Convención abierta o votación anticipada: cómo pueden los demócratas elegir a su nuevo candidato
El 19 de agosto comenzará la convención del partido de la que saldrá la nominación formal del candidato, pero la definición podría darse antes
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WASHINGTON.- Ahora que el presidente Joe Biden decidió poner fin a su campaña para la reelección, existen dos vías para sustituirlo al frente de la candidatura demócrata camino a las elecciones del 5 de noviembre, en las que Donald Trump estará en la vereda opuesta.
Una es una votación virtual que fijaría un nuevo candidato a principios de agosto, y la otra es una convención “abierta”, un escenario que el partido no ha experimentado desde 1968.
Una convención es abierta cuando ningún candidato llega con una clara mayoría de delegados, por lo que el acto se convierte en unas “miniprimarias” en las que los aspirantes luchan por convencer a los delegados de que voten por ellos.
El potencial de caos es alto, y el tiempo escaso. En algunos estados, el plazo para votar en las elecciones generales finaliza en agosto, y en algunos lugares el voto anticipado comienza en septiembre. Así que los líderes del partido probablemente tratarán de resolver la nominación antes de la Convención Nacional Demócrata que comienza el 19 de agosto.
Así es cómo podría desarrollarse el proceso.
¿Quién elige al candidato?
Unos miles de delegados que representan a los votantes deciden oficialmente el candidato del partido, haya o no convención. Normalmente eligen al ganador de las primarias -para eso se los envía-, así que puede parecer que los votantes eligen directamente.
Pero ahora que Biden ha abandonado la carrera, todos sus delegados son agentes libres y elegirán a un candidato por su cuenta, sin la “orden” de los votantes.
Hay dos tipos de delegados demócratas.
Los “delegados comprometidos” se comprometen a apoyar al candidato que elijan los votantes estatales, aunque una cláusula de “buena conciencia” en las normas del partido les da un poco de margen de maniobra. Son 3949 en total.
El partido asigna “delegados comprometidos” a cada estado o territorio, y los funcionarios estatales del partido los reparten entre los candidatos.
Las jurisdicciones tienen criterios diferentes, pero en general, casi cualquier votante registrado que se considere leal al partido y al candidato puede ser delegado comprometido: trabajadores electorales, cargos electos locales, recaudadores de fondos, incluso los hijos de los candidatos.
Los “delegados automáticos”, a menudo llamados “superdelegados”, son los líderes de más alto nivel del partido y son 749 en total. Tienen ese papel por los cargos que ocupan (o han ocupado), y en el grupo se incluyen antiguos presidentes y vicepresidentes, gobernadores demócratas, miembros del Congreso y funcionarios del partido.
No están comprometidos con ningún candidato y no pueden votar en la primera votación de la convención.
Entonces, ¿veremos una convención abierta?
Es posible.
Si el partido sigue adelante con una votación virtual planeada desde hace tiempo, podría asegurar oficialmente al candidato antes de que empiece la convención, y la contienda habría terminado.
Biden apoyó a la vicepresidenta Kamala Harris, lo que podría inclinar la balanza hacia la unidad. Sus casi 3900 delegados no estarían obligados a respaldar a Harris, pero fueron elegidos por su lealtad a él y podrían inclinarse a hacer lo que les pide, especialmente porque ella ya estaba en la candidatura que eligieron los votantes de las primarias.
La votación virtual no es una parte típica del proceso. Se organizó en gran medida para confirmar a Biden como candidato antes de que venciera el plazo para votar en Ohio, que este año cae antes de la convención demócrata. Los legisladores de Ohio resolvieron el problema, pero los demócratas habían planeado seguir adelante con la votación anticipada de todos modos para evitar cualquier desafío legal que intentara mantener a Biden fuera de la papeleta electoral de Ohio.
Sin embargo, eso deja muy poco tiempo al partido para unirse en torno a un nuevo candidato.
Incluso si se cancela la votación virtual, el partido podría ponerse de acuerdo sobre Harris (o, mucho menos probable, sobre otro candidato) antes de la convención. En ese caso, la convención podría considerarse técnicamente abierta, pero los procedimientos podrían ser tan poco dramáticos como de costumbre.
“Los líderes demócratas estarían motivados para zanjar la cuestión rápidamente para que un nuevo candidato pueda iniciar una campaña lo antes posible”, dijo Amy K. Dacey, directora ejecutiva del Sine Institute of Policy and Politics de la American University y exdirectora ejecutiva del Comité Nacional Demócrata.
“Se acaba una convención republicana en la que está muy claro quiénes son sus candidatos, qué nombres aparecerán en la papeleta”, dijo Dacey. “Ahora tienen este periodo de 31 días antes de la convención demócrata, donde tienen a sus nominados en su lugar y todos están haciendo campaña”.
Pero si no hay consenso antes de que los delegados lleguen a Chicago, los demócratas tendrían su primera convención abierta y disputada desde 1968. Aquella, también en Chicago, fue tan catastróficamente mal que el partido revisó su forma de elegir a los candidatos.
Sólo para que su nombre figure en la votación nominal, cada candidato necesitaría las firmas de al menos 300 delegados, y no más de 50 pueden proceder de un mismo estado.
Probablemente sabríamos pronto si alguien planea desafiar a Harris, dijo Dacey, citando el corto espacio de tiempo disponible para conseguir un apoyo más amplio. “Si alguien quiere que su nombre figure en una convención disputada, en cuanto tenga esos 300 nombres, lo dirá”, afirmó.
Si hay aspirantes, las maniobras entre bastidores y los acuerdos se acelerarán a medida que los jefes estatales del partido intenten agrupar a sus delegados en un bloque de voto.
Una vez que todos estén en Chicago, los candidatos y sus sustitutos probablemente recorrerán no sólo el recinto de la convención, sino también hoteles, bares y otros escondrijos en busca de delegados a los que atraer.
Las cosas se han salido de control en anteriores convenciones abiertas, cuando los candidatos luchaban por cada voto.
En un reportaje de Politico sobre la convención abierta republicana de 1976, Tom Korologos, exembajador en Bélgica, recordaba que una delegada de Gerald Ford se cayó y se lesionó gravemente una pierna. Dijo que, en lugar de llevarla rápidamente a un hospital, otros delegados le entablillaron la pierna con programas de la convención y la mantuvieron a distancia de votación porque temían que su sustituto votara por Ronald Reagan. (Ford ganó la batalla por la nominación, pero perdió la presidencia ante el demócrata Jimmy Carter, que en 1980 perdió ante Reagan).
Luego tendría lugar la primera votación nominal.
Si un candidato obtuviera la mayoría de los votos de los delegados en la primera votación, esa persona se convertiría en el nominado, y todo el mundo podría por fin relajarse un poco. Pero si nadie obtiene la mayoría, se celebraría una segunda votación.
En ese momento, la convención se consideraría “negociada”, un término acuñado en las convenciones de antaño, cuando los agentes del poder del partido ponían todo su empeño en negociar y presionar para conseguir votos. No ha habido una de esas desde 1952.
La versión atenuada de ese escenario para 2024 consistiría en que, a partir de la segunda votación, los superdelegados entraran en el grupo de votantes.
La votación continuaría, ronda tras ronda, hasta que un candidato obtuviera los votos de la mayoría de todos los delegados y fuera nombrado candidato del partido.
Aunque probablemente sería un buen programa de televisión, la división del partido en la convención no es el escenario ideal.
En 1924, los demócratas necesitaron 103 rondas de votaciones para decantarse finalmente por el candidato de compromiso John Davis, después de que los dos más votados se retiraran. No salió bien. El presidente en ejercicio, Calvin Coolidge, derrotó a Davis por un amplio margen.
Por Bonnie Berkowitz, Szu Yu Chen y Adrián Blanco
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