Estados Unidos: por qué es demasiado pronto para decir que Ron DeSantis está fuera de carrera por la Casa Blanca
Pese a que cayó en las encuestas, el gobernador de Florida todavía tiene con qué volver a ganar la adhesión de los votantes republicanos para las primarias
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¿La campaña de Ron DeSantis ya está perdida? Después de los últimos meses, es difícil no hacerse esa pregunta: sus números en las encuestas se derrumbaron, sus potenciales aportantes de campaña parecen escépticos, y los analistas directamente se preguntan si vale la pena que se presente.
Pero ahora que finalmente anunció su intención de ir por la presidencia, es mejor considerarlo todavía en carrera. A pesar de todo, DeSantis todavía puede ser el próximo candidato presidencial del Partido Republicano. La suerte puede cambiar asombrosamente rápido durante las primarias. Faltan más de seis meses para los caucus de Iowa, y DeSantis tendrá muchas oportunidades de enderezar el barco.
Al fin y al cabo, los factores que lo convirtieron en una fuerza formidable al comienzo del año podrían resultar más significativos que los tropiezos y las pifiadas que lo acecharon en los últimos tiempos. El daño todavía no es irreparable.
Desde luego, el hecho de que pueda soñar con remontar sus números no significa que se haga realidad. La decisión de su equipo de campaña de anunciar su precandidatura por Twitter echó por la borda una de sus pocas oportunidades de ser televisado en vivo en muchos canales de televisión. Y aunque su campaña sea diferente de lo que ha sido hasta el momento, ni una campaña ejecutada a la perfección puede garantizar la derrota de Donald Trump en las primarias, al menos si el expresidente sale políticamente ileso de sus varios problemas legales.
Pero quienes sientan la tentación de tachar a DeSantis de la lista deberían pensarlo dos veces. La historia de las primarias está llena de candidatos que parecían descartados y luego volvieron a la competencia. Hasta Barack Obama pasó seis meses intentando recortar la ventaja de dos dígitos de Hillary Clinton.
Tal vez algún día digamos lo mismo de la candidatura de DeSantis. Como sucedió con los candidatos que finalmente se abrieron paso a la victoria, las fortalezas que hicieron que DeSantis fuera tan promisorio luego de las elecciones de medio mandato siguen presentes. Goza de un amplio atractivo poco frecuente en el Partido Republicano.
La opinión favorable hacia DeSantis en las encuestas sigue siendo alta –más alta que las de Trump–, pero en los sondeos de uno contra otro sus números caen. DeSantis sigue siendo reconocido por algunos temas –como la lucha contra la cultura “woke” y contra las restricciones por el coronavirus– que también cuentan con buena recepción en todo su partido. Si eso fue suficiente para convertirlo en un aspirante serio, no hay razones para que eso cambie.
Si bien es fácil interpretar que la caída de DeSantis de los últimos meses es una señal de debilidad, la volatilidad de las encuestas también puede ser interpretada como un indicio de que existe un amplio grupo de votantes abierto a la posibilidad de votar a cualquiera de los dos precandidatos. Podrían inclinarse por uno u otro, según la dirección en que soplen los vientos políticos.
Dos teorías
La estrategia previa de DeSantis durante este año también podría aumentar la probabilidad de los grandes virajes en el electorado republicano. La semana pasada escribí que hay dos teorías sobre la forma de derrotar al expresidente en las internas: el trumpismo sin Trump, y una alternativa a Trump, conservadora pero revitalizada.
De las dos, la campaña de DeSantis puede ser interpretada más fácilmente como una versión del trumpismo sin Trump. Si algo logró su campaña, fue reducir a su mínima expresión cualquier divergencia con Trump, incluso en exceso. DeSantis no adoptó ninguna postura explícita o implícita contra el expresidente. Hizo algo peor: cuando fue atacado, no devolvió el golpe.
Esos hechos precipitaron una caída de apoyo hacia DeSantis. Los únicos dos factores unificadores de una hipotética coalición de “trumpismo sin Trump” son oponerse a Trump y la perspectiva de ganarle. Si no lo ataca y además va perdiendo contra él, DeSantis no está diciendo o haciendo las únicas dos cosas que pueden mantener unidos a sus partidarios.
Pero si la candidatura de DeSantis puede revitalizar la opción de un “trumpismo sin Trump”, el gobernador de Florida podría recuperar el apoyo de muchos de los votantes que hasta hace unos meses lo respaldaban. De hecho, es posible que el actual discurso de los medios y las bajas expectativas frente a las elecciones preparen el terreno para un resurgimiento de DeSantis.
Otro factor importante que mantiene abiertas las chances de DeSantis es que, hasta el momento, ningún otro potencial candidato moderado ha sacado ventaja en la interna republicana. Por ahora, DeSantis sigue siendo el único candidato viable que no es Trump. Mientras eso se mantenga, DeSantis tendrá muchas chances de llegar a los votantes que prefieren a alguien que no sea Trump, suponiendo que exista un mercado para alguien que no sea Trump.
Pero aunque Trump siga siendo el claro favorito, no hay razones para pensar que DeSantis no sea un candidato muy competitivo en la interna republicana. Cuando logra enfocarse en sus temas fuertes, tiene una marca política distintiva que parece tener inusual llegada a todos los sectores del muy dividido Partido Republicano. Y como arranca con un piso bajo, tiene mucho margen para crecer y los cimientos para su rebote entre los electores tal vez sigan firmes. No sería la primera vez que ocurre.
Nate Cohn
Traducción de Jaime Arrambide
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