El macabro crimen que se resolvió 40 años después tras abrir un viejo baúl y con la ayuda de un programa de TV
Gracias a los fanáticos del exitoso ciclo Misterios sin resolver, de la NBC, fue posible identificar a la víctima hallada en un gran cofre; el mismo había sido entregado por un hombre a un vecino con la promesa de pasar a buscarlo algún día
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Era una fresca tarde de 1987 cuando ‘Gabby’ decidió mudarse de Thermopolis, Wyoming. Como si de su vida se tratara, misteriosamente salió casi que corriendo a un destino desconocido. En eso, le dejó a un vecino un gran baúl con candado para que lo cuidara mientras conseguía donde quedarse. Cinco años después, en 1992, Newell Sessions, el militar veterano que recibió el baúl, decidió que era hora de abrir aquel paquete que este viejo conocido le había encargado, pero que al final había terminado abandonado.
Con mucho cuidado, tomó un soplete y cortó el candado, sin tener la menor idea de lo que le esperaría. En él, encontró un esqueleto humano envuelto en un pedazo de plástico, un cinturón y una bolsa de supermercado podrida. Sin dudarlo mucho, le contó a su esposa, quien le dijo que debía llamar a las autoridades lo antes posible. Y dicho y hecho, minutos después, el policía del condado de Hot Springs, John Lumley, estaba en la escena donde se habían encontrado los restos de una persona sin identificar. Después de interrogar brevemente a Sessions, Lumley tomó el baúl y, junto a los restos, llevó toda la evidencia al Laboratorio Criminalístico del Estado de Wyoming.
Lamentablemente, lo único que pudieron descifrar en un comienzo fue que la víctima había fallecido por un tiro en el pecho y otro en el cráneo, detrás del ojo izquierdo. Allí, a su vez, se alojaba la bala que tal vez podría darles algún dato de lo que había sucedido con aquella persona desconocida.
Era en un principio un caso prácticamente imposible. No tenían lugar, fecha u hora de la muerte. No sabían el nombre de la víctima y tampoco del victimario. Desconocían el paradero y la verdadera identidad de ‘Gaby’, y Sessions parecía que realmente no tenía nada que ver.
Así las cosas, tenían que arreglárselas con tan solo dos pistas: la primera -que estaba en el cráneo de la víctima- era la bala calibre 25. Según el examinador de armas de fuego del laboratorio, esta provenía de una pistola semiautomática Colt, la cual estuvo disponible en los Estados Unidos alrededor de 1908.
La segunda pista era la bolsa que estaba con el cadáver, la cual era de la cadena ‘Hy-Vee’, un supermercado originario de Iowa. Según el logo que estaba impreso en el plástico, la Policía encontró que se había fabricado en 1950. Con esto en mente, pudieron determinar que el crimen se había cometido entre 1940 y 1960, pero no podían hacer mucho más. O eso era lo que creían.
“Misterios sin resolver”: el programa que logró lo imposible
La historia atrajo la atención nacional un año después, cuando la antigua serie de crímenes reales Misterios sin resolver, de la cadena NBC-TV, emitió un episodio titulado “Gabby’ s Bones” (”Los huesos de Gabby”). Ahí lograron revelar que ‘Gabby’ realmente era un hombre llamado John David Morris, un hombre que en 1992, después de haberle dado los huesos a Sessions, se mudó a Arlington, Texas.
Los detectives del condado de Hot Springs nunca consideraron a Morris como sospechoso del asesinato del hombre del baúl, a pesar de que el Sheriff Lumley sí creía que tal vez él pudiera dar más pistas sobre la identidad de la persona.
Gracias al furor del caso, el medio Des Moine Register publicó una historia sobre el caso. Fue ahí cuando, el padre de Shelley Stlater le dijo que aquellos huesos podrían realmente ser su abuelo. Shelley era una chica de 19 años que asistía a una preparatoria en Iowa. Sabía que su familia era complicada, en especial por parte de su madre, pero jamás se preguntó por qué. O por lo menos no hasta ese momento.
Desde entonces, comenzó poco a poco a interesarse en la historia de su familia y al final terminó inmersa en el caso. Statler pidió a las autoridades de Wyoming que compararan el ADN de su madre, Kathy Mulvaney Guynn, y los resultados fueron sorprendentes.
Los huesos eran de Joseph Mulvaney
Joseph Mulvaney era un técnico de la Guardia Nacional del Ejército de Illinois cuando comenzó la Segunda Guerra Mundial. Perteneció a la 33 División de Infantería y estuvo sirviendo en Filipinas y Australia hasta el fin del conflicto en 1945.
Una vez retirado, se mudó a California para rebuscarse la vida en el sector ferroviario. Sin embargo, eso no fue lo único que encontró. Allí conoció a Mary Alyce McLees, la mujer con quien se casó y formó una gran familia. La pareja tuvo tres hijos y crió a un pequeño que Mary Alice había concebido en una relación anterior: John David Morris, el hombre que le había entregado el baúl a Sessions. Juntos se mudaron en 1963 a una pequeña casa al sur de Des Moines, Iowa; pero poco después de que Mulvaney firmara los papeles, desapareció sin dejar rastro.
Esta es la historia que cuenta Stlater. Según ella, sus abuelos nunca tuvieron una buena relación y, por ello, tal vez jamás lo reportaron como desaparecido. Su teoría es que lo mataron a tiros a quemarropa, lo metieron en el baúl y lo dejaron en el ático durante varios años, hasta que Morris sacó la caja antes de mudarse.
De hecho, se sabe que Mary Alyce, quien murió a finales del 2009, nunca tuvo una buena relación ni con su marido ni con sus hijos y mucho menos con sus nietos. Después de toda esta investigación, Stlater y su madre hicieron todo lo posible para confirmar su hipótesis. Pasaron varios años, hasta que en el 2017 los funcionarios de las autoridades de Wyoming accedieron a comparar el ADN de Guynn con los huesos. Y, efectivamente, el resultado arrojó que eran compatibles en un 99 por ciento.
Paz en su tumba
Newell Sessions falleció en 2003 antes de la identificación del cadáver y después de una dura lucha contra el cáncer. Él, al igual que Shelley, había estado muy atento a la evolución del caso y fue un rostro importante para los medios que contaron el crimen.
Stlater, por su parte, logró reclamar oficialmente los restos de su abuelo del estado de Wyoming. El 29 de marzo del año 2019 se llevó a cabo un servicio conmemorativo militar completo para él en Ballard Funeral Home en Cody, en donde lo recibieron como un veterano de la guerra. Sus restos fueron incinerados y ahora están enterrados en Iowa, donde reside su familia.
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