Incómodo momento en el Senado de Estados Unidos: la legisladora Dianne Feinstein se confundió y tuvieron que asistirla para que vote
La demócrata de 90 años, en el cargo desde 1992, comenzó a leer una declaración cuando debía pronunciar su voto en una debate sobre asignaciones de defensa
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WASHINGTON.- Un momento incómodo se vivió en el Senado de Estados Unidos este jueves después de que una legisladora demócrata de 90 años se mostró confundida y necesitó asistencia a la hora de emitir su voto en una sesión, una escena que se hizo viral en las redes sociales, especialmente porque esta misma semana, un importante senador republicano se quedó paralizado mientras daba una declaración a la prensa.
La senadora demócrata por California Dianne Feinstein pareció confundida durante una votación en una reunión de comité el jueves, lo que elevó la preocupación sobre si la legisladora está en condiciones de desempeñar sus funciones, especialmente desde que su salud comenzó a deteriorarse tras un diagnóstico de culebrilla este año, según The Washington Post.
Feinstein se mostró confundida cuando le tocaba votar sobre la Ley de Asignaciones de Defensa en el Comité de Asignaciones del Senado. A su turno, en lugar de decir “sí” o “no” (“aye” o “nay”, según los términos que se utilizan en el Congreso de Estados Unidos), la veterana senadora comenzó a leer una declaración en voz alta.
Fue entonces que un asistente le dio un codazo y se acercó a susurrarle que debía votar, pero como Feinstein seguía confundida, la senadora demócrata Patty Murray, presidenta del comité, quien estaba sentada a su izquierda, le dijo que “simplemente dijera ‘sí’”, según el video de la sesión. Feinstein entonces sonrió y dijo “aye” (“sí”).
“La senadora estaba preocupada, no se dio cuenta de que el debate acababa de terminar y se llamó a votación. Ella comenzó a dar una declaración, se le informó que era una votación y luego emitió su voto”, dijo un vocero Feinstein a la cadena CBS, para minimizar el hecho.
Feinstein estuvo ausente por más de dos meses en el Capitolio este año porque tuvo herpes zóster. En un Senado donde el oficialismo tiene una estrecha mayoría de 51-49 (si se cuentan los tres independientes que se reúnen con los demócratas), su ausencia estancó algunas leyes que promovía la Casa Blanca. Algunos congresistas demócratas le pidieron su renuncia.
Feinstein es la senadora con más años de servicio: fue elegida para la Cámara baja en 1992 y desde entonces ocupa una banca ininterrumpidamente. Su mandato actual termina a principios de 2025 y no planea irse antes, según el Post, que informa que la legisladora de California no se postulará para la reelección el año próximo.
La senadora finalmente regresó en mayo al Senado tras su convalecencia, en silla de ruedas, después de recuperarse de una encefalitis, una inflamación del cerebro que puede ser una complicación peligrosa de la culebrilla. Desde entonces, ha sonado ocasionalmente confundida, según The Washington Post. Incluso llegó a enojarse frente a una pregunta de un periodista que le consultó sobre su prolongada ausencia: “No me he ido; he estado aquí, votando”.
McConnell, paralizado
El episodio de Feinstein tuvo lugar al día siguiente de que otro senador, el republicano Mitch McConnell, líder de la minoría en la Cámara baja, se quedara congelado abruptamente a mitad de una oración mientras intentaba explicar cómo los legisladores casi habían terminado de impulsar un importante proyecto de ley de presupuesto de defensa.
El episodio, según reporta The New York Times, reavivó el debate entre los republicanos sobre la continuidad de McConnell, de 81 años, en ese puesto clave en el Congreso.
“Hemos tenido una buena cooperación bipartidista y una serie de…”, dijo McConnell ante un micrófono, antes de congelarse y permanecer en silencio durante 20 segundos, mientras miraba al frente.
Entonces la senadora Joni Ernest rompió el silencio y preguntó: “¿Estás bien, Mitch?”. Inmediatamente, el presidente de la Conferencia del Partido Republicano del Senado, John Barrasso (Wyoming), también preguntó: “¿Algo más que quieras decir o volvemos a tu despacho?”, a lo que McConnell negó con la cabeza y se retiró con un ayudante.
Minutos más tarde volvió a la conferencia. El corresponsal jefe de la CNN en el Congreso, Manu Raju, le preguntó si la breve congelación se debía a una “lesión a principios de este año, cuando sufrió una conmoción cerebral”, a lo que McConnell respondió con un tajante “estoy bien”.
Más tarde, un asesor de McConnell dijo a los periodistas que el líder de la minoría “se sintió mareado y se apartó un momento”, pero volvió al podio para responder a las preguntas, “que como todo el mundo observó fueron agudas”.
El episodio ocurrió cuatro meses después de que McConnell se cayera en una cena privada en un hotel de Washington y sufriera una conmoción cerebral y una costilla rota. Desde entonces ha tenido al menos dos caídas más, una en un aeropuerto de Washington y otra en Helsinki, durante un viaje oficial. Su oficina, sin embargo, no fue transparente y dijo poco al respecto.
Más allá de las particularidades de cada caso, los dos episodios volvieron a poner en agenda el tema de la edad de los políticos en Estados Unidos, un país donde los dos principales candidatos para las elecciones presidenciales del año próximo tienen 80 (Joe Biden) y 77 años (Donald Trump).
Con información de The Washington Post y The New York Times
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