El verano le sonríe a Joe Biden: tras varios traspiés, vuelve a recuperar popularidad
La caída del precio de la nafta, varias iniciativas en el Congreso y el avance judicial contra Trump impulsaron la imagen del presidente en EE.UU.
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WASHINGTON.- El verano boreal está llegando a su fin, pero si fuera por Joe Biden, nunca se acabaría. Si un año atrás Biden y la Casa Blanca estaban agobiados por las malas noticias –la variante Delta, la parálisis de su agenda en el Congreso, y su peor crisis: la caótica salida de Afganistán–, ahora el presidente y líder del Partido Demócrata surfea uno de los mejores momentos de su gobierno. Ya no es simplemente un “veranito”. Luego de varios meses difíciles, en los que se apilaron la guerra en Ucrania, roces políticos internos, traspiés propios y una economía angustiada por la peor inflación desde los 80, Biden parece haber logrado dar vuelta la historia de su presidencia.
Todas las encuestas marcan la misma tendencia: el respaldo a la gestión de Biden crece, y su popularidad despegó del piso al que había caído en julio, que lo convirtió en el mandatario menos valorado desde la posguerra, peor, incluso, que su antecesor, Donald Trump. El último sondeo que ratificó el giro fue de la agencia AP, que le dio un apoyo del 45% –nueve puntos arriba de julio–, justo antes de su partida a Londres, este sábado, para el funeral de estado de la reina Isabel II. Luego, Biden aterrizará el martes en Nueva York para brindar su mensaje a la asamblea general de las Naciones Unidas.
El renacimiento en la popularidad de Biden dista de ser definitivo o de poner punto final a sus problemas o a los de los demócratas. La mayoría del país todavía desaprueba su gestión, y su política económica genera más críticas que elogios entre los norteamericanos. Pero el repunte de las últimas semanas ha servido para revitalizar a los demócratas, quienes hasta hace poco parecían resignados a sufrir una dura paliza en las elecciones legislativas de noviembre, sepultados por una “ola roja”. Pese al nuevo clima político, los republicanos aún confían en su victoria.
Detrás del rebote de Biden aparecen tres fenómenos que se entrelazaron este verano boreal. Luego de marcar un récord, los precios de la nafta –un dato al que los norteamericanos reaccionan con extrema sensibilidad– han caído día tras día durante los últimos tres meses, brindando un respiro con la inflación. Leve, pero respiro al fin. Es el principal problema de la economía, y tomó desprevenido al gobierno de Biden. El segundo empujón surgió del Congreso: meses de negociaciones que, más de una vez, chocaron con una pared y estuvieron a punto de zozobrar, llevaron finalmente a los demócratas a lograr sacar un puñado de leyes, incluido un paquete que incluyó varias de las iniciativas que Biden había presentado en su agenda doméstica Build Back Better, o Reconstruir Mejor. Esa seguidilla de victorias legislativas renovó las credenciales de hábil negociador de Biden, y ahuyentó, al menos momentáneamente, una idea muy arraigada en Estados Unidos: que Washington está atenazada por el gridlock, la parálisis institucional, y es imposible sacar algo del Congreso.
El último ingrediente fue el regreso a las primeras planas de los diarios de Donald Trump, luego de la redada del FBI en su residencia en el resort Mar-a-Lago, en Palm Beach, cuando las autoridades confiscaron documentos confidenciales que se llevó de la Casa Blanca. El retorno de Trump, quien enfrenta una pila de problemas en la Justicia, refrescó en el imaginario algunos de los motivos que llevaron a muchos norteamericanos a elegir a Biden en primer lugar, aun cuando esté lejos de ser su político favorito.
“No creo que sea la mejor persona para esta tarea; es el mejor de entre las personas que teníamos para elegir”, dijo a la agencia AP Betty Bogacz, de 74 años, jubilada de Portland, Oregón. “Representaba la estabilidad, que creo que el presidente Trump no representó en absoluto”.
Recostado en su rebote, y con la mirada puesta en las elecciones legislativas de noviembre, Biden viajó semanas atrás a Filadelfia para dar un discurso en el que reforzó uno de los temas favoritos de su presidencia, la defensa de la democracia. De paso, Biden aprovechó para marcar diferencias respecto de Trump en el mensaje más frontal contra el magnate desde que llegó a la Casa Blanca. Biden siempre se refiere a Trump como “mi predecesor”, pero en esa ocasión lo llamó con nombre y apellido, y cargó directamente contra su movimiento Make America Great Again.
“Mucho de lo que está sucediendo en nuestro país hoy no es normal. Donald Trump y los republicanos ‘MAGA’ representan un extremismo que amenaza los cimientos mismos de nuestra república”, dijo Biden.
El rebote le permite a Biden sacarse de encima una etiqueta incómoda: ya no es más el presidente más devaluado desde la posguerra, algo que se escuchaba seguido en la cobertura de su gobierno. Las últimas encuestas marcan un quiebre y muestran un respaldo en franco crecimiento. Biden cuenta ahora con un apoyo levemente superior al 43%, según el sitio FiveThirtyEight, por arriba del que tenían Donald Trump, Ronald Reagan o Bill Clinton a la misma altura de sus primeros mandatos. La historia se dio vuelta en julio, cuando su popularidad comenzó a subir.
Las voces en el Partido Demócrata que pedían que dieran un paso al costado para 2024 se han silenciado, y el oficialismo ahora se entusiasma con la posibilidad de intentar pelear con el control del Congreso en las elecciones legislativas de noviembre. La idea de una “ola roja” que pase el control del Capitolio al Partido Republicano ha perdido fuerza por la mejora en la imagen presidencial, la irrupción de Trump en la conversación política nacional –quien además sigue cuestionando la elección de 2020–, y una participación más alta de lo habitual de las mujeres que comienza a verse en las primarias, furiosas con el fallo de la Corte Suprema que le quitó la protección constitucional al derecho al aborto. Los demócratas, ahora, se esperanzan con retener el Senado, aunque la gran mayoría de los norteamericanos cree que el país marcha en la dirección equivocada.
Días atrás, Barack Obama regresó a la Casa Blanca para la presentación de su retrato oficial y el de su mujer, Michelle Obama. Biden y su mujer, Jill Biden, los recibieron como sucesores, amigos y familia, un lazo forjado durante años compartidos en Washington. Antes de presentarlo, Biden recibió una larga ovación de pie. “Joe, ahora es una buena fortuna para Estados Unidos tenerte como presidente”, dijo Obama, al inicio de su discurso. Obama, quien no quiso respaldar abiertamente a Biden en 2016, le dijo ahora que había “ido más allá” de lo que habían logrado juntos durante su presidencia, y se subió a la nueva ola bidenista: “El país está mejor que cuando asumiste el cargo, y todos deberíamos estar profundamente agradecidos por eso”, cerró.
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