El nuevo procesamiento de Trump pone a EE.UU. en una senda peligrosa
El caso de los documentos entraña tantos riesgos para el Departamento de Justicia y el gobierno de Joe Biden como para el propio expresidente
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WASHINGTON.- A Donald Trump siempre le gustó romper las reglas. Como candidato, exhibió una conducta que ningún aspirante a la presidencia habría osado tener, y su comportamiento al llegar a la Casa Blanca mancilló todos los valores y tradiciones de la investidura presidencial. Ahora todo eso podría pasarle factura, porque se ha ganado la etiqueta más ignominiosa: es el primer expresidente procesado en una causa penal en la historia norteamericana.
El procesamiento dictado por un gran jurado federal representa un hito extraordinario en la historia legal y política de Estados Unidos, y entraña tantos riesgos para el Departamento de Justicia y el gobierno de Joe Biden como para el propio Trump. El consejero especial Jack Smith, a cargo de la investigación judicial, y el fiscal general Merrick Garland, que dio vía libre al procesamiento, han puesto al país en una senda peligrosa, pero fue el propio Trump el que prácticamente forzó la lapicera del fiscal. Las fotos de cajas con documentos clasificados en el baño y otros salones de la residencia de Trump dieron la vuelta al mundo.
El martes Trump tendrá que presentarse ante un tribunal federal de Miami para escuchar la lectura de cargos en un causa que atañe a los deberes cruciales de un comandante en jefe: el manejo, o mejor dicho desmanejo, según la acusación, de secretos de seguridad nacional. La causa también apunta a lo que para el Departamento de Justicia fue una resistencia deliberada del expresidente a devolver cientos de esos documentos clasificados a los Archivos Nacionales, donde por ley deben guardarse.
La trama entraña tantos peligros e ironías que no se le habría ocurrido al mejor guionista. Sin embargo, es lo que hay: un expresidente acusado penalmente por el Departamento de Justicia mientras busca volver a ocupar la Casa Blanca. Y al peligro para el país se suma que la acusación proviene del gobierno de Biden, el hombre que lo derrotó en 2020 y que podría ser nuevamente su rival en 2024.
Dos veces acusado en juicio político y dos veces absuelto, sobreviviente de numerosas investigaciones policiales y el político norteamericano más disruptivo de su época, Trump ahora ingresa en el capítulo más problemático de su vida. Ahora será un jurado de pares, y no los funcionarios electos que lo absolvieron en los juicios políticos, el que dictará sentencia en la Justicia Penal Federal. A su vez, los votantes republicanos tendrán que decidir si es el candidato más fuerte para enfrentar la elección general. Y si finalmente se alza con la candidatura republicana, el electorado tendrá que decidir si vuelve a ser presidente.
El carril judicial y el carril electoral correrán en paralelo y al mismo tiempo, y no hay garantía de que el resultado en las urnas coincida con el resultado en los tribunales. Esto subraya la naturaleza trascendente de la decisión del gobierno de acusar a un expresidente y también aumenta las chances de que Trump use la acusación en su contra para enardecer el debate político, como ya empezó a hacer desde el mismo jueves por la noche.
La nueva causa contra Trump es de un orden diferente a los otros problemas legales que lo implicaron este año. Eso no implica minimizar la gravedad de la demanda civil presentada por la escritora E. Jean Carroll, donde un jurado recientemente lo declaró culpable de abuso sexual, como tampoco negar la importancia de los cargos penales pendientes en la Justicia de Nueva York, donde enfrenta 34 cargos por falsificación de registros comerciales para ocultar “pagos de silencio” a una actriz de películas porno.
Pero la primera de esas causas tiene que ver con hechos ocurridos hace décadas, y la segunda tuvo lugar durante la campaña de Trump de 2016 y antes de que asumiera la presidencia. Sin embargo, ambas causas reflejan los mismos detalles que dan forma a la figura pública de Trump desde hace años, y que han tenido un impacto político mínimo en la adhesión al expresidente.
El nuevo procesamiento, que Trump anunció a través de la red social Truth Social antes de que el Departamento de Justicia se expidiera públicamente, involucra conductas y acciones en funciones oficiales, durante y después de su presidencia. Trump goza de la presunción de inocencia, y el gobierno tendrá que probar su acusación en los tribunales. Los abogados de Trump prometen ganar esa batalla judicial. Sin embargo, el tipo de cargos que enfrenta en esta causa plantea dudas sobre su idoneidad para ocupar por segunda vez la presidencia.
Pero esta no sería la última acusación relevante que puede enfrentar Trump. El Departamento de Justicia sigue investigando su papel en la toma por asalto del Capitolio, el 6 de enero de 2021, y sus intentos de invalidar el resultado de las elecciones. Y hay otra investigación en curso que analiza si Trump y otros funcionarios violaron la ley en sus intentos de anular los resultados de las elecciones de 2020 en el estado de Georgia.
Pero desde hace un tiempo los expertos legales señalan que el mayor riesgo judicial para Trump es esta causa sobre el manejo de documentos clasificados. Y como se trata del primer procesamiento de la Justicia Penal Federal contra un expresidente, la causa tiene un peso histórico adicional.
No bien Trump anunció que había sido acusado, se desató una acaloraba batalla pública para cambiar el eje de discusión, de los cargos de mala conducta contra Trump a acusaciones de mala conducta contra el gobierno. Y al frente de esa batalla está el propio expresidente, amplificado por sus aliados en el Partido Republicano, muchos de los cuales salieron rápidamente a defenderlo.
Pero la batahola pública no alcanza para ocultar la gravedad de los cargos. Por más que intente politizar el tema y reducirlo a una cuestión mediática, ahora Trump está en un entramado judicial que lo tendrá atrapado durante meses, porque enfrente tiene un equipo de fiscales federales, dirigido por el consejero especial Smith, que son famosos por su integridad y su tozudez.
La causa venía avanzando desde hacía meses y nadie puede sentirse honestamente sorprendido por el procesamiento, mucho menos el propio Trump. Pero eso no implica que para Estados Unidos no sea una prueba de fuego. No sería la primera vez que Trump es investigado, pero se sale con la suya y termina fortalecido dentro del Partido Republicano.
Imposible saber si esta vez será diferente, o si los pruebas en este causa son suficientes para convencer a un jurado a dar un segundo paso extraordinario y condenar a un expresidente por delitos contra la patria. La causa inevitablemente embarrará el debate político en la previa de la elección presidencial, y es difícil saber qué veredicto llegará primero, si el judicial o el de las urnas.
La próxima semana se cumplen ocho años desde que Trump bajó por la escalera mecánica y anunció su candidatura a la presidencia, y desde entonces Estados Unidos navega por aguas turbulentas. Y así seguirá siendo hasta que se conozcan esos veredictos siameses, el de la Justicia y el del electorado.
Dan Balz
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