El narcotraficante mexicano ofreció nueva información sobre cómo los miembros de la delincuencia organizada se infiltraron hasta la médula del gobierno mexicano
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La primera reunión, relató Jesús “El Rey” Zambada, ocurrió en un restaurante de Ciudad de México llamado Champs Elysées, célebre por sus cochinillos de fin de año y, paradójicamente, cercano a la embajada de Estados Unidos.
Corría el año 2006 y un abogado del cartel de Sinaloa le había dicho a Zambada, uno de sus capos, que podía tenderle un puente con el hombre que asumiría como secretario mexicano de Seguridad Pública, Genaro García Luna.
El encuentro se concretó a un costo de tres millones de dólares, aseguró El Rey este lunes como testigo del juicio a García Luna en una corte federal de Nueva York por cargos de narcotráfico que él niega.
El hermano de Ismael “El Mayo” Zambada, líder del cartel, agregó que él mismo se encargaría de recolectar el dinero, con el que llenaron una maleta deportiva y un portafolio que el abogado, Oscar Paredes, supuestamente entregó a García Luna en una sala privada del segundo piso del restaurante.
Si bien no participó directamente de ese primer encuentro, El Rey testificó que lo siguió a la distancia desde el inicio y que, un cuarto de hora después, vio a García Luna con dos de sus hombres que llevaban la maleta y el portafolio. Sostuvo que tras ese encuentro, el abogado le indicó que El Mayo estaría a salvo de investigaciones o persecuciones policiales, protegido desde el propio gobierno.
“Dijo que no iba a haber problemas con mi hermano”, señaló Zambada, y que García Luna tenía un acuerdo similar con otro capo narco, Arturo Beltrán Leyva.
Además de narrar otro supuesto soborno a García Luna en el mismo lugar, Zambada explicó por qué era importante para el cartel tener de su lado al alto funcionario, un testimonio que puede resultar clave en el juicio.
“Mucho gusto”
Zambada fue detenido en México en 2008 por narcotráfico y extraditado a EE.UU., donde estuvo preso y llegó a un acuerdo de cooperación con la fiscalía para reducir su propia condena.
De hecho, también fue testigo en 2018 del juicio a Joaquín “El Chapo” Guzmán, otro líder del cartel de Sinaloa condenado en la misma corte a cadena perpetua.
Poco después de testificar contra Guzmán, El Rey recibió una condena de 12 años de prisión en 2020. Pero como había cumplido ese tiempo tras las rejas, quedó libre bajo supervisión en EE.UU., donde reside en un sitio desconocido junto a su familia.
En el juicio a El Chapo, Zambada ya había testificado sobre sus sobornos a García Luna, algo considerado clave para la posterior detención del acusado, quien entonces residía libremente en Miami y calificó como una “mentira, difamación y perjurio” ese relato.
Que los fiscales de EE.UU. hayan ubicado a El Rey casi al final de su lista de testigos contra García Luna —la cual incluyó desde otros narcos colaboradores hasta policías— refleja la importancia que su testimonio tiene para la acusación.
La delincuencia estaba dentro del gobierno mexicano
Zambada ofreció este lunes nuevos detalles sobre cómo el cartel se infiltró hasta la médula del gobierno mexicano.
Dijo que para el primer soborno, cuando García Luna aún dirigía en México la Agencia Federal de Investigación (AFI), él mismo requirió que se hiciera en un sitio que le permitiese seguirlo a la distancia, para evitar el contacto directo porque prefería actuar con discreción.
Sin embargo, relató que en la segunda reunión realizada unas semanas después tuvo un encuentro personal imprevisto con García Luna cuando fue a la sala privada del segundo piso a pedido de su abogado y el funcionario golpeó la puerta.
Zambada dijo que ambos se saludaron con un apretón de manos, se dijeron “mucho gusto” y luego él se retiró.
El pedido al cartel para concretar esa reunión, precisó, fue de dos millones más.
Los beneficios para el cartel
Según Zambada, los sobornos facilitaron mucho más la protección de su hermano El Mayo, quien nunca ha sido detenido hasta ahora.
El cartel también consiguió un compromiso de colocar funcionarios policiales de confianza en las zonas o “plazas” que estaban bajo su control, dijo.
El Rey relató que él mismo estuvo a cargo de manejar los movimientos del cartel en el aeropuerto de Ciudad de México, donde policías colaboraban con el trasiego de drogas.
También indicó que pagó US$350.000 destinados a Víctor Hugo García, sobrino de García Luna, para colocar en la subprocuraduría contra la delincuencia organizada, SIEDO, a un hombre de su confianza: Edgar Bayardo, quien pasaba información confidencial del gobierno al cartel.
Y agregó que luego pagó más sobornos para que ascendieran a Bayardo, quien murió acribillado a balazos en 2009 en un café.
Zambada explicó que tener a García Luna de su lado permitió al cartel funcionar con seguridad en tiempos de guerras internas y presiones del exterior, con envíos de toneladas de drogas a EE.UU. por cientos o hasta miles de millones de dólares mensuales.
Partes de su testimonio encajan con lo que dijeron en el juicio otros testigos colaboradores como Sergio Villarreal Barragán, conocido como “El Grande”, u Oscar Nava Valencia, un exmiembro del cartel del Milenio apodado “El Lobo”.
Aunque se esperaba que el juicio se extendiera por ocho semanas, la Fiscalía de EE.UU. sorprendió la semana pasada al anunciar que esta semana (la cuarta) terminaría de presentar a sus testigos.
Luego será la oportunidad de hacerlo para la defensa.
El futuro de García Luna
Si bien García Luna ha declinado testificar en su propia defensa (algo que podía exponerlo a un contrainterrogatorio de los fiscales sobre temas que han permanecido ajenos al caso, como su riqueza luego de dejar el gobierno) es posible que sus abogados presenten al menos un testigo a su favor.
Después será el momento de los argumentos finales de ambas partes y el jurado pasará a deliberar, posiblemente esta misma semana, sobre si está probado que el hombre que debía dirigir la guerra al narco en México colaboró con los carteles que decía perseguir.
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