Compró un vestido en una tienda de antigüedades y halló un mensaje en código escondido en un bolsillo: lo descifraron
Una mujer adquirió la soñada prenda del siglo XIX y descubrió que contenía tres grandes misterios, uno de ellos, estaba oculto en la falda
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Sara Rivers Cofield, una arqueóloga con un ojo agudo para la ropa de época, blogger y usuaria de redes sociales, estaba en la búsqueda de prendas antiguas que le parecieran interesantes. Durante una visita a un centro comercial de antigüedades, en Maine, Estados Unidos, su atención se focalizó en un espectacular vestido de seda del siglo XIX. Sin embargo, en uno de sus bolsillos escondidos encontró un misterioso mensaje que no pudo descifrar al primer intento.
Aunque este incidente sucedió hace una década, la noticia recientemente salió a la luz y sorprendió a cientos de personas. El atuendo, de color bronce especial, estaba en un estado de conservación notable y conformado por una falda drapeada y un polisón abultado, características típicas de la moda femenina de aquellos años. Los botones de metal que adornaban el vestido podrían formar parte de una colección debido a su originalidad. Atraída por su apariencia y su valor histórico, Rivers Cofield decidió comprar el vestido en un precio de ganga, por tan solo US$100.
“Hay algunos daños típicos por desgaste, pero la seda no se rompe”, escribió la mujer en su blog de 2014. “Los botones originales nunca se quitaron”, siguió con la explicación. “Hace mucho tiempo que muchos botones con imágenes se distribuyeron a varios coleccionistas. Encontré uno de ellos con el mismo motivo ‘Ofelia’ a la venta en Etsy por US$15″, reveló sorprendida por el valor de cada pequeña pieza.
Dentro de cada pliegue había más detalles. La falda, por ejemplo, tenía pequeños canales por los que pasaban piezas de alambre, que le daban el volumen deseado. A su vez, tenía dos cierres ocultos, uno atrás y el otro al frente. El corsé, contó Rivers Cofield, tenía costuras para el ajustado máximo y los ojales fueron cosidos a mano. Sin embargo, había mucho más por descubrir.
Los secretos del vestido de “Bennett”
El primer gran descubrimiento ocurrió cuando la mujer desabrochó los botones para ver el forro de la parte de arriba. “Había una etiqueta de papel cosida en la parte posterior con el nombre ‘Bennett’ escrito a mano”, contó la arqueóloga. “La firma enfatiza una conexión indirecta con una persona, no solo con un vestido”. El segundo secreto revelado fue la presencia, en la falda, de un alfiler. “Como arqueóloga, esto me entusiasma porque estos pequeños alfileres aparecen en excavaciones de sitios del siglo XIX”.
Y el tercer misterio fue el más sorprendente: un mensaje escrito a mano que estaba en un diminuto bolsillo escondido en la falda. “Tienes que subir la seda drapeada, exponer la falda interior de algodón y, en general, alterar todo el look para llegar al bolsillo”, describió la sorprendida investigadora. “¿Se modificó el vestido sin tener en cuenta el bolsillo? ¿O se añadió el bolsillo porque la Sra. Bennett necesitaba un escondite supersecreto?”. El mensaje, redactado en dos hojas de papel traslúcido, decía: “Bismark Omit leafage buck bank / Paul Ramify loamy event false new event.”
El investigador que descifró el mensaje
Wayne Chan, un investigador que por afición adora interpretar códigos secretos, de la Universidad de Manitoba, Canadá, contó a CNN que miró el texto y luego buscó en 170 libros de códigos y ninguno coincidía. Después, se trasladó a la época de los telégrafos y vio los códigos meteorológicos que se utilizaban en aquella época. El hombre reveló que el misterioso mensaje era, simplemente, un reporte meteorológico.
Chan contó que esa taquigrafía era más económica. “Bismark” se refiere al lugar desde donde se mandó el mensaje (lo que hoy es Dakota del Norte). “Omit” indica la temperatura del aire, que era de 56 °F y la presión barométrica de 0,08 pulgadas de mercurio. “Leafage” es el punto de rocío de 32 °F a las 10 p.m. “Buck” indicaba que no había precipitación, y “bank” hablaba sobre la velocidad del viento, que al parecer, era despejado. “Los códigos telegráficos se utilizaban por dos razones principales: secreto y economía”, compartió al medio citado.
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