EE.UU. se asoma al abismo del default: Joe Biden y los republicanos negocian, pero el acuerdo parece lejos
Legisladores de ambos partidos se muestran optimistas, aunque ninguno cede para terminar la crisis; el presidente advirtió que la falta de acuerdo para subir el techo de la deuda sería una “catástrofe”
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WASHINGTON.- El próximo fin de semana, Estados Unidos celebrará el Día de los Caídos, uno de los feriados más sagrados para el país, que también marca la llegada del verano boreal. Es un fin de semana largo en el que el país viaja, la gente compra para aprovechar las liquidaciones, y los parques y los campings se llenan. El Congreso y la Casa Blanca, en cambio, se encaminan a pasar el fin de semana largo encerrados, negociando sin descanso para evitar un default, una “catástrofe” -en palabras de Joe Biden- que pende como una espada de Damocles sobre la primera economía mundial y que podría tener efectos sobre el resto del planeta.
El gobierno de Biden negocia desde hace casi un mes con líderes del opositor Partido Republicano un nuevo presupuesto que, acuerdo mediante, quiebre la puja política para subir el llamado “techo de la deuda”, y habilite al Tesoro a emitir nuevos bonos para esquivar una cesación de pagos. Es una crisis recurrente en Washington: el límite legal al endeudamiento se elevó 79 veces desde 1960, incluida 18 veces durante la presidencia de Ronald Reagan –el récord vigente–, quien ya en 1987 se quejaba de que el Congreso “una y otra vez lleva al gobierno al borde del default antes de enfrentar su responsabilidad”.
Aunque el desenlace de la pelea ya es familiar –al final, siempre hay un acuerdo–, las negociaciones ya se han estirado lo suficiente como para comenzar a llamar la atención. Biden debió acortar su gira por Asia luego de la cumbre del G-7 en Japón para volver a Washington a una reunión cara a cara, este lunes, con el líder republicano de la Cámara baja, Kevin McCarthy.
El presidente se mostró “optimista” en lograr un acuerdo luego del encuentro, y McCarthy dijo que la charla había sido “más productiva”. Pero el acuerdo aún parece lejos, y una ancha grieta separa a los demócratas y a los republicanos. El único entendimiento hasta ahora es que todos quieren evitar un default, un evento sin precedentes en la historia de Estados Unidos.
Biden dijo en un comunicado que era necesario prevenir el default para evitar “una catástrofe para la economía”, y señaló que ambos reiteraron que “la única forma de avanzar es de buena fe hacia un acuerdo bipartidista”.
El tiempo apremia. La secretaría del Tesoro, Janet Yellen, envió una carta al Congreso en la cual informó que puede garantizar el pago de las cuentas hasta los primeros días de junio, y estimó que es “altamente probable” que el Tesoro no pueda afrontar todas sus obligaciones “en una fecha tan cercana como el 1 de junio” si los congresistas no suben o eliminan el techo de la deuda. Y el trabajo entre manos es arduo: además de llegar a un acuerdo para definir un presupuesto, el Congreso debe revisarlo, reunirse, sesionar y aprobarlo, y elevar el límite para emitir deuda.
Tal como ha ocurrido en otras discusiones similares, la retórica entre demócratas y republicanos ha sido bastante ácida. Los demócratas acusan a los republicanos de promover “políticas extremistas” y exigir recortes draconianos en el presupuesto para poder mantener beneficios y recortes impositivos para los más ricos. Los republicanos, a su vez, acusan a los demócratas de ser “adictos al gasto”, y de despreocuparse porque Estados Unidos gasta mucho más de lo que recauda, aun cuando Biden bajó el déficit fiscal, y Donald Trump lo amplió. Ambos lados se acusan además mutuamente de usar la amenaza de un default para empujar su propia agenda.
“Creo que todo el mundo necesita relajarse”, dijo este martes Mitch McConnell, líder republicano del Senado, y un viejo zorro político del Capitolio con mil batallas en sus hombros. “Más allá de lo que se diga de las charlas, se llegará a un acuerdo, que será aprobado en última instancia por Representantes y el Senado. El país no caerá en default”, insistió.
Protagonistas
McConnell y Biden fueron los protagonistas excluyentes de la pelea más grave por el techo de la deuda hace ya más de una década, en 2011, durante la presidencia de Barack Obama. Ambos terminaron por forjar el acuerdo que terminó con la crisis. Pero la puja política en medio del endurecimiento republicano por el avance ultraconservador del Tea Party fue tan dura que la agencia calificadora de riesgo Standard & Poor’s rebajó a principios de agosto de ese año por primera vez en su historia su nota para Estados Unidos, de “AAA” a “AA+”.
Las diferencias parecen profundas. McCarthy ha prometido que no someterá a votación presupuesto alguno “que no gaste menos de lo que gastamos este año”. Los republicanos quieren sí o sí recortar gastos. Pero la Casa Blanca insiste en que parte del ajuste se haga eliminando beneficios impositivos para las empresas y los más ricos. La línea oficial es que el plan de Biden es más equitativo, mejor para la economía, y cumple con el objetivo de reducir el déficit.
“Cualquier negociación presupuestaria seria debe incluir la discusión tanto de los gastos como de los ingresos, pero los republicanos se han negado a discutir los ingresos”, dijo este fin de semana Ben LaBolt, director de Comunicaciones de la Casa Blanca. Biden redujo el déficit en 1,7 billones de dólares en sus primeros dos años en el cargo con este enfoque equilibrado y propuso un presupuesto que reduciría el déficit en 3 billones de dólares adicionales”, insistió.
Las discusiones entre los funcionarios de Biden y el Congreso continuarán esta semana, y hasta tanto se alcance un acuerdo que saque a Estados Unidos, al menos momentáneamente, del borde del precipicio.
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