidencia después de un solo mandato, o si buscará su reelección en 2024. A sus 79 años, y con su popularidad en declive, las especulaciones sobre el futuro de Biden solo han aumentado.
Detrás de escena y cada vez que surge la pregunta, sus aliados y colaboradores insisten en que Biden planea buscar otro mandato dentro de dos años. La pobre labor de su vicepresidenta, Kamala Harris, y la falta de otra figura de recambio que pueda apelar a progresistas y moderados como Biden alientan ese escenario. Pero si Biden se enfrentara a una dura derrota en las elecciones legislativas, los problemas de Estados Unidos continuaran y la caída de su popularidad se acentuara, las dudas sobre su continuidad cobrarían fuerza, y se convertirían en un problema adicional para la Casa Blanca.
“Creo que Biden ha tenido muchos obstáculos en el camino, y creo que ha hecho un gran trabajo contra todos esos obstáculos. La derecha sigue con tonterías”, señala a LA NACION Ernie Marascano, dueño de una tienda de antigüedades en Elmore, un pequeño pueblo de Ohio. Marascano, que votó por Biden, cree que su aprobación nunca podría ser alta después de Trump. “Arruinó al país, y si hubiera sido reelecto, la república se hubiera acabado. Tener carácter solía ser un hecho en nuestro gobierno”, lamenta.
10. La grieta
Los logros y los fracasos de Biden han estado marcados por un rasgo distintivo del presente de Estados Unidos: la grieta. El país sigue tan polarizado como cuando Biden ganó la elección presidencial o asumió, y el propio mandatario apenas logró un atisbo de la unidad que prometió con su plan de infraestructura, que cosechó el apoyo de un puñado de senadores republicanos. Fue uno de sus logros.
En todo lo demás, republicanos y demócratas continúan hablando idiomas diferentes, y apostando a la política de doblegar al rival. Es un entorno político tóxico con el que Biden, quien tejió su carrera política construyendo consensos, parece por momentos fuera de época, desacoplado. Al menos en las palabras, Biden no ha renunciado a su anhelo de unir al país. Pero el país parece estar en otra sintonía.
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