Con designaciones polémicas y su “Casa Blanca bis”, Trump convierte a Florida en un nuevo centro de poder de EE.UU.
Además de haber instalado su cuartel político en su mansión de Mar-a-Lago, el magnate eligió a figuras del estado del sol para posiciones de peso en su próximo gobierno, en un reconocimiento del “Washington del Sur” como bastión conservador
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PALM BEACH, Florida.- Cuando el gobernador Ron DeSantis lanzó el año pasado su campaña como precandidato presidencial republicano, su eslogan fue toda una premonición: “Make America Florida” (“Hacer Estados Unidos de Florida”). Su sueño de proyección nacional duró pocos meses, pero otra persona se encargó de tomar la posta y ya empezó a convertir al estado del sol en el “Washington del Sur”: Donald Trump.
El presidente electo no solo tiene a Mar-a-Lago, su mansión en la exclusiva Palm Beach, como un cuartel político, sino que además nombró a cuatro republicanos de Florida para puestos de alto perfil en el próximo gobierno, en lo que se considera aquí como un reconocimiento a la consolidación del estado como bastión del movimiento Make America Great Again (MAGA), “el más grande de la historia”, según el propio Trump.
El nombramiento más controvertido fue el del congresista de Florida Matt Gaetz, un aliado de hierro del magnate, como fiscal general, pieza clave de la estructura judicial y en el armado del gabinete. “Pocos asuntos en Estados Unidos son más importantes que acabar con la militarización partidista de nuestro sistema de Justicia”, indicó Trump al explicar su designación.
Acérrimo defensor del presidente electo, Gaetz es investigado por la Comisión de Ética de la Cámara de Representantes por conducta sexual inapropiada, lo que podría ejercer como una barrera para su confirmación en el Senado. La investigación quedó en pausa porque él dejó su banca después del anuncio de Trump. Para el círculo íntimo de Trump, su ratificación lo dejaría como uno los hombres más poderosos de la futura administración.
Aunque muchos republicanos se inclinan a seguir cada uno de los deseos de Trump, la elección de Gaetz generó una notable cantidad de dudas en el partido. El abogado es impopular entre muchos compañeros republicanos de la Cámara de Representantes por su presión para expulsar al anterior presidente del órgano, Kevin McCarthy, y por un largo historial polémico en su conducta personal, incluida una investigación federal sobre acusaciones sobre presuntas relaciones sexuales con una menor. La pesquisa se cerró sin cargos y Gaetz negó haber actuado por fuera de la ley.
Aunque Trump nació y creció en Nueva York, durante su primer mandato declaró su residencia en Florida en 2019 (votó en Palm Beach en las últimos dos elecciones). Su domicilio es su fastuoso club privado Mar-a-Lago, convertido durante su presidencia en algo más que una “Casa Blanca de invierno”. Por lo que se ve a diario desde que ganó las últimas elecciones, todo apunta que a que el resort reforzará su papel como centro de poder a partir del 20 de enero próximo, cuando Joe Biden le dé las llaves de la Casa Blanca al líder republicano.
Los otros nombramientos claves de funcionarios con raíces en Florida fueron el de la veterana estratega de campaña Susie Wiles, futura jefa de gabinete; el senador Marco Rubio como secretario de Estado, y el congresista Mike Waltz, considerado un halcón, como asesor de seguridad nacional de la Casa Blanca. Todos puestos de alto perfil.
Con Wiles, Trump recurrió a una asesora que conoce bien y que trabajó estrechamente con él, entiende su forma de actuar, es cercana a su familia y a quien es leal la mayor parte de su actual equipo. Será la primera mujer en ocupar ese cargo. Rubio, hijo de inmigrantes cubanos, será el primer hispano en manejar la diplomacia norteamericana, y se espera que le dé un lugar inédito a América Latina en la agenda internacional de la Casa Blanca, con sus habituales críticas a los regímenes de Cuba, Nicaragua y Venezuela. Waltz, un oficial retirado de la Guardia Nacional del Ejército y veterano de guerra, es considerado un halcón republicano que tendrá a su cargo la estrategia frente a las guerras en Ucrania y Gaza y la expansión china.
“Con estos nombramientos se está viendo una floridización de la política norteamericana, y puede que aún haya más en otras áreas del gobierno”, señaló a LA NACION el politólogo Daniel Pedreira, de la Universidad Internacional de Florida (FIU).
“Florida es un bastión para Trump, el ‘Washington del Sur’, y veremos al estado figurar más en la política nacional. Mar-a-Lago será una Casa Blanca bis aún más importante que en la primera gestión. El lugar donde el presidente puede servir de anfitrión de líderes mundiales, pero con niveles más informales, sin el protocolo de Washington. Y mostrarles así una visión distinta de Estados Unidos”, agregó Pedreira.
En su momento, Richard Nixon usó una propiedad frente al mar en Key Biscayne como una “Casa Blanca de Florida”, pero no se asemeja al nivel de influencia que ya tuvo entre 2017 y 2021 Mar-a-Lago –la propiedad más visitada por Trump en su primera presidencia- y que ganó aún más en esta transición de poder. El presidente electo tiene eventos a diario, en los que recibe a políticos republicanos, estrategas, donantes de campaña y al establishment conservador. Incluso allí se encontró en una gala con un presidente extranjero por primera vez desde su triunfo electoral: Javier Milei.
Gran parte de la acción de los últimos días tuvo lugar bajo la araña de un salón de té de Mar-a-Lago, donde Trump examina a sus posibles candidatos al gabinete en pantallas gigantes, reveló The New York Times. Allí mira listas que su equipo de transición, liderado por el multimillonario Howard Lutnick, elaboró en los últimos meses. Si el presidente electo muestra interés por un candidato, la presentación está diseñada para permitirle ver inmediatamente videos de sus apariciones en televisión, algo esencial para cualquier aspirante a funcionario del próximo gabinete, añadió el diario.
“En los últimos dos años, Florida se transformó realmente en el faro conservador de la libertad para el resto del país”, dijo Evan Power, presidente del Partido Republicano de Florida. “Y ahora que Trump ganó abrumadoramente, y es un hombre de Florida, esta vez está llevando el talento del estado para marcar una diferencia de liderazgo en Washington y arreglar Estados Unidos”, evaluó.
Florida, que antes era considerado un estado pendular, se transformó en un bastión republicano. En 2016, Trump le ganó aquí a Hillary Clinton por 1,2 puntos de diferencia; en 2020 a Biden por 3,3; y este año a Kamala Harris por 13,1. Un crecimiento notable. Según los analistas, el cambio brutal del estado, ahora rojo sin discusiones, captó la atención nacional e impulsó a algunos de sus políticos al centro de la escena.
“Eso es lo que atrae la atención de todo el mundo. El rápido giro de Florida lo convierte en una reserva natural de la que sacar dirigentes para acompañar a Trump en Washington”, señaló la politóloga Susan MacManus, profesora emérita de la Universidad del Sur de Florida (USF). “Recibir una invitación a Mar-a-Lago es como si alguien en Reino Unido recibiera una para ver al rey. A los políticos de Florida se les pide que hablen en otros estados sobre su éxito, y políticos de todo el país vienen aquí a preguntar cómo lo están haciendo”, ahondó.
Otro político de alto perfil de Florida es el propio DeSantis, consolidado como gobernador del estado con su gestión conservadora. Pero es poco probable que ahora entre en la órbita de Trump, pese a haberlo apoyado tras el fracaso de su campaña. Sin embargo, su “Make America Florida” empezará a consolidarse desde el 20 de enero.
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