Duras críticas de Joe Biden a Lula por repetir como “loro” la propaganda de Vladimir Putin y Xi Jinping
Un vocero del gobierno de Biden dijo que las declaraciones del líder brasileño eran “profundamente problemáticas”; el ministro de Relaciones Exteriores de Rusia, Sergei Lavrov, llegó a Brasilia
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WASHINGTON.- La Casa Blanca criticó con dureza al presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, al acusarlo de repetir “como un loro” la propaganda de Rusia y de China con sus declaraciones durante su reciente visita a Pekín en las que le pidió a Estados Unidos que dejara “incentivar” la guerra en Ucrania, una postura que causó un fuerte malestar en Washington y deshilachó la alianza que había intentado construir el gobierno de Joe Biden con el Planalto con la llegada de Lula al poder.
La respuesta de la Casa Blanca a las declaraciones de Lula llegó de boca del vocero del Consejo de Seguridad Nacional, John Kirby, quien en una de sus habituales conversaciones virtuales con periodistas dijo que la postura del mandatario brasileño respecto del conflicto en Ucrania era “profundamente problemática”, y que con sus palabras estaba “repitiendo como un loro” la propaganda de Moscú y de Pekín sin mirar la realidad.
“Creemos que es profundamente problemático cómo Brasil ha abordado este tema de manera sustantiva y retórica”, dijo Kirby al ser consultado por las recientes declaraciones de Lula. “En este caso, Brasil estuvo repitiendo como un loro la propaganda rusa y china sin mirar los hechos en absoluto”, remató.
Durante su reciente visita a China, un aliado vital desde el inicio del conflicto del gobierno de Vladimir Putin, Lula dijo que Estados Unidos necesita “dejar de incentivar la guerra y empezar a hablar de paz”, y que también era necesario que la Unión Europea empiece también a hablar de paz.
La frase de Lula durante su gira, que incluyó una visita a una planta del gigante Huawei en medio de la feroz disputa entre China y Estados Unidos por el desarrollo de la red 5G en América latina, fue la gota que rebalsó el vaso y el último eslabón de una cadena de distanciamientos de Lula respecto del gobierno de Biden. Lula se negó a firmar la declaración de la última cumbre por la democracia organizada por Biden porque incluía una condena explícita a Rusia por la invasión a Ucrania, y también se ha negado a enviar armas a Ucrania para sostener la defensa montada por el gobierno de Volodimir Zelensky, tal como hacen Estados Unidos y Europa, y ha propuesto en cambio la formación de un club de países, incluidos Brasil y China, para mediar a favor de la paz. Occidente y Zelenzky han dejado en claro en reiteradas oportunidades que cualquier conversación de paz debe comenzar con una retirada de Rusia.
Lula ya había causado controversia el año anterior, en mayo, antes de que se lanzara de lleno a la búsqueda de un tercer mandato presidencial, cuando dijo en una entrevista con la revista Time que Zelensky “quería la guerra con Rusia”, y que era “tan responsable” como Putin, una postura antagónica a la de Occidente, que culpa sin miramientos a Putin por la invasión a Ucrania. Y recientemente volvió a mostrarse más cercano a Rusia que a Occidente al indicar que Zelensky no podía pretender que le devolvieran Crimea, la península que anexó de manera ilegal en 2014, una acción que fue ampliamente denunciada como una violación del derecho internacional, al igual que la invasión de principios de 2022. Lula reforzó su postura en Abu Dhabi, su última parada antes de regresar a Brasilia, al indicar que ambos países, Ucrania y Rusia, habían decidido ir a la guerra, desconociendo la invasión rusa.
El profundo malestar que generó la gira y las declaraciones de Lula abrió un océano de incertidumbre en la relación bilateral entre Estados Unidos y Brasil, los dos principales países del hemisferio. El gobierno de Biden buscó crear una agenda robusta de trabajo con Lula y su equipo, reconociendo rápidamente su triunfo en medio de fuertes temores por el futuro de la democracia en Brasil, y enviando una misión de funcionarios durante la transición para abrir el juego. Biden recibió a Lula en la Casa Blanca en febrero, muy poco después de que asumió, en busca de un aliado en América Latina, algo que a Biden le ha costado enormemente encontrar en una región fragmentada y convulsionada. Ese primer contacto y la visita de Lula arraigaron la expectativa de una relación sólida y fluida entre ambos mandatarios que llevara, incluso, a un nuevo eje entre Washington y Brasilia. Pero esa expectativa quedó deshilachada.
Al cruce retórico entre el Planalto y la Casa Blanca se suma además la gira del ministro de Relaciones Exteriores de Rusia, Sergei Lavrov, por Brasil, y otros tres países a los que Washington ve como dictaduras: Venezuela, Nicaragua y Cuba. Kirby dijo que espera que los líderes de esos países le pidan a Lavrov que dejen de bombardear ciudades, hospitales y escuelas en Ucrania. En Brasilia, Lavrov le agradeció a Lula sus declaraciones en una breve conferencia de prensa en la cual dijo además que Occidente se ha involucrado en “una lucha bastante dura” para mantener su dominio en los asuntos mundiales, incluida la economía y la geopolítica.
“En cuanto al proceso en Ucrania, estamos agradecidos con nuestros amigos brasileños por su excelente comprensión de la génesis de esta situación. Estamos agradecidos por esforzarse por contribuir a encontrar formas de resolverlo”, dijo Lavrov.
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