Un geólogo explicó cómo fue la colisión de un asteroide que experimentó el planeta y las consecuencias que generó en el tiempo
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“El impacto de Chicxulub siempre me cautivó”, dice a BBC Mundo el geólogo colombiano Hermann Bermúdez. “Es fascinante pensar que un evento cósmico cambió todo en un instante, desencadenó una serie de sucesos de magnitud inimaginable y causó devastación en todo el planeta”, continuó.
Bermúdez lleva más de una década en búsqueda de rastros del asteroide que impactó la Tierra hace 66 millones de años en la península de Yucatán.
La colisión no solo causó una extinción masiva que acabó con gran parte de los dinosaurios y permitió que prosperaran los mamíferos. El científico descubrió en Colombia y México indicios de otro efecto catastrófico: un megaterremoto que sacudió a nuestro planeta durante semanas o meses.
Los resultados de la investigación, en la que colaboran geólogos de otros países, serán publicados en los próximos meses. Pero la Sociedad Geológica de Estados Unidos invitó a Bermúdez a dar un adelanto de su trabajo en el encuentro del organismo que tuvo lugar este mes en Denver. El geólogo compartió sus hallazgos con BBC Mundo.
Cómo fue el megaterremoto
El megasismo fue de tal magnitud que la escala de los terremotos (que va hasta 10) no es suficiente para medirlo, explicó el científico, quien realiza actualmente un doctorado en la Universidad Estatal Montclair en Nueva Jersey.
“Debieron ocurrir sismos y réplicas de magnitud 11 o más, algo nunca experimentado por el ser humano”, sostuvo. Bermúdez señaló que “la energía liberada fue equivalente al estallido de 10 mil millones de bombas de Hiroshima o a 50 mil veces la energía que produjo el terremoto del 2004 en el sureste asiático (de magnitud 9,1)”.
“Debido a la enorme cantidad de energía que liberó la colisión de un asteroide del tamaño de Chicxulub (unos 12 km de diámetro, algo así como el tamaño del monte Everest), nuestro planeta experimentó gigantescos terremotos y réplicas colosales por mucho tiempo”, indicó.
Estos sismos, agregó el científico, deformaron el terreno miles de kilómetros alrededor del punto de impacto en la península de Yucatán: “Los sedimentos sufrieron licuefacción y se deformaron decenas de metros bajo la superficie. Estos sedimentos, ahora convertidos en roca, preservaron estructuras de deformación que nos abren una ventana al pasado y al megaterremoto”.
Las claves de la isla Gorgonilla
El geólogo llevaba más de una década buscando en su país evidencia de la franja que marca el momento preciso en que impactó el asteroide, conocida como el límite Cretácico-Paleógeno o límite K/PG.
“El impacto ocurrió justo entre el límite entre estos dos periodos geológicos, por lo que la extinción masiva de especies (que incluyó a los famosos dinosaurios no avianos y el 75% de las especies) es un horizonte de referencia”, comentó.
A 3.000 km del sitio del impacto, Bermúdez y sus colegas hallaron los primeros indicios del megasismo en Gorgonilla, una pequeña isla en el sur del Parque Nacional Isla de Gorgona que se encuentra a unos 35Km de la costa Pacífica colombiana: “La isla Gorgonilla es uno de los sitios del mundo que mejor preserva rocas de este instante de tiempo. Hace 66 millones de años, lo que hoy es Gorgonilla era un lugar de volcanes submarinos, sumergidos más de 2000 metros en el fondo del mar”.
Hasta allí llegaron expulsadas desde el sitio del impacto millones de diminutas “cuentas” o esférulas de vidrio: “Estás esférulas, llamadas tectitas, son pequeñas gotas de roca fundida, que se formaron cuando el asteroide golpeó la superficie terrestre y formó el cráter de Chicxulub”.
“Millones de toneladas de roca líquida y la vaporización del meteorito, además de gases y polvo, fueron lanzados a la atmósfera, cayendo poco tiempo después como una lluvia ardiente que cubrió gran parte del globo y causó incendios forestales masivos”, sostuvo.
Las tectitas se asentaron lentamente en el fondo del mar, formando una capa de 2 cm de espesor que se preservó por millones de años. Hoy en día es posible observar esa capa cuando queda expuesta al bajar la marea durante unas dos horas al día.
“Es un sitio extraordinario. En general, el vidrio de las tectitas con el paso de los millones de años se altera a arcilla y es posible ver ahora solo su forma, no la composición original. Pero Gorgonilla destaca entre muchas localidades del límite K/PG porque el 90% de las tectitas aún preservan su composición original, lo que hace a la isla, en cuanto esférulas, la sección mejor preservada del mundo”, señaló Bermúdez.
Evidencias en México
El profesional también halló indicios del megasismo en el sureste de Estados Unidos y en México. “Al igual que en Gorgonilla, en el desierto de Chihuahua, México, encontramos evidencias de rocas deformadas por efecto del megaterremoto de Chicxulub”, relató.
“Junto a colegas mexicanos de la Universidad Nacional Autónoma de México (los doctores Francisco J. Vega y Michelangelo Martini y el estudiante Francisco Vega) estamos reportando evidencias de deformación en las rocas del límite K/PG en varias localidades del desierto de Chihuahua”, añadió.
“En la localidad de El Papalote, cerca de Monterrey, Nuevo León, hemos podido identificar estructuras de licuefacción por unos 20 metros por debajo del límite K/PG y unos metros por encima”, contó.
En esa época, esta región de México estaba cubierta por el mar, pero las aguas eran mucho menos profundas que en la localidad colombiana, quizás apenas unas decenas de metros.
Debido a esto, y a la cercanía al cráter de Chicxulub, el mega-tsunami que produjo el impacto del asteroide dejo su huella en sedimentos que ahora han sido convertidos en roca: “Un depósito de areniscas y guijarros con abundantes fragmentos de roca, esférulas de impacto y fósiles arrastrados por la fuerza descomunal del tsunami se acumuló de forma irregular en la región”.
¿Cómo se sabe que el megaterremoto duró semanas o meses?
El megaterremoto que describe Bermúdez corresponde no solo al sismo inicial sino a sus réplicas: “Es imposible saber cuándo pudo durar cada uno de los sismos, solamente podemos inferir que combinados duraron meses, sino años”.
La duración, según Bermúdez, queda en evidencia en la deformación de las rocas: “En Gorgonilla, las rocas están deformadas 12 metros por debajo del límite K/PG, mostrando que los sedimentos se comportaron como una gelatina por efecto de la licuefacción y las continuas sacudidas sísmicas”.
“Pero aún más interesante es que la capa de esférulas y los sedimentos justo encima de ella también están deformados. Esto indica que seguían temblando mucho tiempo después del impacto. Tenemos evidencia de que el mega terremoto y sus réplicas duraron semanas o meses (quizás incluso años), porque las rocas están deformadas incluso por encima del límite Cretácico — Paleógeno o K/PG”, aclaró.
Los depósitos en El Papalote en México también están deformados, al igual que un cuerpo de arenisca que se depositó tiempo después de que hubiera ocurrido el impacto: “Esto demuestra que la región seguía siendo afectada por sismos recurrentes producto del impacto mucho después de la colisión del bólido celeste”.
El resurgimiento de la vida
Otra prueba de la duración de los sismos proviene de polen, explicó el geólogo: “En la isla de Gorgonilla, el análisis del polen fósil nos permitió encontrar, por primera vez en el trópico, evidencias de la recuperación de la vegetación después de la extinción masiva del límite K/PG”.
“La Dra. Vivi Vajda, del museo de historia natural de Estocolmo, encontró que 1cm justo encima de la capa de esférulas, hay una gran cantidad de esporas de helechos, que indican el inicio de la reactivación de la fotosíntesis después de meses de oscuridad (por efecto del impacto)”, continuó.
Los helechos son plantas muy resistentes que fácilmente se recuperan después de eventos de devastación como incendios o erupciones volcánicas: “La aparición de esporas de helechos indica el resurgimiento de la vida después del impacto y marcó la recuperación de las plantas en los bosques tropicales cercanos a Gorgonilla”.
“Debido a que este horizonte también está deformado, por efecto de los terremotos, tenemos una muy buena idea de que meses después del impacto, cuando los cielos se despejaron y la tierra vio nuevamente el sol, aún seguía temblando”, detalló.
La opinión de otro investigador
Vicente Gilabert, profesor de geología en la Universidad de Zaragoza, estuvo presente en la presentación del científico colombiano en la Sociedad de Geología de Estados Unidos.
“El investigador Hermann Bermúdez, en consonancia con otros autores propone que la actividad sísmica desencadenada por el impacto de Chicxulub fue de una elevada magnitud, suponiendo la generación de megaterremotos y tsunamis de altura kilométrica a gran escala”, expresó Gilabert a BBC Mundo.
“Las nuevas evidencias aportadas por este investigador y en donde radica la importancia de su investigación, se encuentran en la detallada reexaminación estratigráfica y sedimentológica que ha llevado a cabo en algunos de los afloramientos más importantes del límite Cretácico/Paleógeno en Estados Unidos, México y Colombia”, mencionó.
Esa reexaminación permitió, según Gilabert, reconocer in situ estructuras geológicas como por ejemplo fallas, procesos de licuefacción, tsunamitas y procesos erosivos generados por la actividad tectónica en forma de megaterremotos desencadenada por el impacto de Chicxulub: “Es por ello que una correcta caracterización de estas estructuras geológicas resulta de vital importancia reconstruir con precisión este evento catastrófico que causó la 5ª gran extinción en la historia de la Tierra”.
“Muchos secretos”
Bermúdez tiene previsto continuar con sus expediciones de campo, que considera fundamental. “Actualmente existen muchas técnicas que involucran análisis sofisticados. Aunque estos estudios son muy importantes, yo creo que es clave que sigamos yendo al campo y tratemos de observar las rocas en el terreno”, remarcó.
“En América Latina hay muchos otros sitios donde se han identificado depósitos del impacto de Chicxulub. Tenemos reportes en sitios tan distantes como Brasil, Argentina, Cuba o Haití, que guardan muchos secretos”, señaló.
“Lastimosamente, la falta de recursos y de apoyo a la investigación científica en nuestra región han demorado el avance de la ciencia y permitido que, en muchas ocasiones, sean los investigadores internacionales los que hagan los reportes de las maravillas que guarda nuestro patrimonio geológico y paleontológico. Los brillantes investigadores latinoamericanos solamente requieren de un poco de apoyo para hacer su trabajo. Hay muchos sitios por explorar y muchas historias por contar”, concluyó.
* Por Alejandra Martins
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