El polémico plan de Donald Trump y Robert Kennedy Jr. para retirar el flúor del agua potable
Algunos estudios sostienen que este elemento está relacionado con el incremento de enfermedades en los niños que son expuestos a su consumo
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La reciente victoria de Donald Trump en las elecciones de Estados Unidos reavivó el debate sobre la fluoración del agua potable, impulsado en gran parte Robert F. Kennedy Jr. El abogado y activista aseguró durante la campaña que el magnate neoyorquino quitaría el flúor del agua si llegaba a la presidencia.
La postura abrió nuevas discusiones en torno a un tema que ya era polémico. Mientras defensores del flúor destacan sus beneficios para prevenir caries, críticos sostienen que su uso en el agua potable representa un riesgo innecesario para la salud pública.
¿Por qué Robert Kennedy Jr. pidió eliminar el flúor del agua?
Robert Kennedy Jr., activista medioambiental y abogado, se convirtió en uno de los principales impulsores de la iniciativa para prohibir el flúor en el agua. En el último tiempo destacó los efectos nocivos que, según él, provoca la fluoración en la salud, especialmente en los niños y en personas con sistemas inmunes comprometidos, según indicó AP.
“El flúor añadido al agua de forma masiva representa un riesgo de toxicidad que las autoridades sanitarias no pueden ignorar”, afirmó Kennedy y subrayó la promesa de Donald Trump de eliminar este componente, como uno de los cambios esperados en el sistema de salud pública.
Kennedy basó sus argumentos en estudios que vinculan la exposición prolongada al flúor con problemas neurológicos y de desarrollo en chicos. Según él, algunas investigaciones sugieren una correlación entre el consumo y una disminución en el coeficiente intelectual en niños, en especial aquellos que crecieron en áreas con altos niveles de fluoración.
Kennedy considera que la fluoración masiva es una forma de imponer un tratamiento sin el consentimiento individual y asegura que esta medida de salud pública es innecesaria y peligrosa.
La posición científica en torno a la fluoración: ¿realmente es mala?
La comunidad científica y las autoridades de salud pública defendieron históricamente la fluoración del agua, al argumentar que se trata de una de las estrategias más efectivas para reducir la incidencia de caries, explicaron desde SciCheck. Sin embargo, algunos expertos coinciden en que la concentración de este elemento debe ajustarse y que son necesarias investigaciones constantes para evaluar su impacto a largo plazo.
Un informe del Consejo de Investigación Nacional de Estados Unidos advirtió que el flúor, aunque beneficioso en la prevención de caries, puede provocar fluorosis dental cuando se encuentra en concentraciones elevadas. Esto se caracteriza por manchas en los dientes y puede afectar a la estructura ósea en personas que consumen agua con niveles altos de este elemento.
Por tal motivo, organizaciones de salud establecieron límites entre 0,7 y 1,2 partes por millón (ppm) en el agua potable, para buscar un equilibrio entre sus beneficios y el riesgo de efectos adversos.
Frente a los argumentos de Kennedy, científicos como la doctora Jane Lee, investigadora en toxicología, aseguraron que “las concentraciones de flúor en el agua de Estados Unidos cumplen con los estándares de seguridad y, en los niveles actuales, no representan un peligro significativo para la salud”.
La doctora Lee también señaló que la mayoría de los estudios críticos con el flúor se realizaron en contextos de exposición inusualmente alta, muy por encima de lo que los estadounidenses encuentran en el agua potable. Sin embargo, admitió que es importante evaluar los efectos en grupos específicos, como niños pequeños o personas con enfermedades crónicas, quienes podrían ser más sensibles al flúor.
En contraste con las recomendaciones de los expertos, algunos países prohibieron la fluoración en el agua. Alemania, Japón y Suecia optaron por métodos alternativos para combatir la caries, tales como campañas de higiene dental y el uso de pastas fluoradas.
En Estados Unidos, algunas comunidades también decidieron revisar sus políticas y, en ciertos casos, dejaron de añadir este elemento en agua potable. En Portland, Oregon, por ejemplo, los ciudadanos votaron en contra de la fluoración en 2013, y hasta la fecha, la ciudad se mantiene libre de flúor en su suministro.
Aunque los defensores de la fluoración sostienen que ayuda a reducir los costos de atención dental en comunidades de bajos recursos, el escepticismo en torno a la seguridad de su uso continúa en crecimiento. Las nuevas directrices que el gobierno de Trump pueda implementar en los próximos años pondrán a prueba la política pública sobre el agua potable en Estados Unidos, lo que marcará un antes y un después en este debate.
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