Elon Musk ya impone su impronta en Twitter: despidos, reacciones políticas, y un futuro incierto
El dueño de Tesla y SpaceX cerró la adquisición de la red social y tomó control de la compañía; echó a la cúpula y anunció la creación de un consejo para moderar los contenidos
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WASHINGTON.- El tuit, de solo cuatro palabras, marcó un cambio de época, y fue la antesala de un vendaval. “El pájaro está liberado”, escribió Elon Musk, a las 23.49 del jueves, hora del este, de Estados Unidos. Horas más tarde, las primeras novedades sobre el nuevo rumbo de Twitter comenzaban a copar los titulares. La cúpula fue descabezada. La empresa avisó que dejará de cotizar en bolsa. Los empleados se prepararon para una ola de despidos. Y Donald Trump celebró que Twitter ahora “está en buenas manos”, palpitando un eventual retorno a la plataforma que le abrió paso a la Casa Blanca.
El primer día de Elon Musk en Twitter tuvo su sello, y dejó un abanico de reacciones políticas –silencio o preocupación de los demócratas; entusiasmo entre los republicanos– que fueron un fiel reflejo sobre los anhelos y las inquietudes que envuelven el futuro de una de las redes sociales más influyentes del planeta.
the bird is freed
— Elon Musk (@elonmusk) October 28, 2022
Los primeros cambios ocurrieron apenas horas después de que Musk tomara el control de la compañía. Los principales ejecutivos, incluido el CEO, Parag Agrawal, fueron despedidos. La junta directiva también se preparaba para ser desbandada luego de que Twitter informó a la Comisión de Bolsa y Valores, el organismo regulador del mercado bursátil de Estados Unidos, que la empresa dejará de cotizar en bolsa, reduciendo el escrutinio externo. Musk también anunció su primera decisión sobre dos temas sensibles: qué sucederá con la moderación de contenidos en la plataforma, y con las cuentas suspendidas, como la de Trump.
“Twitter formará un consejo de moderación de contenidos con puntos de vista ampliamente diversos”, anticipó Musk. “No se tomarán decisiones de contenido importantes ni se restablecerán cuentas antes de que se reúna ese consejo”, señaló.
Después de meses de idas y vueltas, demandas y la amenaza de un juicio, Musk se convirtió en el nuevo dueño de Twitter tras finiquitar el jueves por la noche el acuerdo de transferencia por US$44.000 millones. El cambio de manos cerró una las operaciones de mayor impacto en el mundo tecnológico. Aunque Twitter es menos popular que Facebook, Instagram o TikTok, posee una enorme influencia política y ha estado en el centro del debate sobre los límites a la libertad de expresión en Internet. Musk ha dicho que quiere transformar la plataforma, y si bien ha dejado entrever en varias oportunidades su proclividad a ser más laxo a la hora dictaminar qué se puede decir y quién puede decirlo, ante de tomar control de la empresa dijo que Twitter “no puede convertirse en un infierno de todos contra todos”.
Gran parte de la preocupación por el ingreso de Musk en Twitter ha estado enfocada en una persona: Donald Trump. Trump fue expulsado de Twitter luego del ataque al Congreso el 6 de enero de 2021, que empañó la transición presidencial. Para la derecha de Estados Unidos, esa decisión terminó por coronar lo que muchos ven, lisa y llanamente, como una censura a favor de la izquierda. Trump fue uno de los primeros en festejar la llegada de Musk a la red social que fue su principal canal de comunicación, y un trampolín para su meteórica carrera política. Lo hizo en Truth Social, la red que creó luego de su destierro de Twitter.
“Truth Social se ha convertido en algo así como un fenómeno. La semana pasada tuvo números más grandes que todas las demás plataformas, incluidas TikTok, Twitter, Facebook y el resto. También se ve y funciona mejor para mi ojo. Estoy muy feliz de que Twitter ahora esté en buenas manos, y ya no será dirigido por lunáticos y maníacos de izquierda radical que realmente odian a nuestro país”, escribió Trump.
Trump no es la única figura que podría regresar a Twitter. El rapero Kanye West, ahora llamado Ye, también perdió su cuenta luego de publicar comentarios antisemitas. A principios de este año, Twitter también suspendió permanente a la congresista republicana Marjorie Taylor Greene, una entusiasta de las teorías conspirativas, por diseminar información falsa sobre las vacunas contra el coronavirus. Alex Jones, quien perdió una demanda multimillonaria por afirmar que la matanza de Sandy Hook era falsa, también fue expulsado. A su vez, Twitter recibió críticas por mantener otras cuentas, entre ellas, una vinculada al ayatolá Ali Khamenei de Irán, quien llamó a Israel “un tumor cancerígeno maligno” que debe ser “removido y erradicado”, y puso en duda que el Holocausto haya ocurrido.
En Washington, las reacciones políticas tuvieron un claro perfil partidario. “Libertad de expresión. Lágrimas progresistas”, tuiteó Jim Jordan, uno de los congresistas republicanos más mordaces. Andy Levin, demócrata de Michigan, ofreció una contracara luego de que se conocieron los despidos en la cúpula de la empresa: “QEPD, Twitter medianamente cuerdo. El derramamiento de sangre ha comenzado”, tuiteó.
Luego de meses de idas y vueltas, Musk se enfrentará ahora a múltiples dilemas al frente de Twitter, y con la carga financiera de una operación que, para muchos, fue muy costosa. La derecha le reclamará que lleve a la práctica su prédica a favor de la libertad de expresión con una mano suave para imponer límites, mientras que la izquierda le demandará contener el discurso que aliente la violencia y la desinformación. Musk se ha propuesto revitalizar la “plaza pública” y atraer más usuarios, pero a a la vez quiere reforzar las finanzas de la empresa, para lo cual necesitará ofrecer a las empresas una plataforma lo suficientemente potable –lo que significa restringir contenidos tóxicos– como para que estén dispuestos a publicar sus avisos. “Bienvenido al infierno, Elon”, resumió Nilay Patel, editor en jefe de The Verge.
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