El pueblo fantasma de California que supo vivir otra realidad en los años 50
Aunque el lugar en medio del desierto de Mojave perdió el encanto que lo caracterizaba, para algunos visitantes aún resulta una experiencia nostálgica llegar hasta ahí
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En el corazón del desierto de California, Estados Unidos, a orillas de la Ruta 66, se ubica uno de los tesoros escondidos más intrigantes de la región: el pequeño pueblo de Amboy. En unas décadas pasó de ser una parada obligada en una de las rutas más transitadas del país, a un pueblo fantasma donde el tiempo parece haberse detenido. Sin embargo, su encanto podría revivir próximamente gracias al entusiasmo de unos pocos.
Este peculiar rincón, ubicado en el condado de San Bernardino, a unos 300 kilómetros de Los Ángeles, comenzó a volverse popular entre los turistas a finales del siglo XIX, cuando se estableció como una escala de la ruta de ferrocarril de la compañía Atlantic and Pacific Railroad, según las crónicas recopiladas por la plataforma Historical Marker Database. En 1907, se descubrió petróleo en la región, lo que impulsó aún más el crecimiento de Amboy. Así, la población del pueblo aumentó y se construyeron nuevas casas, negocios y escuelas.
Fue hasta la década de 1950 que se convirtió en un destino famoso, cuando el empresario Roy Crowl abrió un motel, una estación de servicio y un café para proporcionar los servicios básicos a los visitantes que recorrían la icónica ruta, que comenzaba desde Chicago, Illinois, y atravesaba los estados de Misuri, Kansas, Oklahoma, Texas, Nuevo México, Arizona y llegaba hasta Los Ángeles, California, en un trayecto de casi 4000 kilómetros.
El Roy’s Café, con su letrero de neón brillante y su arquitectura distintiva de los años 50, se convirtió en un símbolo de la Ruta 66. Por su ubicación estratégica, Amboy fue considerado un oasis en medio del desierto, donde la música y la vida nocturna estaban a la orden del día. Crowl incluso construyó una pista de aterrizaje para atraer a otros visitantes y celebridades que preferían llegar en avión.
El adiós de Amboy y su futuro incierto
Los años dorados de Amboy terminaron en 1964, cuando la Ruta 66 fue reemplazada por la Interestatal 40, una nueva autopista que era más directa y rápida para atravesar el Medio Oeste de Estados Unidos. Desde entonces, el pueblo quedó atrapado en el tiempo, con el cartel del Roy’s Café desgastado, como testigo de su vibrante pasado.
Aunque la población de este rincón en el desierto había llegado a ser de unas 600 personas, a finales de 1989 solo quedaban 20 habitantes. La mayoría de los edificios como la iglesia y la escuela ya estaban en desuso, según describe Los Angeles Times, donde el entonces propietario Herman Bazel Burris anunciaba sus planes de vender las 21 hectáreas de terrenos por 2,5 millones de dólares.
A pesar de su decadencia, Amboy no desapareció por completo. En 2005, Albert Okura, un empresario de comida rápida, adquirió los locales donde alguna vez funcionó el Roy’s Café y comenzó una exhaustiva remodelación para devolverle el brillo a este pueblo olvidado; sin embargo, sus planes se frustraron porque murió cuatro años después.
Finalmente, fue su hijo, Kyle Okura, quien tuvo que hacerse cargo de cumplir el sueño. Tras continuar con las obras de rehabilitación, logró encontrar a unos entusiastas empleados que viajan cada día más de una hora para volver a operar la estación de servicio. El inesperado heredero del pueblo fantasma contó al sitio SFGate que tienen planes de reabrir las habitaciones del motel y la cafetería el próximo año.
¿Cómo llegar a Amboy desde Los Ángeles?
Visitar Amboy es como viajar atrás en el tiempo y en la actualidad el pueblo se mantiene como uno de los destinos favoritos entre los amantes de la historia y los entusiastas de la Ruta 66, que quieren experimentar la nostalgia de los años 50 y aún se sienten atraídos por los letreros de neón que brillan con un encanto retro.
“Hemos tenido a gente sin piernas que ha cruzado Estados Unidos andando. Ha venido un youtuber japonés desde Nueva York tirando de un rickshaw (bicitaxi). Es algo surrealista, las cosas que aparecen en el desierto”, narró al sitio de noticias Ken Large, gerente de la estación. Además, una de las atracciones más curiosas que atrae gente al sitio es el Cráter Amboy, registrado por la Oficina de Ordenación del Territorio del Departamento del Interior como patrimonio natural de EE.UU.
Para los visitantes ocasionales, la mejor manera de llegar a Amboy es en auto desde Los Ángeles, un trayecto que dura aproximadamente 3 horas y media por la Interestatal 10, la ruta estatal 62 (CA-62) y la ruta 78. El camino es bueno y el tráfico es escaso, pero hay que tener en cuenta que las temperaturas en el desierto de Movaje pueden alcanzar los 50 °C, por lo que es importante llevar mucha agua y protección solar.
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