Cumbre de las Américas: Joe Biden llamó a la región a “trabajar juntos” y demostrar que las democracias funcionan
El presidente y anfitrión del encuentro buscó renovar la relación de Estados Unidos con el resto de los países del continente al ofrecer una visión optimista para el futuro, pese a las divisiones y ausencias en la cumbre
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LOS ÁNGELES.- Por primera vez desde que llegó a la Casa Blanca, Joe Biden pudo hablarle a casi todos los líderes de la región en su casa. Les dijo que quería escucharlos. Los convocó a “trabajar juntos” –una de sus grandes muletillas– para mostrar la capacidad de las democracias para ofrecerles resultados a los problemas de la gente. Y ante un público escéptico por la falta de un mayor interés de Washington hacia América Latina, les dijo que la región “siempre será una prioridad”.
Biden buscó renovar la relación de Estados Unidos con el resto de los países del continente al ofrecer una visión optimista para el futuro, arraigado en la democracia, y en el desarrollo de una economía más equitativa, y más cuidadosa con el medio ambiente.
“Vamos a trabajar juntos, y enfatizo juntos. Juntos. Eso es lo que la gente espera de nosotros. Por lo tanto, es nuestro deber mostrarles cómo la democracia puede funcionar cuando las democracias trabajan juntas”, dijo el mandatario. “No hay razón por la que el hemisferio Occidental no pueda ser la región más visionaria, más democrática, más próspera, más pacífica y más segura del mundo”, arengó Biden, parado detrás del atril que esta vez no tenía el tradicional sello de la presidencia de Estados Unidos, sino el logo de la Cumbre de las Américas.
Sobre el final, Biden dejó una promesa que choca contra la realidad y los reclamos de varios países de la región: “No importa qué más esté sucediendo en el mundo, las Américas siempre serán una prioridad para los Estados Unidos de América”.
El diseño del plenario dejó de lado el tradicional formato de mesa redonda que había tenido la Cumbre en la última cita, en Lima, en 2018, y que suele distinguir a estos altos encuentros. Estados Unidos montó un escenario en una de las gigantescas salas del centro de convenciones de Los Ángeles, rodeado de cortinas azules para achicar el espacio y darle un poco más de intimidad, color y calidez. Las delegaciones se acomodaron frente al escenario, en una tarima organizada como un anfiteatro con cuatro filas de sillas y escritorios. Como si fuera un reflejo de la distancia reinante entre Washington y la región, Joe Biden y Kamala Harris, los anfitriones de la cumbre, se sentaron frente a la tarima donde estaban todas las delegaciones, a un lado del escenario, un diseño que pareció más acorde al de un aula que al de una cumbre.
Pero fue el duro mensaje del presidente Alberto Fernández el que dio la nota saliente en la primera reunión plenaria de la cumbre. Fernández fue uno de los últimos líderes en llegar. Se sentó en la primera fila, sobre el costado derecho, justo frente al escritorio de Biden y Harris. Detrás suyo se ubicaron el canciller, Santiago Cafiero, el presidente de la Cámara de Diputados, Sergio Massa, y la ministra de Salud, Carla Vizzotti.
“Definitivamente hubiésemos querido otra Cumbre de las Américas. El silencio de los ausentes nos interpela”, dijo Fernández al inicio, en referencia a Cuba, Nicaragua y Venezuela, tres regímenes que la Casa Blanca excluyó de la cita por considerarlas dictaduras, en línea con las reglas del foro.
Fernández criticó la política de “bloqueo” a Cuba y a Venezuela, acusó a la Organización de los Estados Americanos (OEA) de “facilitar” un golpe de Estado en Bolivio, pidió reemplazar al secretario General del organismo Luis Almagro, dejó el mensaje de siempre sobre la deuda que contrajo el gobierno de Mauricio Macri con el Fondo Monetario Internacional, y un reclamo a Washington por haberse “apropiado” de la conducción del Banco Interamericano de Desarrollo (BID). Alberto Fernández habló por la CELAC, pero su mensaje tuvo varios condimentos domésticos.
“Debemos construir juntos, en unidad, un renovado humanismo, que, como enseña el Papa Francisco, comience por los últimos, para llegar a todos y todas. Unidos o dominados”, dijo Fernández.
Tras sus palabras, se acercó y le dio la mano y cruzó sonrisas con Biden y Harris.
“Empezamos fuerte”, dijo luego el mandatario norteamericano, al cerrar el plenario tras el discurso de Fernández y el secretario General de las Naciones Unidas, Antonio Guterres. “Y a pesar de algunos desacuerdos relacionados con la participación, en las cuestiones sustanciales lo que escuché fue casi unidad, uniformidad”, completó.
Antes de la reunión de líderes en el plenario, Biden había una cumbre de CEOs que estuvo auspiciada por la Cámara de Comercio. Biden reiteró su intención de ampliar el capital del Banco Interamericano de Desarrollo para ampliar los préstamos a las empresas a través del brazo privado, el BID Invest. Fiel al núcleo de su mensaje, Biden arengó a la región a trabajar juntos, promoviendo un crecimiento más equitativo y acelerando la transición hacia la energía limpia.
“Nos encontramos en un punto de inflexión. En los próximos diez años van a cambiar más cosas de las que han cambiado en los últimos 30 años en el mundo”, dijo Biden a los líderes empresariales el jueves al margen de la cumbre. “No veo ninguna razón por la cual el hemisferio Occidental no vaya a convertirse durante los próximos 10 años en la región más democrática del mundo”, remarcó.
Los anuncios que la Casa Blanca trajo a la cumbre ofrecieron sobradas señales que el modelo que el gobierno de Biden ha elegido seguir para estrechar los lazos económicos con la región es facilitar la inversión privada, e intentar ampliar el financiamiento a las compañías a través del Banco Interamericano de Desarrollo (BID). Es una alternativa al modelo que propone China, volcando inversiones multimillonarias en infraestructura a través de su estrategia estatal “La Ruta de la Seda”.
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