El peor final: llevaron un gato doméstico a una isla remota y un año después una especie se extinguió
Debido a la alta tasa reproductiva y su naturaleza cazadora, el felino y su descendencia terminaron por acabar con una especial raza de pájaro
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Si bien los gatos pueden ser muy tiernos, su naturaleza es la de ser cazador, y esto es lo que guía a lo que pasó en una isla remota de Nueva Zelanda en el siglo XIX, en el que los felinos mataron y extinguieron a toda una colonia de pájaros característicos. Los faros solían estar situados en áreas aisladas o islas, con el propósito de guiar a los barcos a través de aguas peligrosas o alrededor de costas traicioneras.
Esta ubicación estratégica y vital para la navegación marítima requería que los “fareros” (vigilantes de los faros) vivieran en lugares remotos y a menudo inaccesibles. La soledad y la rutina monótona de esta labor esencial llevaron a muchos a buscar la compañía de mascotas, que les ofrecían apoyo emocional y ayudaban a controlar las plagas.
David Lyall era un farero que, según sostiene Forbes, a finales del siglo XIX, llevó a su familia (su esposa, al menos un hijo y un gato) a Stephens Island. La aislada isla, ubicada en el estrecho de Cook en Nueva Zelanda, mantenía un entorno prístino debido a la mínima actividad humana. Lyall, apasionado por la historia natural, estaba entusiasmado con la posibilidad de vivir allí. Sabía que podría descubrir y estudiar diversas especies. Sin embargo, llevar a Tibbles, su gatito, resultó ser un error costoso.
Tibbles, al llegar, activó sus instintos felinos de inmediato. A pesar de su domesticación, los gatos conservan fuertes impulsos depredadores heredados de sus ancestros salvajes. Este impulso no solo se basa en la supervivencia; la caza también es una forma de juego y un comportamiento natural para mantener sus habilidades, relata el libro que cuenta la historia publicada en el medio de comunicación.
En Stephens Island, el gato encontró numerosas oportunidades para satisfacer estos instintos. Las especies nativas, sin experiencia previa con depredadores mamíferos, no estaban preparadas para enfrentarse a un cazador experimentado como Tibbles.
Entre las presas que el gato capturó se encontraba un pájaro peculiar, completamente desconocido para la ornitología de la época. Tibbles traía estas aves (a veces parcialmente devoradas y otras intactas) como “regalos” para Lyall, su dueño, quien realizó taxidermia amateur y envió las muestras a ornitólogos prominentes de la época porque le interesaba mucho la naturaleza.
Este pájaro, que luego se conoció como el reyezuelo de Stephens Island o reyezuelo de Lyall, tenía características únicas. Se parecía más a un ratón que a un pájaro, llevando una vida oculta y corriendo entre troncos y rocas. Con sus grandes patas y cola corta, se movía ágilmente por la densa vegetación en lugar de volar. Probablemente debido a la abundancia de comida o la ausencia de depredadores, el reyezuelo de Lyall nunca desarrolló la capacidad de volar. Esta singularidad lo convirtió en una presa fácil para Tibbles y sus crías, que nacieron en estado salvaje poco después de que los Lyall se mudaron a la isla en 1894.
Un gato doméstico y sus crías arrasaron con la especie extinguida
Antes de la llegada del gato y otros depredadores, el reyezuelo de Lyall había prosperado en un entorno sin amenazas. Sin embargo, estas adaptaciones eran inútiles frente a un mamífero depredador como Tibbles y su descendencia.
Los gatos, conocidos por su alta tasa reproductiva, pueden tener varias camadas al año con múltiples gatitos cada vez. Es probable que Tibbles tuviera hasta ocho gatitos por camada, cada uno capaz de reproducirse en solo cuatro meses. Este rápido ciclo reproductivo resultó en una población felina en expansión, sin depredadores naturales para controlarla.
A medida que los gatos salvajes se multiplicaban, también aumentaba su impacto en el delicado equilibrio ecológico de la isla. Cada gatito crecía rápidamente, aprendiendo a cazar y sobrevivir en la naturaleza, con habilidades devastadoramente efectivas contra especies nativas como el reyezuelo de Lyall.
Un año después de la llegada de Tibbles preñada, la población de reyezuelos de Lyall se había desplomado. Los pocos especímenes que David Lyall recogió y conservó fueron enviados a varios museos. Lamentablemente, cuando se comprendió el impacto que estos gatos tenían en las aves, ya era demasiado tarde. El último avistamiento conocido de un reyezuelo de Lyall vivo fue en 1895, apenas un año después de la llegada de Tibbles a Stephens Island.
Lamentablemente para el reyezuelo de Lyall, su incapacidad para volar lo convirtió en un blanco fácil para la creciente población de gatos en la isla y desaparecieron.
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