Día Mundial del Sueño: los peligrosos efectos en la salud de que niños y adolescentes duerman cada vez menos
La Dra. Stella Maris Valiensi, experta en Medicina del Sueño del Hospital Italiano de Buenos Aires, desvela las causas y consecuencias del alarmante descenso en la calidad del sueño, agravado por el uso excesivo de dispositivos tecnológicos
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Yanina Nuñez
Este 15 de marzo, se conmemora el Día Mundial del Sueño, una fecha que invita a reflexionar sobre la importancia de un buen descanso y, con la tecnología en pleno auge, acerca del déficit de sueño en niños y adolescentes, así como sus impactos devastadores en su salud y bienestar general.
La neuróloga Stella Maris Valiensi, quien encabeza la Sección de Medicina del Sueño en el Hospital Italiano de Buenos Aires, advierte sobre las causas y consecuencias de esta tendencia alarmante. “El sueño es crucial para funciones vitales y de reparación en el organismo, como la consolidación de memorias y el desarrollo cerebral”, explicó.
Según compartió a LA NACION Valiensi, autora del libro La ruta del sueño, hay una disminución preocupante en la cantidad y calidad del sueño en niños y adolescentes, lo que puede tener efectos adversos a largo plazo en su comportamiento, rendimiento académico y salud mental. Estos factores se agravaron por la pandemia, que, aunque está bajo control, dejó un impacto en las rutinas diarias y aumentó el uso de dispositivos tecnológicos, como teléfonos móviles y tabletas.
El exceso de exposición a las pantallas, particularmente antes de dormir, afecta negativamente la producción de melatonina, la hormona del sueño. Investigaciones recientes de la Universidad de Montfort en Leicester, Reino Unido, evidenciaron que los niños y adolescentes que pasan más tiempo en redes sociales duermen significativamente menos que aquellos que limitan su uso. En total, pierden hasta una noche completa de sueño a la semana.
“El impacto de la falta de sueño en los jóvenes va más allá de simplemente sentirse cansados durante el día”, advirtió Valiensi y agregó: “Estamos viendo alteraciones significativas en sus procesos hormonales, metabólicos y neuropsicológicos, que tienen consecuencias graves para su salud y desarrollo”.
Las causas que perturban el sueño
Las prácticas diarias y la comida están directamente relacionados con cómo se descansa durante la noche, algunos ejemplos de esto son:
- Efecto de pantalla: la luz del día activa el reloj interno de cada persona, mientras que al anochecer se incrementa la producción de melatonina. La doctora explica que la luz artificial confunde al cerebro, retrasando la secreción de esta sustancia incluso con los ojos cerrados. Dormir con dispositivos electrónicos encendidos o mirar pantallas antes de descansar puede fragmentar el sueño y afectar su calidad.
- Desorden al dormir: la cantidad de horas de sueño necesarias varía según la edad, desde las 12-16 horas en bebés hasta las 8-10 horas en adolescentes. Sin embargo, el desorden en los horarios, exacerbado por la interacción constante con la tecnología, puede restarle descanso a los niños y adolescentes.
- Mala alimentación: los componentes de los alimentos pueden influir en la regulación del sueño y ciertos metabolitos pueden afectar su calidad. Si bien existen factores nutricionales específicos para cada individuo, hay pautas generales sobre qué alimentos consumir y qué hábitos nutricionales seguir para promover un sueño reparador.
Estos son los peligros y los efectos de dormir mal
El impacto de una mala calidad de sueño va mucho más allá de sentirse fatigado durante el día. El cerebro, en particular, es especialmente vulnerable a los efectos negativos de la privación crónica del descanso prolongado, lo que puede tener consecuencias graves para la salud física y mental de los niños y adolescentes.
El cerebro está en constante proceso de maduración hasta los 25 años de edad, y este desarrollo puede verse afectado significativamente cuando no se descansa adecuadamente. La Dra. Valiensi advierte que la privación crónica del sueño puede aumentar la predisposición al consumo de sustancias y a problemas de salud mental, como la ansiedad y la depresión.
Además, la falta de sueño puede tener una variedad de efectos adversos en la salud física, incluida la alteración del metabolismo, la predisposición al sedentarismo, dolores de cabeza, problemas gastrointestinales, obesidad y diabetes. También puede afectar negativamente el aprendizaje y la función de la memoria, lo que puede tener consecuencias significativas en el rendimiento académico y en el desarrollo personal de los niños y adolescentes.
Consejos de profesionales para dormir mejor y cambiar la salud
Reeducar los hábitos para un descanso saludable es fundamental para garantizar un sueño reparador y mejorar la calidad. Los expertos ofrecen una serie de consejos para promover hábitos saludables:
- Alimentación: Valiensi recomienda seguir una dieta mediterránea rica en frutas, verduras, granos integrales, legumbres, semillas y frutos secos. Es importante evitar el consumo excesivo de hidratos de carbono antes de acostarse, así como limitar el consumo de cafeína y té negro o verde a partir de las 6 de la tarde. Las comidas ricas en azúcares y almidones pueden afectar negativamente el sueño, mientras que las fibras pueden contribuir a un descanso más reparador.
- Vitamina D: la exposición al sol durante al menos 10 minutos al día, preferiblemente en las horas de la mañana, puede ayudar a regular el ciclo del sueño. La deficiencia de vitamina D está asociada con una mala calidad en el descanso, por lo que es importante asegurar una adecuada exposición solar.
- Reeducar hábitos: es fundamental establecer una rutina antes de ir a dormir que incluya apagar las pantallas electrónicas al menos dos horas antes de acostarse. Los padres deben supervisar el uso de dispositivos electrónicos y fomentar actividades relajantes antes de dormir, como leer un libro o tomar un baño caliente. Establecer horarios fijos puede ayudar a regular el ciclo y mejorar su calidad.
Reeducar los hábitos para un descanso saludable es significativo para garantizar un sueño reparador y prevenir posibles problemas de salud a largo plazo, según los expertos. Con conciencia y cambios en los hábitos de vida, se puede mejorar la calidad de vida de niños y adolescentes.
Por Yanina Nuñez
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