Emigró a Miami y ejerce su profesión, pero revela los obstáculos que enfrentó: “No es para todo el mundo”
Un revés en las finanzas de la empresa familiar la empujó a dar el salto y empezar de cero; hoy trabaja para el Hard Rock y en una agencia de eventos, sin embargo, cuenta la cruda realidad de reiniciar una vida en el extranjero
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Emigrar es un proceso que obliga a empezar de cero. Antes de tomar la decisión, son muchos los factores de cambio que aparecen en el imaginario del migrante: dónde vivir, cómo atravesar trabas burocráticas, de qué trabajar y cómo llevar adelante la adaptación cultural. Sin embargo, existe otro parámetro que tiene una gran influencia en todos los que logran armar una nueva vida en otro país: ¿qué pasa con todo lo anterior? Aquello que se deja atrás, pero que sigue siendo el día a día constante de familiares y amigos. Compatibilizar realidades se torna complejo cuando para algunos miembros de la familia el mundo gira más rápido que para otros.
“Vinimos a Estados Unidos de vacaciones con mi familia en el 2018 y a todos nos encantó. Desde ahí empezamos a ver qué se podía hacer acá. Si bien la idea de instalarse aquí comenzó siendo de mi papá, fue a mí a quien le salió la Visa de trabajo y me pude mudar”, cuenta la argentina Cloe Greco en diálogo con La Nación.
El contexto en el que surgió la oportunidad de mudarse a Estados Unidos fue decisivo para terminar de animarse a dar el salto: la Argentina todavía sufría las consecuencias del Covid-19 y del agravamiento de la crisis económica producto de las medidas restrictivas que impactaron en la empresa familiar en la que trabajaba.
“Mis papeles salieron antes de lo esperado. Pero para mi familia, especialmente para mi papá, el proceso era más complicado. Él tiene su vida armada en la Argentina: su casa, su negocio y sus amigos. Es muy difícil desprenderse de toda una vida de esfuerzo. Muchas familias pasan por lo mismo. Yo trabajaba con él, así que siento que lo dejé un poco solo. A pesar de que haya sido su idea la de empezar todo esto”, agrega.
Greco logró instalarse en Miami. Al principio, alquiló un departamento a un conocido. Pensaba que era la mejor opción, aunque ahora reconoce que fue una decisión que le costó demasiado caro. “Si hoy tuviera que dar un consejo a alguien que llega como llegué yo, es que se busquen un roomie -es decir, la persona con la que se comparten gastos para alquilar un piso- por lo menos durante la primera etapa. Lo pueden buscar por grupos de Facebook o por ciertas aplicaciones. Compartir un departamento o una habitación es lo único que hace que la estadía sea un poco más barata”, sostiene.
Su antigua vida y su presente
La inseguridad, las dificultades económicas y también las pocas oportunidades laborales en su verdadera pasión -el baile y el modelaje- fueron algunos de los motivos que la impulsaron a buscar un cambio de vida. Aunque en la Argentina se dedicaba a hacer tareas de administración en la empresa de su padre y estudiaba cosmetología, toda su vida estuvo ligada al baile y las pasarelas.
“Siempre estudié danzas, en escuelas o en clases particulares. Hacer castings en ese rubro en Estados Unidos me resultó mucho más fácil que en Argentina. Acá en Miami está supernormalizado darle trabajo a extranjeros. En mi país, sentí mucho más los favoritismos a la hora de ir a un casting”, enfatiza la joven.
Hoy trabaja como bailarina en el Hard Rock, en una empresa de eventos y como modelo e influencer para marcas estadounidenses e internacionales a través de sus redes sociales, donde acumula más de un millón de seguidores.
Aunque al principio creía que conseguir trabajo iba a ser la mayor dificultad, después se encontró con que el empleo abundaba. El problema era trasladarse de un lado al otro para cumplir con todas sus obligaciones.
“Aquí no es como en la Argentina, que el transporte público, en ciudades como Buenos Aires, te conecta con casi cualquier lugar donde tienes que ir. En Miami tener un auto es fundamental. Si yo no tuviera auto, no podría hacer nada, porque hay eventos que me quedan súper lejos y todos los caminos son por autopistas”, introduce.
“Es una gran diferencia. En mi país podía moverme a todos lados caminando y acá es imposible”, resalta.
La cultura de la supervivencia
Según Greco, la oportunidad de crecimiento en Estados Unidos no solo está en la posibilidad de acceder a múltiples trabajos, sino también en la estabilidad: “Yo voy y hago compras de lo que voy a comer en las próximas dos semanas y siempre me sale lo mismo”, subraya en contraste con el contexto inflacionario que se vive en la Argentina.
Si bien la posibilidad de progreso fue una inyección de adrenalina, el choque cultural es una de las realidades a las que la joven argentina aún no logra adaptarse. “Acá es difícil encontrar vínculos genuinos”, dice.
“Yo logré armarme mi grupo, pero las relaciones de amistad son muy diferentes a las de Argentina. Además, no es fácil irte a un país en el que no tienes ni un lugar donde quedarte. Aquí no puedo ir a la casa de mi abuela, por ejemplo. Hay un montón de gente que está en modo supervivencia y por eso mismo no se aferran a nadie emocionalmente. No tienen otra opción más que esa. Eso lo vuelve complicado”.
Por eso, la argentina entiende a aquellas personas o familias que sueñan con dar el salto hacia el exterior, pero no se animan. “No es fácil irse. No es fácil tener que hacer todo bien. No es algo para todo el mundo”, concluye.
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