Estuvo 22 años preso en Nueva York, pero era inocente: reconstruyó su vida y está “agradecido”
Aunque demandó a la ciudad y ganó millones tras su salida, el hombre está agradecido por su tiempo en la cárcel, ya que para él tuvo un “efecto mariposa”
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Calvin Buari fue víctima del proceso legal en Estados. Estuvo 22 años en la cárcel por dos homicidios que no cometió, aunque sí tenía una vida cercana al crimen. En la década de 1990 era traficante de drogas en el Bronx, donde distribuía los estupefacientes. Sin embargo, lejos de hundirlo, la experiencia lo “salvó”, al menos así lo ve ahora, sabiendo las consecuencias de elegir el camino delictivo.
CNN compartió recientemente la historia de Buari, quien cambió por completo su panorama tras salir de las rejas. Lejos de estar del lado de los reos del centro penitenciario Green Haven, ahora es emprendedor. Un mes después de su salida, en 2017 lanzó Ryders Van Service, una empresa que funciona como un servicio de transporte de aplicación para visitar prisiones.
“Cada vez que llegaba a esa prisión, de la que acababa de salir, era un recordatorio de que necesito estar en el lado correcto”, le dijo al medio citado. “Si no lo hacía, lo que me esperaba era esa misma prisión”.
La historia de Buari es parte de un podcast recién estrenado, “The Burden: Empire on Blood”, que retrata su lucha por la justicia y lo que ocurrió después de su liberación en mayo de 2017, presentado por el periodista Steve FIshman, quien recibió una llamada telefónica del protagonista mientras este se encontraba en prisión. Buari le envió páginas de sus transcripciones de documentos judiciales, en tanto que el comunicador comenzó a grabar sus conversaciones y quedó enganchado con seguir el proceso.
Por su parte, Buari está feliz de cambiar su vida. Su condena tuvo lugar en medio del lujo y la opulencia que demostraba, vistiendo ropa de diseñador y manejando autos de lujo, por lo que se volvió un blanco fácil en la manipulación de los verdaderos culpables.
El 10 de septiembre de 1992, los hermanos Elijah y Salhaddin Harris estaban sentados en su auto mientras comían cuando alguien les disparó y los mató. El hecho ocurrió en un punto importante para la batalla de las pandillas de traficantes, donde Buari operaba. Para quitarle el negocio, sus rivales testificaron que habían visto al hombre cometer el crimen, por lo que se volvió el principal sospechoso.
Luego de rechazar hacer la declaración de culpabilidad, Buari fue condenado de 50 años a cadena perpetua por ambos asesinatos. Después de su condena, también vendió drogas en prisión y fue trasladado a otra, pero luego se dio cuenta de que su vida necesitaba cambiar y contactó a activistas involucrados en procesos de libertad por penas erróneas.
En 2003, su lucha vio la luz cuando otro traficante de drogas, que estaba en prisión por otro asesinato, confesó que había matado a los hermanos, pero después cambió de parecer, lo que volvió a dejar a Buari en el limbo legal. Finalmente, tras muchos procesos legales, este consiguió su liberación, demandó a la ciudad y ganó millones en acuerdos. Ahora, emplea a conductores para su empresa de transporte compartido, que lleva a familiares a visitar a los reclusos en prisiones de Nueva York y Nueva Jersey.
“Ir a prisión me salvó la vida. Tuvo un efecto de mariposa en mí. Antes de ir a prisión era como una oruga. Luego, cuando estaba en prisión, tuve que transformar mi vida e intentar hacer las cosas más productivas. Tuve que ver el potencial en mí mismo”, dijo a CNN.
No es el único caso en Nueva York
Recientemente, se conoció el caso de Jon-Adrian Velazquez, de 48 años, quien fue exonerado tras haber pasado más de 23 años en prisión por un crimen que no cometió. Este paso se logró gracias a un análisis de ADN realizado en un trozo de papel que se relacionó con el caso. Velazquez había sido condenado en 1998 por el asesinato del expolicía Albert Ward, un caso marcado por múltiples irregularidades.
La batalla legal de Velazquez para probar su inocencia se extendió por más de dos décadas. Sus abogados presentaron varias mociones para revocar la condena en 2014 y 2018, pero fueron rechazadas. Recién en 2022, la Unidad de Justicia Postcondena del fiscal de distrito de Manhattan, Alvin Bragg, tomó el caso y revisó la evidencia de ADN.
El análisis demostró que el ADN encontrado en un boleto de apuestas, que pertenecía a quien disparó contra Ward y lo mató, no coincidía con el de Velazquez. Esta evidencia fue clave para la exoneración de Velazquez, quien tras ser liberado hace dos años, en septiembre de 2021, se convirtió en un símbolo de lucha contra los errores del sistema judicial.
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