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La más reciente filtración de documentos secretos del Pentágono que incluyen inteligencia clasificada sobre la guerra entre Ucrania y Rusia, así como sobre China y aliados de Estados Unidos como Israel, Corea del Sur y Canadá, es una más en la larga lista de filtraciones que han tenido repercusiones políticas y diplomáticas en todo el mundo.
Las pasadas revelaciones han puesto en entredicho las campañas militares de EE.UU., han dejado avergonzados a varios ocupantes de la Casa Blanca, han provocado la renuncia de un presidente y han creado tensiones con otros países y mandatarios.
A eso hay que añadir la reacción del público de ver al desnudo las actividades del gobierno en el ejercicio de su política interior y exterior.
Los expertos aseguran que Jack Teixeira, el joven ciberespecialista militar sospechoso de filtrar los más recientes documentos confidenciales de EE. UU., podría servir una larga sentencia de prisión si es declarado culpable de participar en lo que el Pentágono ha considerado un riesgo de seguridad nacional “muy grave”.
Teixeira enfrenta cargos en virtud de la Ley de Espionaje, una ley federal promulgada en 1917 que constituyó la base para condenas anteriores de espías y de quienes compartieron información clasificada con la prensa y el público.
Sin embargo, no en todo los casos ha habido una condena contra los responsables de las filtraciones, algunos de los cuales han sido catalogados de “héroes” por haberse atrevido y arriesgado a sacar a la luz la algunas veces cuestionable actividad secreta del Estado.
Aquí recordamos cuatro de las grandes e históricas filtraciones que estremecieron Estados Unidos.
En 1971, un hombre filtró a varios periódicos, incluyendo The New York Times y The Washington Post, miles de páginas de documentos secretos del gobierno de Estados Unidos.
Los documentos se conocieron como los Papeles del Pentágono, un estudio sobre la participación política y militar de EE.UU. en Vietnam, entre 1945 y 1967, realizado por el Departamento de Defensa de Estados Unidos.
Las más de siete mil páginas del estudio secreto revelaban que el gobierno sabía, desde el principio, que era poco probable que se pudiera ganar la guerra en Vietnam y que continuarla solo conduciría a más bajas.
También señalaban que el gobierno anterior de Lyndon Johnson había mentido al Congreso y al pueblo estadounidense sobre el estado de la participación de su país en Vietnam.
Cuando The New York Times publicó el primero de sus reportajes al respecto, el gobierno del entonces presidente Richard Nixon solicitó una orden judicial para impedir que se divulgaran más documentos y lanzó una cacería de la persona responsable de la filtración.
Pero la Corte Suprema de Justicia dictaminó que la publicación de los documentos estaba justificada y los reportajes se reanudaron. Dos días antes de ese fallo, la persona responsable de la filtración, Daniel Ellsberg, reconoció públicamente su papel.
Un analista militar desencantado
Ellsberg era un analista militar que participó en la elaboración del estudio secreto sobre la guerra de Vietnam, encargado por el Pentágono a la Corporación RAND, un centro independiente de análisis para el que trabajaba Ellsberg.
Previamente, fue empleado del Pentágono desde 1964, bajo el secretario de Defensa Robert McNamara (uno de principales ideólogos de la política exterior del entonces presidente John Kennedy) y estuvo en Vietnam durante dos años, representando al Departamento de Estado.
Tras su regreso en 1967, empezó a trabajar nuevamente para Rand, con quienes ya había estado empleado a finales de la década de 1950.
Ellsberg se desencantó de la política exterior de EE.UU. y empezó a asistir a las manifestaciones en contra de la guerra. Así que, a finales de 1969, hizo varias fotocopias de los documentos clasificados a los que tenía acceso para luego distribuirlos a la prensa.
“El hombre más peligroso de EE.UU.”
En medio de la polémica por la filtración, Ellsberg se entregó a las autoridades reconociendo su papel en el incidente.
Ellsberg fue imputado bajo el Acta de Espionaje y otras acusaciones de robo y conspiración, y enfrentaba una sentencia de 115 años en prisión.
El entonces secretario de Estado de EE.UU., Henry Kissinger, lo apodó “el hombre más peligroso de Estados Unidos”.
El juicio empezó en enero de 1973, en Los Ángeles, California, pero el juez a cargo rechazó el caso citando conducta dolosa e interceptación ilegal de llamadas por parte del gobierno en su búsqueda de evidencia.
Daniel Ellsberg tiene ahora 92 años, y en marzo pasado anunció que sufría de cáncer terminal.
El escándalo de Watergate
El escándalo de Watergate fue una de las mayores controversias políticas del siglo XX, reveló una secuencia de corrupción y encubrimiento que iba hasta el presidente Richard Nixon y lo llevó a renunciar en 1974.
El asunto comenzó en 1972 con el arresto de cinco personas luego de un allanamiento en la sede del Comité Nacional Demócrata en el complejo Watergate en Washington DC. Los hombres fueron encontrados con miles de dólares y un libro.
El FBI conectó a los ladrones con la campaña de reelección del entonces presidente Nixon y, en 1973, se convocó un comité del Senado de EE. UU. para investigar las circunstancias del robo.
La mayoría de los medios ignoraron el alcance del caso, así que la investigación realizada por los dos jóvenes periodistas de The Washington Post, Bob Woodward y Carl Bernstein, incrementó dramáticamente el interés público en el escándalo y sus reprecuciones políticas y legales.
Sus reportajes fueron fundamentales para destapar una masiva campaña de espionaje político y sabotaje realizada por la campaña para reelegir a Nixon.
Woodward y Bernstein descubrieron evidencia de que altos funcionarios del gobierno estaban al tanto del robo en la sede del Comité Demócrata, de los intentos de encubrimiento, manejo indebido de fondos y de destrucción de archivos incriminatorios.
Garganta Profunda
Mucha de la información de los periodistas venía de fuentes anónimas, principalmente de un individuo que apodaron “Garganta Profunda”.
Entre enero de 1972 y enero de 1973, Bob Woodward se encontró secretamente con “Garganta Profunda” en un estacionamiento en el área metropolitana de Washington.
Allí, la fuente lo fue guiando en cuanto a quién estaba involucrado en el escándalo, incluyendo las altas esferas del Departamento de Justicia, el FBI, la CIA y la Casa Blanca.
La investigación y presión política condujeron en 1974 a la renuncia de Nixon, quien perfirió dimitir en lugar de enfrentar un juicio político y una posible condena por lo que sabía sobre el escándalo.
Más de 30 años después, en 2005, el informante fue identificado como Mark Felt, subdirector del FBI en los años 70. La información fue confirmada por Bob Woodward.
Para entonces Felt tenía 91 años y murió a los 95 en 2008.
WikiLeaks denuncia matanzas y torturas
En 2010, el sitio web de denuncias Wikileaks publicó cables y cientos de miles de documentos del Departamento de Estado de EE. UU. filtrados por un exanalista de inteligencia del ejército.
El material incluía un video de un helicóptero militar estadounidense que mostraba una matanza de civiles en Bagdad, Irak, en la que una voz en la transmisión instó a los pilotos a “encenderlos a todos”.
Información adicional de la guerra de Irak reveló que 66.000 civiles habían muerto, más de lo anunciado anteriormente, y que prisioneros habían sido torturados.
También había documentos relacionados con la guerra en Afganistán que revelaron cómo el ejército estadounidense había matado a cientos de civiles en incidentes no denunciados.
Entre las filtraciones había más de 250.000 mensajes enviados por diplomáticos estadounidenses. Revelaron que Estados Unidos quería recopilar información “biográfica y biométrica”, incluidos escaneos de iris, muestras de ADN y huellas dactilares, de funcionarios clave de la ONU.
Bradley (luego Chelsea) Manning
Los investigadores del ejército descubrieron que un soldado raso, conocido entonces como Bradley Manning, había transferido electrónicamente la información al fundador de WikiLeaks, Julian Assange.
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