Crisis en EE.UU.: cae otro banco y se lo queda J.P. Morgan luego de una intervención del gobierno
First Republic se convirtió en la última víctima de la crisis que se desató en marzo, y el segundo banco más grande de la historia que cae en Estados Unidos
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WASHINGTON.- First Republic, uno de los bancos regionales de Estados Unidos hundido en problemas, fue intervenido por el gobierno federal y adquirido por J.P. Morgan, una movida que se terminó de orquestar durante el fin de semana y se anunció en la madrugada de este lunes, antes de la apertura de los mercados. First Republic se convirtió así en la última víctima de la crisis bancaria que se desató en marzo, y el segundo banco más grande de la historia que cae en Estados Unidos. La carambola diseñada para su rescate con la compra por parte de J.P. Morgan reafirmó la determinación de Washington para evitar que la crisis empeore, y haya un contagio más amplio al resto de la economía.
“Estas acciones garantizarán que el sistema bancario esté sano y salvo”, dijo el presidente norteamericano, Joe Biden, este lunes por la tarde en la Casa Blanca.
El acuerdo fue anunciado a través de un comunicado de la Corporación Federal de Seguro de Depósitos (FDIC, según sus siglas en inglés), que tomó control de First Republic para entregarlo a J.P. Morgan. El banco había quedado en la mira luego de la caída del Silicon Valley Bank y el Signature Bank, en marzo, que desató un tembladeral en los mercados financieros y forzó a una rápida intervención del gobierno federal para contener la crisis. A mediados de marzo, once bancos, incluido J.P. Morgan, habían inyectado 30.000 millones de dólares al banco para contener el pánico en medio de una durísima fuga de depósitos. Pero el daño de la corrida y las fallas del modelo de negocios del banco llevaron finalmente a su caída y la adquisición de J.P. Morgan, una operación que elevará la concentración en el sistema y agigantará aún más al gigante de Wall Street.
“Nuestro Gobierno nos invitó a nosotros y a otros a dar un paso adelante, y hicimos”, dijo a través de un comunicado Jamie Dimon, presidente y CEO de J.P. Morgan Chase. “Nuestra solidez financiera, nuestras capacidades y nuestro modelo de negocio nos han permitido preparar una oferta para ejecutar la operación de forma que se minimizaran los costos para la FDIC”, agregó.
La FDIC dijo en su comunicado que deberá poner alrededor de 13.000 millones de dólares de su fondo de garantía, y J.P. Morgan indicó además que recibiría financiamiento del asegurador por 50.000 millones de dólares para la operación. El gigante de Wall Street “asumirá todos los depósitos y sustancialmente todos los activos de First Republic Bank”. Las 84 sucursales del banco abrieron este lunes como sucursales del J.P. Morgan.
El episodio ofreció un claro recordatorio de las secuelas de la caída del Silicon Valley Bank, el 10 de marzo, y del impacto del histórico ajuste monetario que la Reserva Federal aplicó durante el último año con la suba de la tasa de interés para contener la inflación. Aunque la economía de Estados Unidos, la primera economía global, ha logrado de momento esquivar una recesión, los últimos pronósticos apuntan a una desaceleración más profunda que podría llevar a una caída de la economía.
El paso al frente de J.P. Morgan, timoneado por Dimon, una figura emblemática de Wall Street, trajo inevitablemente al presente el recuerdo de la crisis financiera global. En 2008, Dimon también fue uno de los protagonistas de los acuerdos y los intentos a contrarreloj para evitar que la crisis financiera global terminara por llevarse puesta a toda la economía. En ese entonces, J.P. Morgan absorbió a Bear Stearns, uno de los primeros bancos de inversión en caer por la crisis de las hipotecas, y luego se quedó también con Washington Mutual, cuya caída marcó el colapso bancario más grande la historia. Los tres bancos que cayeron este año, First Republic, Silicon Valley Bank y Signatura Bank, tenían un valor conjunto mayor al de los 25 que cayeron durante la crisis financiera global, según un análisis de New York Times.
“Esto está llegando casi al final y esperemos que esto ayude a estabilizar todo”, dijo Dimon en una llamada con periodistas al referirse a la operación.
Aunque en Estados Unidos existen reglas para impedir que bancos del tamaño de J.P. Morgan absorban a sus competidores y eleven la concentración del sistema, la jugada, que contó con el aval implícito del gobierno de Joe Biden, mostró la urgencia que existe en Washington para evitar que la crisis bancaria se vaya de las manos y termine por descarrilar a la economía tal como ocurrió en 2008. El sistema bancario, coinciden economistas, analistas y funcionarios, está mucho más sólido que en ese entonces, más líquido y mejor preparado para capear esta nueva etapa de incertidumbre financiera y tasas altas de interés.
Sin embargo, la crisis bancaria ya ha comenzado a tener un efecto que pasa casi inadvertido por ahora a los grandes números de la macroeconomía: cientos de miles de pequeñas y medianas empresas a lo largo y a lo ancho del país a las que les cuesta mucho más financiarse. Economistas equiparan ese efecto al de un aumento adicional de la tasa de interés, y coinciden en que inevitablemente tendrá un impacto sobre la actividad, aun cuando la economía logre esquivar una recesión.
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