Donald Trump vuelve recargado y esta vez en un país más dividido que nunca
Las elecciones demostraron que los norteamericanos parecen tener concepciones muy diferentes de lo que es bueno para el país
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WEST PALM BEACH, Florida.- Donald Trump volvió a sacudir al mundo con un sorprendente resurgimiento político que despejó cualquier duda sobre un posible desenlace ajustado en las elecciones más cruciales de la historia de Estados Unidos. Ahora, en medio del éxtasis republicano y la desazón demócrata, se impone otra incógnita: ¿qué pasará después del amplio triunfo del líder republicano sobre Kamala Harris en un país dividido como nunca?
Es la duda que empezó a emerger inmediatamente después de la noche electoral: cómo esta polarización extrema en la que hace años cayó Estados Unidos –que parece no ser sólo una fase pasajera, sino duradera- afectará la gobernabilidad del nuevo ocupante de la Casa Blanca a partir del 20 de enero. Partidos como nunca en dos bandos, los norteamericanos parecen tener concepciones muy diferentes de lo que es bueno para el país y hasta qué es verdadero, en medio de la era de la desinformación.
Los debates por cada aspecto que marca la vida de sus habitantes –de la economía a la migración, el aborto, la venta libre de armas, la política exterior y hasta el estado de la democracia- se centran menos en políticas tangibles –aplicables en la práctica- y más en divisiones existenciales que parecen irreconciliables. Conciudadanos que cada vez se ven más como enemigos entre sí que como simples opositores políticos.
Una encuesta de NBC News reveló que el 80% de los demócratas y republicanos cree que la oposición política representa una amenaza que, si no se detiene, “destruirá a Estados Unidos tal como lo conocemos”. Y dos tercios de los votantes demócratas y republicanos confiables dijeron que seguirían apoyando al candidato político de su partido, incluso si esa persona tuviera una “falla moral” que no fuera consistente con sus propios valores.
Durante los últimos cuatro años, tras una derrota que nunca aceptó, con una retórica incendiaria Trump había proclamado una y otra vez que el proceso de votación norteamericano está “manipulado”, denunció “interferencia electoral”, exprimió el recurso de la desinformación y acusó de “corrupto” al Partido Demócrata, en un intento por sentar las bases para impugnar otra posible derrota en las urnas, que anoche parecía cada vez más lejana. Aquella vez no pudo prosperar en su afán de anular el resultado. Pero sí genero que la mayoría de los republicanos todavía creyera que las elecciones de 2020 fueron robadas.
A sus 78 años, Trump ahora vuelve recargado, con la promesa de vengarse de sus “enemigos internos” y con una administración en ciernes plagada de leales, en la que no hay señales de contrapesos reales a sus anhelos. El expresidente ha hablado de sus planes de venganza en discursos públicos, entrevistas con la prensa y recurrentes publicaciones en las redes sociales. Está sutilmente arraigado en la plataforma del Partido Republicano, que propone “hacer responsables a quienes han abusado del poder del gobierno para procesar injustamente a sus oponentes políticos”.
En una nación enrome y diversa como Estados Unidos, la primera potencia global, la política se ha transformado en algo más parecido a una guerra santa que al vehículo para resolver los problemas del país. Y todo hace indicar que la división seguirá prevaleciendo sobre cualquier atisbo de unión.
Una muestra de que el nivel de polarización podría empeorar aún más es que los jóvenes norteamericanos son menos tolerantes con opiniones contrarias que las generaciones anteriores, según diversos estudios.
Las causas de la fractura de Estados Unidos son profundas y muy complejas de deshacer, alertan los expertos. Como mostró una encuesta del The New York Times/Siena College, las divisiones ideológicas cada vez más marcadas de la política estadounidense han tenido consecuencias personales. Casi uno de cada cinco votantes -el 19%- afirma que la política perjudicó a sus amistades o relaciones familiares.
Casi la mitad de los votantes de la encuesta reconocieron también que juzgaban a otras personas por sus ideas políticas. Personas de todo el espectro ideológico han contado historias de distanciamiento: conversaciones interrumpidas con hermanos e hijos, amistades de décadas que se han apagado. La mayoría se remontan a los primeros días de la presidencia de Trump, en 2017, y no disminuyeron desde su final, en 2021, después del inédito y violento ataque al Capitolio de simpatizantes trumpistas, el 6 de enero. Un fantasma que incluso sobrevoló Estados Unidos antes de esta elección, con los funcionarios de seguridad muy preocupados de que posibles incidentes localizados se salieran de control, lejos de los principios básicos de una democracia de respetar el resultado electoral.
La brecha entre los norteamericanos se acentúa cada vez más también por el factor educativo. Los sociólogos han tomado nota de este endurecimiento de las divisiones políticas, y un tema emerge en gran parte de las investigaciones: la política tiende ahora a ser más emocional. Cada vez es más probable que las preferencias políticas vayan unidas a una aversión visceral hacia la oposición. “Es una polarización que se basa en nuestros sentimientos hacia los demás, no en preferencias políticas extremadamente divergentes”, afirma Lilliana Mason, politóloga de la Universidad Johns Hopkins .
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