Es de EE.UU., visitó la Argentina hace 15 años y se quedó para siempre porque algo la enamoró: “Vengo de un país muy individualista”
Paige Nichols revela qué la conquistó de la nación latinoamericana; cuenta que no se ve viviendo nuevamente en su territorio natal, pero no reniega de sus orígenes; no se siente cómoda con la categoría de “expatriada”
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Paige Nichols es un caso único. Hija de su época, llegó a la Argentina en plena crisis financiera de los Estados Unidos. En Boston College, durante su período universitario, eligió este país como destino de su intercambio. En ese momento, lo hizo por sobre España y Ecuador; ya conocía Quito por un viaje de estudios en el colegio secundario. La nación europea, en tanto, era la favorita de sus excompañeros. Por eso mismo, esta joven estudiante de letras preveía dificultades para inmiscuirse en la cultura y el idioma local. Un par de años después, sin embargo, consideró que seis meses en “el cu... del mundo” no habían sido suficientes para adentrarse en las costumbres rioplatenses.
“Siempre digo que me quedé con ganas de Argentina; ese año, fue la crisis financiera en Estados Unidos y habiendo estudiado letras, tampoco es que tenía muchas perspectivas laborales, como mis amigos, que tenían laburos en Wall Street, o en estudios jurídicos muy grandes; yo dije ‘ni idea, lo hago ahora, vuelvo a Argentina a probar la suerte, porque si empiezo a trabajar en Nueva York y me pongo en ese track, sé que después no va a suceder’”, expresa a LA NACION.
El “alma internacional” que dice tener, compartido con su hermana mayor, Meredith (quien vive en Singapur), fue más fuerte. “Llegué y me puse una meta de tres meses para conseguir trabajo. Tuve la suerte enorme de conseguir trabajo en una empresa de intercambio”, agradece. Siempre agradece.
Una washingtoniana en Buenos Aires
Nacida en un condado urbano ubicado a cuatro millas de Washington D.C., Nichols admite el privilegio de haber crecido en un contexto campestre, acorde (parcialmente) a las narraciones fílmicas. “Yo fui al colegio público hasta la secundaria, y te tomabas el micro escolar, el amarillo, como en las películas. Super idílica la cosa: el jardincito, el neighborhood...”. Arlington, donde descansan los restos de John F. Kennedy (y del abuelo de Paige), es “un oasis medio progre, con muchos hippies” ubicado en Virginia, estado mayormente asociado al conservadurismo republicano del sur. “Ahí (por Arlington), estás rodeado de gente con mente abierta. Hay muchos inmigrantes: un montón de personas de Latinoamérica, de Centroamérica, de Asia, con todo tipo de religión, cultura, background... Esa exposición no tiene precio”.
Incluso su identidad “híbrida”, porque no “suelta” su origen norteamericano, la llevan a defender de las críticas prejuiciosas la ciudad donde nació. “Capaz, antes era cool bardearlo. Yo viví muchos momentos, hay una población afroamericana enorme... Si uno piensa Washington D.C. como House of Cards, está excluyendo una narrativa superrica que no se conoce tanto”, agrega.
Hacer La Argentina
Un conjunto de factores, entonces, derivaron en el lanzamiento de cabeza de Paige. “Tenía una amiga de la familia de mi mejor amiga que era argentina... una mujer regia, la amaba. Ella me decía: ‘Paige tenés que ir, Buenos Aires, es lo más’. Conocer a alguien de allá fue como, ok. También era 2008, post-crisis, con bastante estabilidad económica: había poca inflación, y Argentina empezaba a salir en los diarios como un destino turístico de nuevo. Todo se fue alineando”, recuerda.
A diferencia de otros expatriados, a quienes no juzga, siempre creyó hasta necesario hablar el idioma del país en el que vive. Como si fuera una cuestión de derechos y obligaciones, dice: “Hay personas que viven acá de Estados Unidos, no hablan una palabra español y no se esfuerzan en aprender. Me parece un desperdicio porque, ¿para qué te vas a otro país si no vas a ni intentar? Pero eso es decisión de cada persona”.
A esta altura, como tantos otros, esta norteamericana pasó por más de una crisis económica. Eso, tal vez, le permita ver la película y no la foto. “Si venís por un plazo más corto, no llegás a ver todo. Hay cosas que se van repitiendo y te dan tranquilidad. Estoy orgullosa de haber podido formar una vida acá y sobrevivir a los obstáculos”.
Como toda argentina, porque ya se considera una, se las rebusca. Hasta 2020, todos sus ingresos eran en pesos. Desde entonces, trabaja como consultora en marketing y comunicación para Estados Unidos, y además, es la Trip Leader (”soy como la coordinadora de egresadas”) en Argentina de la empresa Wild Terrains, que organiza viajes sutilmente curados para mujeres. “Operamos en México, Portugal, Argentina, Islandia y Francia. Yo estoy a cargo de Argentina. Recorremos Mendoza, Buenos Aires y La Patagonia. No es tu típico viaje grupal. Es superfino el trabajo de selección. Nos alojamos en hoteles solamente con dueña mujer, vamos a restaurante donde la chef es mujer, trabajamos con enólogas...”, narra, orgullosa.
Con la distancia que le da haber nacido en otro país, aunque viva en Latinoamérica hace más de 15 años, cuestiona cierto comportamiento auto-incriminatorio del argentino promedio: “Siento que hay un tema de auto-odio. Está muy de moda bardear a la Argentina entre los argentinos, porque entiendo que nos quejamos de todo, y entiendo que hay de qué quejarnos, y no lo invalido para nada... Pero si nos pasamos el día pu... y quejándonos... siento que hay tanto para elevar, mostrar y celebrar. No soy naive, cualquier lado tiene cosas negativas, pero Argentina es mi lugar en el mundo”.
¿Inmigrante o expatriada?
Según el último Censo, al mes de agosto de 2022, 3.033.786 personas nacidas en el exterior tienen DNI con proceso digital y residencia en Argentina. La predominancia es clara: el 87,1% del total proviene de otros países de América Latina. Paige revela que, por prejuicio, no sufre el mismo tipo de discriminación que otros inmigrantes. “Hay un discurso que me parece muy importante en el tema del lenguaje: por lo visto, sos inmigrante si tu color de piel es un tono más oscuro y, si sos más blanquito, sos expatriado. Yo soy inmigrante, porque vine a este país sin nada a probar suerte”, razona.
A la vez, reconoce, a pesar de ser mujer, “el privilegio enorme de venir de Estados Unidos y ser blanca”. “Mi experiencia ha sido superpositiva comparado con las personas de otros países. Acá te perdonan un montón de cosas si sos blanquito y gringo. Hasta te ponen en un pedestal”, reflexiona. En definitiva, ahora, se siente “superargentina”, pero no suelta su identidad primaria. “Es como un híbrido, porque no soy yanqui 100%, pero obviamente tampoco soy argentina 100%”.
¿Un rasgo argentino que la identifique especialmente? “Pienso que el tema de la comunidad y lo colectivo: yo vengo de un país muy individualista, porque realmente, en las buenas o en las malas, no te apoyás tanto en tu compañero. Primero, porque pensás que no querés jod... tanto. Es triste. Y acá, yo conozco argentinos que se fueron al exterior y les cuesta un montón hacer esos vínculos. Hay como una cosa cultural que terminan siempre juntándose con argentinos, porque tenés esta calidez, ese amor, ese cariño que no lo encontrás en cualquier lado”, asegura.
Una relación de amor
Su gran pasión, cuenta, es transmitirles a otros extranjeros algo de “esa conexión tan fuerte” que tiene con Argentina. “15 años después, me doy cuenta de que lo que más me gusta hacer es que se enamoren de este país, porque es lo que me pasó mí”, expresa.
Sobre si piensa emigrar nuevamente, responde: “Andá a saber. No tengo motivo para dejar Argentina, me gustaría seguir viviendo acá, formar mi vida acá”. ¿Su plan ideal? “Capaz me gustaría poder estar un mes al año, o dos, entre Estados Unidos o Europa, a ver a mis amigos. Tener siempre base en Argentina y poder recorrer un poco más. No me veo viviendo en Estados Unidos. Tendrían que cambiar un montón de cosas como para que sea algo viable o atractivo. Y tanto de lo que hago y soy está ligado a Argentina, que es difícil imaginarme en otro lado”.
- Medio que te sentís como en casa acá
- Estoy en casa y Argentina me dio todo. Y yo voy a agradecerlo siempre. Si algo llega a cambiar, se verá.
- Como cualquiera
- Claro, no es que estoy armando una empresa y mi plan es expandirla. De hecho, me gustaría hacer crecer proyectos acá. Me gustaría seguir fomentando Argentina.
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