El calvario que vivieron las azafatas durante el verano boreal, en primera persona: “En general, termino llorando”
La realidad sobrepasó a los auxiliares de vuelo durante esta temporada, quienes vivieron en carne propia el caos tras la pandemia de Covid; estos son algunos de sus testimonios que dieron para The Cut
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Todo este verano en el hemisferio norte del planeta se reportó la verdadera agonía que vivieron los pasajeros de los principales aeropuertos del mundo, sobre todo si se toma en cuenta que este 2022 la gente volvió a los aviones tras pasar la peor parte de la pandemia de Covid. Las quejas se viralizaron en redes sociales, pero hay personas cuya voz sonó mucho más débil, la de los miembros de la tripulación y en especial la de las azafatas que se encargaron de hacer todo lo que estaba en sus manos para dar un buen servicio a los clientes. Sin embargo, esta vez se vivió una verdadera pesadilla.
El medio The Cut hizo un recuento de algunos de sus testimonios en primera persona, que dan una idea de qué fue lo que vivieron. Al principio de la contingencia de Covid, muchas aerolíneas recortaron a gran parte de su personal y, en varios casos, esos puestos no se cubrieron, por lo que quienes permanecieron tenían que hacer verdaderos malabares para tener todo bajo control. A eso se suma que los auxiliares de vuelo solo cobran durante el tiempo que están en el avión, lidian con horarios complicados, agotamiento y algunos pasajeros que pierden los estribos.
“Trabajo como auxiliar de vuelo en una pequeña aerolínea de bajo costo. Nuestra tripulación tenía enormes tasas de abandono durante los primeros meses de Covid. Ahora está a tope. Los auxiliares de vuelo trabajan seis días seguidos, cuatro vuelos cada día, según el capricho de la aerolínea. Cuando la mía contrataba a la gente, solía decir que puedes volver a casa y tener una familia. Últimamente hemos tenido tantos retrasos y cancelaciones que se volvió imposible. Hace poco hablé con una azafata que va a renunciar porque su hijo está en el preescolar y ya no hay flexibilidad”.
Sobre la razón por la que esta situación ocurre, también tienen una idea clara de qué podría estar detrás, pero reconocer la causa no significa que tenga solución: “Gran parte del caos se debe a la mala gestión. Las aerolíneas programan vuelos que no pueden atender. Todos los días hay retrasos y eso te desgasta. Nunca sabes con certeza cuál será tu horario, así que te preparas para lo peor (...) La gente se vuelve irracional. Este verano tuve una noche en la que nos retrasamos 30 horas. Los baños no funcionaron el segundo día. Intento comprender las frustraciones de los pasajeros, pero lo máximo que puedo hacer es darles una bebida. Normalmente acabo llorando”.
Un detalle adicional es que estos profesionales de vuelo, además de pasar por jornadas agotadoras, también soportan a pasajeros decididos a hacerles pasar un mal rato, sin tener el apoyo del lugar en el que trabajan. “Como asistentes de vuelo, estamos tan sexualizados. Nos enseñan a ser amables todo el tiempo, pero la gente lo interpreta como una invitación. Un tipo me acorraló en la parte trasera del avión y trató de hacerme fotos. Intentó jalarme mientras él pasaba. No lo denuncié. Sabía que no se haría nada. Hemos tenido asistentes de vuelo a las que golpean por detrás. Estamos entrenadas para ser empáticas, para disolver el conflicto, a menudo a riesgo de nuestro propio bienestar”, dijo Raychel Armstrong, 32 años, de Allegiant Air, en declaraciones textuales para el medio The Cut.
Jornadas agotadoras
Leslie, de 38 años y de Southwest Airlines, expuso otra realidad. En ocasiones, las y los azafatos no tienen el dinero suficiente para vivir un estilo de vida independiente y para los pilotos la realidad no es muy distinta: “El verano ha sido estresante. Cuando hay retrasos, a veces no tenemos suficiente personal, ni rampas ni manipuladores de equipaje. A menudo nos obligan a hacer horas extras: ‘Oye, sé que has trabajado ocho horas hoy, ahora vas a trabajar 16′. Nuestros pilotos han denunciado a la compañía por programar más vuelos de los que tienen empleados, pero nada ha cambiado. Las condiciones de trabajo son un desastre. Conozco a gente que se lastimó por las fuertes turbulencias: Mi amiga se golpeó contra el techo y se rompió una costilla. La empresa se dio cuenta de que puede reducir los costos utilizando el mismo avión todo el día, por lo que no hay posibilidad de salir a comprar comida hasta que termina nuestro turno”.
La empleada de Southwest añadió también: “A causa de los retrasos, he tenido días en los que no llegué a mi base hasta las 5:30 de la mañana cuando se suponía que tenía que volver a medianoche. Luego, debido a todas las cancelaciones, a menudo no hay vuelos para que pueda volver a casa, así que estoy sentada en el aeropuerto, con la cabeza tambaleándose mientras intento mantenerme despierta. Es difícil de sostener. Pasamos por un verdadero agotamiento. Hay pilotos que duermen en el suelo de la terminal. Hay auxiliares de vuelo que no tienen casa, que no pueden pagar un alquiler. Hago que parezca una pesadilla, pero en cierto modo es así”.
No pueden ser alegres todo el tiempo
En el último de estos relatos, Aaliyah, de 22 años, aseguró que aunque muchas veces la amabilidad es la insignia de este trabajo, en ocasiones, esa sonrisa no se puede sostener: “La gente debería saber que la mayoría de nosotros trabajamos en exceso y estamos mal pagados y no descansamos adecuadamente. Hace siete meses que soy azafata. Sabía que no iba a ser un camino de rosas, pero no pensé en lo agotador que sería para mi cuerpo: las escalas inesperadas, los retrasos. Hay días en los que trabajo en seis vuelos al día, con tacones de 10 centímetros, mientras trato con pasajeros que no entienden que no soy una simple camarera en el aire. Este verano ha sido extremadamente caótico (...) Entiendo que los pasajeros estén frustrados y molestos, pero yo también”, inició, a la vez que dejó en evidencia a un pasajero que no tuvo nada de respeto por ella.
“(...) Además está el sexismo. A principios de este verano, servía bebidas cuando un hombre de la última fila me tiró del pelo. Toda la profesionalidad abandonó mi cuerpo. Me di la vuelta y dije: ‘¿Quién lo hizo?’. Me contestó: ‘Lo siento, solo quería llamar tu atención’. Le regresé: ‘No vuelvas a tocar a un auxiliar de vuelo’. Entonces el hombre de enfrente dijo: ‘Está bien; probablemente le gustó'. Es desagradable tener que estar acostumbrado a esos comentarios. Deberían saber que la mayoría de nosotros trabajamos en exceso y estamos mal pagados y no descansamos lo suficiente. Todo el mundo tiene días malos, pero la gente espera que los auxiliares de vuelo sean alegres y vertiginosos: ‘Oh, sí, señora’. ‘Sí, señor’. ‘¿En qué puedo ayudarle?’. ‘Déjeme subir sus maletas’. Pero nosotros también somos personas. No comemos durante 14 o 15 horas, no dormimos (...) Nos retrasamos tanto como tú y no tenemos todas las respuestas a tus preguntas”, finalizó.
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