“Dejás tu casa y no sabés si vas a volver”: la desesperación de los argentinos en Florida por el huracán Milton
Los temores de los ciudadanos de Tampa se hicieron realidad con la llegada del poderoso fenómeno meteorológico, que golpeó la costa oeste de ese estado alrededor de las 22 (21 hora local); los preparativos que se realizaron para enfrentar las marejadas y fuertes vientos
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Arena Graziano Sterman tardó ocho horas en llegar a un lugar seguro. Es argentina y vive en Tampa, Florida, donde los residentes se prepararon para la llegada de Milton, un huracán de categoría 3 que impactó la ciudad cerca de las 22 (21 hora local).
Cuando la Universidad de Tampa -donde estudia marketing- emitió la orden de evacuación el martes, Sterman compró un pasaje a Costa Rica para reencontrarse con sus padres. Sin embargo, el aeropuerto cerró y su vuelo fue cancelado. Sin más opciones, se subió al auto con la intención de llegar a Miami donde tomaría otro vuelo. “Pasé dos horas buscando combustible, y todas las estaciones estaban vacías, hasta que encontré una con una fila de 80 autos”, cuenta.
Pero lo que debía ser un trayecto de cuatro horas se transformó en una verdadera odisea de ocho, con mucho tránsito y múltiples accidentes. “Siempre dicen que los huracanes no golpean a Tampa. Hay una antigua leyenda que dice que está protegida por los indios, pero esta vez, parece que esa protección no será suficiente”, dice.
El huracán Milton mantiene a Florida en alerta máxima. Las autoridades advirtieron que la tormenta, que comenzó como categoría 3 y rápidamente ganó fuerza hasta categoría 5 en el Golfo de México, ya empezó a impactar con tornados y tormentas en el estado. El gobierno lanzó evacuaciones masivas en zonas vulnerables, incluyendo Tampa.
Cuenta regresiva en cero
La alcaldesa de Tampa, Jane Castor, lanzó una dura advertencia para aquellos que planeaban quedarse en sus casas. “Si te quedás ahí, es como si estuvieras eligiendo tu propio ataúd”, dijo.
Carolina F., de 58 años, mira por la ventana con preocupación mientras habla por teléfono. Afuera, la lluvia y el viento se intensifican. “Nos estamos preparando para una noche larga. En ese momento, todo se convierte en un misil”, dice a LA NACION esta argentina que lleva 18 años viviendo en Tampa. “Es por eso que tiramos las sillas y todo lo que está afuera a la pileta”.
Desde que se anunció el paso de Milton, las estaciones de servicio se convirtieron en puntos sobrepoblados con personas desesperadas en busca de provisiones. Las calles están vacías y los negocios cerrados, algunos incluso protegieron sus ventanas con tablas de madera. La evacuación fue rápida y decisiva: los residentes en las zonas A, B y C, así como todos los que viven en casas rodantes, tuvieron que abandonar sus casas y dirigirse a refugios habilitados en colegios y centros comunitarios.
5pm EDT Oct 9th Key Messages for #Hurricane #Milton:
— National Hurricane Center (@NHC_Atlantic) October 9, 2024
Many hazards ongoing in association with the hurricane currently, with life-threatening storm surge & hurricane-force winds expected on west FL Peninsula tonight.https://t.co/LQEVorqXZH pic.twitter.com/2WEiFIfHqe
Carolina explica que por ahora no tuvo que evacuar porque vive en una zona alta, pero no descarta que tenga que hacerlo pronto: “Mañana será otro día”, dice. Por precaución, ya tiene la camioneta lista para salir hacia un refugio, duerme en el living, y llenó la bañadera y bidones con agua de la pileta. “Nos quedaremos sin luz, agua e internet, y probablemente sin señal de celular. Mi marido y yo vaciamos el garaje porque un árbol podría caer sobre el techo”, comenta.
Dice que lo peor es tener que evacuar: “Dejás tu casa y no sabés si podés volver”, advierte esta argentina que vivió ya muchos huracanes, incluyendo Katrina, cuando una descarga eléctrica les quemó el barco, así como Helene, Irma, Ian, y ahora Milton, que podría ser el peor.
En términos históricos, Tampa no enfrentó un huracán de estas dimensiones en más de un siglo. La última vez fue en 1921, y la ciudad no está preparada para un evento de esta magnitud ya que hay casas antiguas, muchas de ellas bungalows de madera que datan de los años 1920. A diferencia de Miami, no tiene muchas construcciones modernas o rascacielos que puedan soportar los fuertes vientos.
Estado de shock
“La gente sigue en shock por Helene y no llegó a recuperarse. En algunas localidades, uno va por la calle y se ven los colchones y otros elementos domésticos volados en la vereda”, dice a LA NACION César Marti Garro, un ingeniero de 57 años que vive en Lutz, al norte de Tampa.
“Estoy convencido de que esto cambiará la psicología de los locales”, afirma Marti Garro, haciendo referencia a la idea romántica de vivir en el Estado del Sol, cerca de la playa y el mar.
A 120 kilómetros de César, Macarena Giménez ya cubrió todas las ventanas de la casa con placas de metal. Es bailarina, vive con su marido y su hija Emma de siete años en Sarasota, donde dicen que el huracán va a arrasar exactamente a medianoche.
“Cada vez que hay un huracán, seguimos los mismos pasos, aunque esta vez tomamos algunas precauciones adicionales por el peligro inminente”, dice a LA NACION y baja la voz, porque no quiere que su hija Emma escuche cuando dice que “están preocupados”.
“Llenamos las bañaderas y baldes con agua, y acumulamos alimentos enlatados, ya que es probable que estemos varios días sin electricidad, lo cual dificulta cocinar. Como buenos argentinos, tenemos parrilla a carbón, así que, en el peor de los casos, cocinaremos ahí. También tenemos cargadores portátiles para cada teléfono para mantenernos conectados lo máximo posible”, agrega.
El lado B
En medio del caos, dos grandes preocupaciones rondan entre los argentinos. Por un lado, Sterman fue testigo de cómo las aerolíneas aprovecharon la emergencia para inflar los precios de los vuelos. “El viernes, mi pasaje costaba 300 dólares, pero el domingo, el precio había subido a 700. Y para el lunes, el costo alcanzó un monto exorbitante de 3500 dólares”, relata. La necesidad de evacuar disparó los precios a niveles inalcanzables y puso en evidencia cómo las empresas responden ante el pánico y la demanda.
Por otra parte, en Florida, muchas aseguradoras abandonaron el estado debido a los riesgos de huracanes y altos costos de litigios. ”Las compañías de seguros quebraron por el incremento de los costos por la cantidad de huracanes y las pocas que quedan ahora subieron notablemente sus tarifas” comenta Cesar. Este éxodo disparó las primas de seguro, que ahora promedian más de 4200 dólares anuales, casi tres veces el promedio nacional.
Sin embargo, la situación inesperadamente ofreció un lado positivo para los turistas argentinos: los parques de Disney, que suelen estar repletos en esta época, están prácticamente vacíos. Así lo cuenta Juan Lynch, un argentino que está de vacaciones en Orlando con su familia.
Disney anunció el cierre de sus parques temáticos a partir de las 13 de este miércoles y durante todo el día de mañana. “Es una semana de mucha incertidumbre porque todo el tiempo estás expectante a ver cuándo va a llegar el huracán”, dice a LA NACION.
We continue to closely monitor the path of Hurricane Milton. For a full list of operational impacts visit https://t.co/Tc059AigSk. Thank you and stay safe! pic.twitter.com/MGCtGAX2pU
— Disney Parks (@DisneyParks) October 9, 2024
Esta incertidumbre generalizada la vivió hoy cuando fue a hacer las compras en un supermercado. El local estaba lleno, con unas 30 personas, cuando de repente se escuchó un estruendo: era una alerta en todos los celulares. La notificación informaba que a partir de las 20 comenzaría un toque de queda que se extendería hasta las diez de la mañana del día siguiente. Acto siguiente, mientras la empleada del negocio quiso acomodar unos sándwiches en la góndola, fue abordada por los clientes que se le abalanzaron para asegurarse la mercadería.
“Hoy a la mañana ya se veían autos llegando, con gente que bajaba cargando almohadas y provisiones”, relata.
Aunque Orlando no se verá tan afectado por el huracán como otras ciudades, la avalancha de residentes de las zonas costeras que desembocan en la ciudad en busca de refugio se empieza a sentir.
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