El trágico y misterioso accidente del vuelo de Trans World Airlines: dejó 230 muertos y 26 años después no se sabe qué pasó

Una catástrofe y un misterio que aún continúa 26 años después. Los restos del vuelo 800 de Trans World Airlines (TWA) en Nueva York cayeron a las aguas del Océano Atlántico el 17 de julio de 1996 y 230 personas que se dirigían a París nunca llegaron a su destino. Se trata de uno de los desastres aéreos más trágicos en la historia de Estados Unidos.

El accidente ocurrió solo 12 minutos después del despegue del Aeropuerto Internacional John F. Kennedy (JFK). Este estaba previsto para las 19 horas, pero un pasajero se demoró y las sospechas por una valija sin dueño retrasaron el despegue hasta las 20.18. Minutos después, el Boeing 747 con destino a París solo alcanzaría las inmediaciones de la costa de Long Island.

Eran alrededor de las 20.30 cuando tras una presunta explosión, la cabina del piloto de la aeronave cayó al mar y el avión continuaría ascendiendo unos segundos más. Horas antes, el avión, que llevaba a sus espaldas 17.000 vuelos y alrededor de 93.000 horas de operaciones, había aterrizado en el aeropuerto de Nueva York proveniente de Grecia, Atenas, a las 16.38 horas y sin complicaciones. Posteriormente, se procedió al cambio de tripulación y a las revisiones técnicas previas al vuelo 800.

Pero, pocos minutos después y a 13.700 pies (4.176 metros), el piloto de otro avión perteneciente a la compañía Eastwind Airlines, alertaba al centro de control de Boston sobre una “explosión en el aire”. En ella, fallecieron 12 tripulantes y 212 pasajeros, cuyos cuerpos se encontraron tras diez meses de búsquedas exhaustivas.

Las teorías en cuanto a qué sucedió con la aeronave aún persisten y no se resolvieron. Según señalan medios internacionales, como el medio británico Daily Star, algunos informes sobre el accidente recaudaron testimonios de testigos que aseguraron ver “una bola de fuego” en el cielo, lo que desató la teoría de que el avión fue alcanzado por un misil. Otros divagan entre la posibilidad de que se ejecutara un ataque terrorista o que una falla eléctrica ocasionaría un incendio en el tanque de combustible casi vacío del ala central, según advirtió la agencia Reuters.

El mismo medio reprodujo las palabras del médico forense del condado de Suffolk, el doctor Charles Wetli, instantes después del accidente, sobre la creencia de que todos los pasajeros murieron por un “latigazo cervical” cuando el avión explotó y que al caer al agua ya habrían fallecido.

Pero la realidad es que, tras numerosas investigaciones, el desencadenante que causó la explosión continúa siendo un misterio. La investigación, según los medios internacionales mencionados, costó alrededor de $40 millones. Tras cuatro años de investigación, en agosto de 2000 la Junta Nacional de Seguridad del Transporte (NTSB) determinó que “la causa más probable” de la explosión sería una chispa de un fallo eléctrico que encendió una mezcla inflamable de combustible y aire en el depósito central.

Los equipos de rescate lograron recaudar todas las piezas del avión, que pesaba 170 toneladas, del fondo del océano y la NTSB reconstruyó la aeronave como parte de la investigación y lo trasladaron en 2003 a Ashburn (Virginia). Pero en 2014 aseguraron que no se reabriría la investigación.

Un día antes de cumplirse el primer aniversario del accidente, el aeropuerto JFK rindió homenaje a los 230 fallecidos, con cinco días de conmemoración por la pérdida de los familiares y allegados.

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