En Wall Street, una alarma de recesión suena más fuerte que nunca en 20 años
La inversión de la curva de rendimiento de los bonos del mercado ha precedido a cada recesión estadounidense en los últimos cincuenta años. Y está volviendo a suceder
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NUEVA YORK.– La alarma del indicador de recesión más influyente de Wall Street está sonando como nunca en las últimas dos décadas, y se profundiza la preocupación de los inversores ante la perspectiva de que la economía estadounidense se encamine hacia una desaceleración.
Ese indicador es la llamada “curva de rendimiento”, y permite comparar las tasas de rendimiento de varios bonos del gobierno estadounidense, sobre todo las letras del Tesoro a tres meses y las papeles del Tesoro a dos y diez años.
Por lo general, los bonistas esperan un rinde mayor por dejar su dinero inmovilizado por un período largo, de modo que las tasas de interés de los bonos a corto plazo son más bajas que las de los bonos a largo plazo. Extrapolados a un gráfico, los diferentes rendimiento de los bonos cobran la forma de una curva en dirección ascendente.
Pero cada tanto, las tasas a corto plazo superan a las de largo plazo. Esa relación negativa produce una curva invertida, e indica que la situación normal en el mayor mercado de bonos gubernamentales del mundo se ha alterado.
Cada recesión que atravesó Estados Unidos en los últimos cincuenta años estuvo precedida por una inversión de esa curva, así que se la considera una señal de mal agüero. Y es lo que está ocurriendo ahora…
La curva de rendimiento tiene un poder predictivo que los otros mercados no poseen.
El viernes pasado, el rendimiento de las notas a dos años del Tesoro llegó al 3,23%, por encima del 3,03% de las notas a diez años. El año pasado, en comparación, los rendimientos a dos años estaban a 1 punto porcentual por debajo de los rendimientos a diez años.
En ese momento, la Reserva Federal norteamericana repetía como un mantra que la inflación sería transitoria y que el banco central no veía la necesidad de aumentar rápidamente las tasas de interés. En consecuencia, los rendimiento del Tesoro a corto plazo se mantuvieron bajos.
Pero en los últimos nueve meses, la Fed se empezó a preocupar porque la inflación sigue a paso firme, y decidió atacar el veloz aumento de los precios subiendo rápidamente las tasas de interés. Al parecer, la semana que viene la Fed volverá a subir la tasa, que habrá aumentado alrededor de 2,5 puntos porcentuales desde su nivel casi cero de marzo, lo que hizo aumentar los rendimientos de los bonos del Tesoro a corto plazo, como la nota a dos años.
Por su parte, los inversores temen que la Fed vaya demasiado lejos y frene la economía al punto de generar una profunda recesión. Esa preocupación se refleja en la caída del rendimiento de los bonos del Tesoro a largo plazo, por ejemplo a diez años, que revelan mucho sobre las expectativas de crecimiento de los inversores.
Acciones al suelo
Ese nerviosismo también se refleja en otros mercados: en lo que va del año, en Estados Unidos las acciones cayeron cerca del 17%, por las dudas de los inversores sobre la capacidad de las empresas para resistir una recesión económica. El precio del cobre, un indicador global por su uso en muchos productos industriales y de consumo, ha caído más del 25%. Y el dólar estadounidense, un refugio en momentos de turbulencia, está en su punto más alto en dos décadas.
La característica de la curva de rendimiento es su poder predictivo, y su actual alarma de recesión es la más fuerte desde fines del año 2000, cuando empezó a explotar la burbuja de las acciones de empresas tecnológicas y la recesión estaba a unos meses de distancia.
Esa recesión arrancó en marzo de 2001 y duró cerca de ocho meses. Cuando comenzó, la curva de rendimiento ya había vuelto a la normalidad, porque los diseñadores de políticas públicas habían empezado a bajar las tasas de interés para motorizar la economía.
La curva de rendimiento también predijo la crisis financiera global que comenzó en diciembre de 2007, invirtiéndose inicialmente a fines de 2005 y manteniendo esa forma hasta mediados de 2007.
Ese historial hizo que los inversores financieros notaran rápidamente que la curva de rendimiento se ha invertido nuevamente. “La curva de rendimiento no es palabra sagrada, pero creo que ignorarla es correr un riesgo”, dice Greg Peters, codirector de inversiones en el administrador de activos PGIM Fixed Income.
¿Pero qué parte de la curva de rendimiento es importante? En Wall Street, la parte que más interés suscita de la curva de rendimiento es la relación entre el rinde a dos años y el rinde a diez años, pero algunos economistas prefieren enfocarse en la relación entre las letras a tres meses y las papeles a diez años.
Para la mayoría de los analistas de mercado, se mida como se mida, la curva de rendimiento revela más o menos lo mismo: es un indicador de la desaceleración económica. Algunos investigadores y analistas sostienen que considerarla como una señal de recesión es exagerado.
Una crítica frecuente es que la curva de rendimiento nos dice poco acerca de cuándo comenzará la recesión y solo indica que probablemente ocurra. Según datos del Deutsche Bank, el tiempo promedio de llegada de la recesión una vez que los rendimientos a dos años superan a los de diez años es de 19 meses. Pero el plazo varía de seis meses a cuatro años.
Además, la economía y los mercados financieros cambiaron desde la crisis financiera de 2008, cuando la curva de rendimiento estuvo de moda por última vez. La curva de rendimiento es una manera simple de pronosticar la trayectoria del crecimiento estadounidense y la posibilidad de que ocurra una recesión. Es un dato confiable, pero imperfecto.
Joe Rennison
Traducción de Jaime Arrambide
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