Cambio de horario en Estados Unidos: el consejo de los especialistas de Harvard para adaptarse al nuevo ciclo
En menos de un mes, habrá que atrasar los relojes una hora; sin embargo, ese retroceso de tiempo tiene sus consecuencias en el funcionamiento del cuerpo humano
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El próximo 5 de noviembre, los estadounidenses deberán retrasar sus relojes una hora a partir de las dos de la madrugada, lo que marca el fin del horario de verano. El próximo cambio será hasta el 10 de marzo de 2024. En este contexto, muchas personas tienden a suponer que tendrán una hora más de sueño, pero la realidad es otra.
“Un bostezo extra una mañana de primavera, una siesta extra una noche de otoño... Pedimos prestada una hora una noche de abril, la devolvemos con intereses dorados cinco meses después”, dijo Winston Churchill, sobre el cambio de hora en verano. Diversos estudios han demostrado que alterar los ciclos de sueño podría tener más consecuencias que bondades en el funcionamiento de los órganos humanos. Además, sus repercusiones durarían hasta varias semanas en algunas personas.
En 2012, The American Journal Cardiology publicó un estudio sobre los efectos de los cambios de sueño en el corazón y mostró un pequeño aumento en los ataques cardíacos el primer día: “La transición al horario de verano (DST) se ha asociado con un aumento a corto plazo de la tasa de incidencia (RI) de infarto agudo de miocardio (IAM). El estudio retrospectivo examinó la IR de los IAM en nuestros hospitales la semana posterior al horario de verano y después del cambio de otoño al horario estándar, de octubre de 2006 a abril de 2012, con referencia específica al tipo de IAM”.
En otras investigaciones se descubrió que la “ganancia” de una hora de sueño no fue demostrada en procedimientos científicos. Especialistas de Elsevier, una empresa de análisis global de Información científica, técnica y médica, dieron a conocer que el efecto acumulativo sugiere, a la larga, una pérdida de descanso. “La transición otoñal a menudo se populariza como un aumento de una hora de sueño, pero hay poca evidencia de que se duerma más esa noche. El efecto acumulativo de cinco días consecutivos de horarios de aumento más tempranos después del cambio de otoño sugiere nuevamente una pérdida neta de sueño a lo largo de la semana”.
¿Se descansa una hora más o no?
Un documento de la Universidad de Harvard menciona que solo una pequeña parte de la población logra asimilar la hora extra en el horario de invierno y descansarla, casi, literalmente, pero la mayoría siente las consecuencias pasados algunos días del cambio. “Durante la semana siguiente, muchas personas se despiertan más temprano, tienen más problemas para conciliar el sueño y es más probable que se despierten durante la noche”. Los que más recienten estos reajustes en los relojes son las “personas que tienden a dormir poco, que duermen menos de 7,5 horas por noche, y los madrugadores. Estos grupos tienen más problemas para adaptarse al nuevo horario”.
El consejo de los especialistas para adaptarse con más facilidad es ser pacientes y realizar actividades físicas. “El ejercicio regular, preferiblemente a la misma hora todos los días, puede ayudar a normalizar su ciclo de sueño”, señala el texto Harvard: “Tomar una breve siesta por la tarde o dos durante la semana puede ser una forma placentera y relajante de recuperar el sueño perdido”.
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