Contó cómo escapó de Oath Keepers, la milicia de extrema derecha fundada por su padre: “Tenía que llevar a mi familia lejos”
Dakota Rhodes pudo librarse y salvar a su madre y sus hermanos de la organización que intentó desestabilizar a los Estados Unidos en 2020, pero no le fue nada fácil
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El hijo de Stewart Rhodes, líder de una milicia de extrema derecha de Estados Unidos, pasó años preparando cómo escapar del control de su padre. Ahora que Rhodes enfrenta décadas en prisión, el resto de la familia está reconstruyendo sus vidas.
El momento había llegado. Era un lúgubre día de febrero de 2018. Dakota Rhodes tenía todo planeado. Su madre y cinco hermanos menores estaban en la camioneta -algunos de ellos agazapados en el piso fuera de vista-. Habían empacado todo cuanto pudieron y se inventaron un pretexto: presumiblemente se dirigían al vertedero cerca de la resbaladiza y helada carretera principal. Pero, tan pronto como arrancaron, el padre de Dakota salió raudo por la puerta de la remota cabaña donde vivían en las montañas del noroccidente de Montana.
Dakota y su madre Tasha se paralizaron. El líder de la milicia Oath Keepers (“Guardianes del juramento”) había dominado sus vidas hasta ese momento. Tasha y Stewart llevaban casados casi 25 años y ella estaba acostumbrada a sus períodos maníacos. Había pasado en vela toda la noche, compulsivamente haciendo ejercicio, escuchando música, practicando arte marcial filipino, caminando de un lado a otro. Era un patrón de actividad maníaca, dijo Dakota, que sufrió por años de abuso emocional y paranoia aguda.
¿Les impediría huir ahora? ¿Se habría dado cuenta de que su arma favorita no estaba? ¿Preguntaría por qué John-Boy, el perro de la familia, los acompañaba al vertedero? Dakota se aferró al volante mientras Tasha miraba sus hijas, escondidas bajo las ventanas, con los ojos bien abiertos. “Oye”, gruñó Rhodes. “Trae un bife cuando regreses”. Dakota y Tasha murmuraron que sí y arrancaron hacia la carretera sin mirar atrás.
Hijo de un miliciano extremista
Con su barba y parche, Stewart Rhodes es una de las caras más reconocibles del movimiento miliciano antigubernamental de Estados Unidos. Desde septiembre, Rhodes y cuatro miembros de los Oath Keepers, una milicia que fundó en 2009, fueron sometidos a juicio en Washington por su rol en el motín en el Capitolio del 6 de enero, en el que intentaron detener la certificación de las elecciones de 2020 y la investidura de Joe Biden. Rhodes y otro de los acusados acaban de ser encontrados culpables de conspiración sediciosa, un crimen que acarrea un sentencia máxima de 20 años de prisión. Al otro extremo del país, Dakota y Tasha, seguían el juicio de cerca.
Dakota se crio “creyendo absolutamente” la visión del mundo de su padre, lo que describió como una “visión de una sombría, maliciosa conspiración comunista… con miras a tomar el poder absoluto y establecer un gobierno mundial único que sembraría el caos intencionalmente”. Pero en la adolescencia, su fe en la llegada de un apocalipsis auspiciado por el gobierno empezó a titubear, y en su temprana adultez, finalmente, decidió escapar.
Una breve niñez “normal”
Las cosas no siempre fueron así de desalentadoras. Dakota pasó los primeros cinco años de su vida en Washington DC, donde Rhodes fue asistente del congresista libertario Ron Paul. Luego se mudaron a Connecticut cuando Rhodes asistió a la Escuela de Leyes de Yale. “Fue la única vez que tuve una niñez normal”, cuenta Dakota. “La única vez que tuve amigos de verdad e interacción social real”. Recuerda la pizzería local, jugando con los hijos de los estudiantes universitarios que venían de todas partes del país y del mundo.
Tasha dice que, cuando conoció a Rhodes, no era particularmente político aunque siempre estaba ideándose estrategias para evitar enemigos imaginarios y daba señales de extraños episodios de paranoia que luego alimentarían su misión antigubernamental.
El nacimiento de los Oath Keepers
Después de graduarse de Yale en 2004, Rhodes movió a su familia por varios estados del oeste estadounidense mientras trabajaba como abogado. En ese período su paranoia y sensibilidades antigubernamentales se endurecieron. La pareja tuvo cinco hijos más y la familia rebotó entre Arizona, Nevada y Montana. Ninguno de ellos asistió a una escuela formal. Unos ni siquiera tenían un certificado de nacimiento.
En abril de 2009, cuando estaban viviendo en Nevada, Rhodes fundó los Oath Keepers, producto de una sesión maníaca, según Tasha. Escuchando música heavy metal a todo volumen, elaboró su manifiesto: “Declaración de las Órdenes que no Obedeceremos”. Su meta era reclutar veteranos del ejército, de la policía y otros servicios de emergencia, con la idea de convocar legiones entrenadas para combatir la tiranía del gobierno.
El documento se volvió viral en círculos milicianos, lo que finalmente pondría a Rhodes en conflicto con las autoridades. “Decía que la razón por la cual perdía los estribos, la razón de su violencia era porque no había encontrado un camino en su vida”, dijo Tasha. “Así que en parte pensé, bueno, tal vez eso ayudará a arreglar lo que sea que ande mal con él”.
El lanzamiento de los Oath Keepers sucedió en abril de 2009 en Lexington, Massachusetts, el sitio de la primera batalla de la Guerra Revolucionaria de EE.UU. Rhodes empezó a recorrer el país para generar apoyo. Apareció en canales conservadores de YouTube, en el programa del locutor de derecha extrema Alex Jones y hasta en las redes nacionales de TV.
La vida familiar pronto se convirtió en parte de la organización. Tasha recibía a los miembros en su hogar; Dakota contestaba los correos electrónicos de los milicianos y, cuando fue mayor, conducía a su padre a las reuniones. Pero en los largos períodos en que Rhodes estaba de viaje, el resto de la familia se sentía más y más enclaustrada.
“Estábamos tan aislados que la fecha y hora, o qué día de la semana era, o el año, tenían poca relevancia en nuestras vidas”, dijo Dakota, señalando que se habían convertido en “accesorios de la marca Stewart Rhodes”. Su padre había hecho de la familia el foco del culto a la personalidad que quería desarrollar: “Un importante salvador en la historia estadounidense”.
Siendo el mayor, Dakota estaba bajo más presión. Se esperaba que practicara actividades estereotípicamente masculinas que fueran de utilidad para la milicia, como tiro y artes marciales. Sus estudios en casa se enfocaban casi siempre en la Revolución Estadounidense y la batalla de las Termópilas.
Como muchos hijos, anhelaba la aprobación de su padre, que no fue mucha. “Me vi como nada más que un fracasado que nunca podría alcanzar los estándares de Stewart”. Dakota y Tasha recuentan un sinnúmero de incidentes de abuso verbal y abandono. Como cuando Rhodes se demoró tres días en llevar al crematorio el perro mascota que había muerto, mientras se burlaba del olor del cadáver y del apego de su hijo al animal.
“Hasta que llegué a ser un hombre adulto”, expresó Dakota, “viví absolutamente bajo el yugo de un terrorista emocional”. Por intermedio de sus abogados, Stewart Rhodes rehusó dar declaraciones para este artículo.
Vida en las montañas
A comienzos de los 2010, la familia se mudó a una cabaña remota en el norte del estado de Montana, rodeada de una pequeña comunidad de milicianos afines, preppers (personas que se preparan para un colapso social) e individuos de espíritu solitario.
De joven, Dakota pasó un verano excavando túneles de escape, en preparación para lo que su padre pensaba sería un asalto inevitable del gobierno. Lejos de todo, aislado y desesperado, se hundió en un estado de depresión. Pasaba más y más tiempo en internet, visitando sitios web y foros extremos, encerrado y despreocupado por el aseo personal. Mientras tanto, alentados por Rhodes, los Oath Keepers expandían su alcance.
A mediados de los 2010, estuvieron presentes durante varios enfrentamientos de activistas antigubernamentales con las autoridades en Nevada y Oregón. En 2015, patrullaron Fergusson, Missouri, en el aniversario de las protestas por la muerte del adolescente negro Michael Brown a manos de la policía.
Pero a pesar del crecimiento del grupo, la familia de Rhodes pasaba penurias. Su esposa e hijos frecuentemente se alimentaban de avena y tajadas de fruta seca. La milicia cobraba una afiliación anual de US$30, que luego aumentó a US$50. Había 38.000 nombres registrados, incluyendo algunos políticos electos y agentes policiales, pero no está claro cuántos pagaron la cuota.
Rhodes no administraba el dinero bien y tampoco había hecho una declaración de impuestos desde la fundación de los Oath Keepers, según la evidencia presentada en el juicio. Las dudas sobre el movimiento de su padre aumentaron en la mente de Dakota. “Empecé a ver a Stewart como realmente era y ya no creía en el fin de los días, no creía en el apocalipsis”, dijo. Eso significó que había algo que potencialmente podía hacer. “Tenía que llevar a mi familia lejos de Stewart”, concluyó. Pero, ¿cómo hacerlo?
Apagando incendios y planeando un escape
Dakota no tenía dinero, ni educación formal y un muy pequeño círculo social. Pero un encuentro fortuito en una estación de gasolina, cuando conducía a su padre de vuelta de una reunión de los Oath Keepers, le cambió la vida.
Un empleado allí le habló del departamento de bomberos voluntario y ese fue el golpe de suerte que necesitaba. Unido al cuerpo de bomberos, Dakota estuvo expuesto a una nueva serie de valores . En la estación nadie hablaba de batallas históricas, almacenamiento de armas y alimentos, o arranques de ira contra el gobierno. Lo que hacían era salir a ayudar a gente.
La experiencia expandió sus conexiones sociales, le dio un salario y lo llevó a combatir incendios lejos de casa. Su controlador padre le permitió hacerlo, dijo, porque se ajustaba a los ideales machistas que fomentaba. En 2017, un rayo que inició un devastador incendio en el Bosque Nacional de Kootenai, en Montana, aceleró sus planes.
Dakota fue reclutado para combatir las llamas todo el verano y parte del otoño, lo que le generó suficiente dinero para comprar su propia camioneta. “Podíamos salir de casa independientemente, en lugar de tener a Stewart controlando estrictamente nuestro transporte”, explicó. Tasha había iniciado le proceso de divorcio. La noche antes de escapar, Rhodes y su esposa fueron a un bar cercano. El cantinero la miraba constantemente porque ella no dejaba de llorar, recordó Tasha.
“Stewart nunca se dio cuenta”, dijo. La familia huyó al día siguiente. Ya en sus 20, Dakota empezó a sentir más la necesidad de irse y se dio cuenta de que sus hermanos llevaban deseando lo mismo desde hacía más tiempo. Su madre también le confesó que buscaba una salida y así gestaron un plan.
El espectro del pasado
La familia sigue viviendo en Montana, en una casa en arriendo pero por fuera del movimiento miliciano e integrándose a la comunidad y rutinas más normales, pero no ha sido fácil. Dakota los apoya trabajando en varios empleos incluyendo de bombero, consiguió su propio espacio y estudia arte y política estadounidense en una universidad comunitaria.
Después de cuatro años y medio, a Tasha aún no le han concedido el divorcio. Pero el espectro de Stewart Rhodes y los Oath Keepers todavía perdura. Como muchos otros movimientos políticos, el mundo miliciano se vio transformado por la campaña presidencial de Donald Trump y Rhodes se transformó de un escéptico a un vociferante adepto de Trump, después de las elecciones de 2016.
En la antesala de las elecciones de 2020, Rhodes se imaginaba un escenario en que los Oath Keepers se convertirían prácticamente en el ejército privado de Trump. Cuando Dakota y Tasha sintonizaron las noticias sobre la toma del Capitolio, el 6 de enero de 2021, no vieron la cara de Rhodes, pero sabían que estaba allí.
Ahora Rhodes y uno de sus colegas, Kelly Meggs, enfrentan hasta 20 años en prisión, después de ser encontrados culpables de conspiración sediciosa. Los otros tres miembros enjuiciados recibieron penas por cargos menores. El haber escapado de su padre le ha traído alivio a Dakota. Su rumbo político también ha cambiado. En 2020 participó en una manifestación apoyando el movimiento Black Lives Matter (Las vidas de negros importan) y trabajó de voluntario para el Partido Demócrata.
Su apartamento tiene fotos de vida silvestre y prefiere pasar el tiempo estudiando, dibujando y escribiendo en su blog. Aunque las armas le traen recuerdos desagradables, todavía las conserva. “No tengo confianza en que Estados Unidos pueda resistir el creciente movimiento fascista”, alegó. Después de su huida, los hijos de Rhodes se reunieron ocasionalmente con él, pero eso terminó gradualmente . Dakota dice que desde la pandemia ha recibido mensajes esporádicos de su padre. No ha contestado uno solo.
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