El precio de la nafta marca un récord en EE.UU. y pone al gobierno de Biden ante nuevos dilemas
La guerra en Ucrania y las sanciones a Rusia dispararon el precio del petróleo, el trigo y otras materias primas y fuerzan a la Casa Blanca a buscar alternativas para aliviar el golpe a la economía
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WASHINGTON.- La guerra ocurre en Europa, del otro lado del Atlántico, pero se siente en todas las estaciones de servicio de Estados Unidos. Por la invasión de Rusia a Ucrania, y el aumento posterior en el valor del petróleo, el precio promedio de la nafta marcó el lunes un récord arriba de los US$ 4, el impacto más notorio del conflicto en el día a día de los norteamericanos. La suba del crudo, y del paladio y el níquel –insumos industriales para autos, baterías, teléfonos y computadoras– o del trigo auguran precios más altos, alimentos y bienes más caros y más inflación, y ponen al gobierno de Joe Biden ante nuevos dilemas para intentar amortiguar el impacto de la guerra en el país.
Con las primeras subas de precios, Estados Unidos ha comenzado a ver en casa el alcance de la invasión de Putin y la ola de sanciones que Occidente impuso en represalia a Moscú, y que implicó en los hechos desconectar a Rusia, la 11ª economía del mundo, del resto del planeta. Multinacionales como Apple, American Express, Exxon, Ford, Honda, IKEA, Samsung, Shell o UPS, por nombrar algunas, cortaron sus lazos con Rusia.
Economistas y el Fondo Monetario Internacional esperan que el aumento de los precios del petróleo –el lunes el crudo Brent llegó a superar los 130 dólares el barril, el nivel más alto desde 2008– y de los alimentos sumado a nuevos problemas en las cadenas globales de suministro terminen por exacerbar la inflación, que ya en Estados Unidos ha tocado un máximo en los últimos 40 años y ha llevado a la Reserva Federal a preparar el terreno para subir la tasa de interés.
La primera y más notoria muestra de esa nueva realidad la dio el precio de la gasolina, que marcó un récord el lunes: el valor promedio del galón de combustible subió a 4,104 dólares el galón, según el sitio GasBuddy, apenas por encima de la marca histórica anterior de mediados de 2008. Además de alcanzar un nuevo pico, la nafta tuvo la suba más fuerte de la historia durante la última semana, luego de que se desató el conflicto con Ucrania, cuando registró una suba de casi 50 centavos de dólar.
“Los estadounidenses nunca han visto precios de gasolina tan altos, ni hemos visto el ritmo de aumento tan rápido y furioso”, dijo en un comunicado el jefe de análisis de petróleo en GasBuddy, Patrick De Haan. “Esa combinación hace que esta situación sea aún más notable e intensa, con sanciones paralizantes sobre Rusia que frenan su flujo de petróleo, lo que lleva a un aumento masivo en el precio de todos los combustibles: gasolina, diésel, combustible para aviones y más”, describió.
El fuerte y repentino aumento de los precios en Estados Unidos implica un golpe para los consumidores del país en medio de la recuperación de la pandemia del coronavirus, pero también es visto por algunos en Washington como un costo necesario e ineludible para hacer frente a la brutal invasión de Putin en Ucrania, que se llevó puesto al orden global.
“En última instancia, si el precio para combatir la tiranía es un período de precios más altos, ese es un precio que debemos estar preparados para pagar como país”, resumió el fin de semana el economista Larry Summers, quien fue Secretario del Tesoro de Bill Clinton, durante una entrevista con Fareed Zakaria.
Para el gobierno de Joe Biden, puede ser bastante más complicado. Junto con sus aliados europeos, la Casa Blanca ha mostrado una fuerte determinación para imponer sanciones económicas a Rusia y a Putin en represalia por la invasión a Ucrania. El gobierno de Biden también ha dejado en claro su convicción para ampliar las sanciones de manera calibrada y escalonada para forzar un repliegue del Kremlin. Pero la ofensiva desplegada por Occidente llevará inevitablemente al gobierno de Biden a enfrentar dilemas para amortiguar el impacto del conflicto en el país.
Uno de esos dilemas es si la Casa Blanca alivia las sanciones a los regímenes al frente de otros países productores de petróleo, como Venezuela o Irán, para paliar un eventual embargo petrolero a Rusia. El gobierno de Biden ya abrió conversaciones con el régimen de Nicolás Maduro. La Casa Blanca confirmó que funcionarios norteamericanos viajaron el fin de semana a Caracas para discutir “una variedad de temas” con el régimen de Nicolás Maduro, indicó la vocera presidencial, Jen Psaki, que incluyeron la “seguridad energética”. Psaki dijo que hay 9000 permisos de perforación de petróleo aprobados sin usar y desligó la política energética de Biden de los recientes aumentos.
Otro dilema es si alienta la producción de petróleo en Estados Unidos cuando su gobierno ha abogado por acelerar la transición a una economía verde y abandonar los combustibles fósiles. Biden recibió críticas de la derecha por enterrar el oleoducto Keystone XL desde Canadá a Texas, una decisión que varios republicanos le recordaron estos días.
“Estados Unidos puede reemplazar fácilmente a el petróleo de Putin produciendo más del nuestro”, dijo el senador republicano Marco Rubio en Twitter. “En cambio, el plan de Biden es rogar a Arabia Saudita que produzca más, comprar más de un régimen narcoterrorista de Maduro en Venezuela y hacer un trato con el principal patrocinador estatal del terrorismo en el mundo en Irán”, insistió.
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