Una banda de ladrones de California robó millones y eludió a la policía hasta que cayó ante el FBI
Una red organizada llevó a cabo una serie de robos de alto perfil, empleando tecnología avanzada y estrategias precisas
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Durante meses, un grupo de ladrones mantuvo a las autoridades locales de California en jaque, ejecutaron múltiples robos a bancos y cajeros automáticos a lo largo del estado. La banda estaba formada por varios sospechosos, muchos de ellos de origen extranjero, y empleaba complejas tácticas para eludir a la policía y maximizar sus botines.
Hubo robos que alcanzaron pérdidas de cientos de miles de dólares en un solo golpe, según Excelsior California. Sin embargo, la intervención del FBI marcó un punto de inflexión, y permitió que finalmente desmantelaran esta red de crímenes.
Estrategias sofisticadas y métodos de encubrimiento
- La banda ejecutaba sus robos con un plan meticulosamente organizado. Para cada uno de sus asaltos, los sospechosos alquilaban propiedades a corto plazo cerca de sus objetivos, utilizaban vehículos obtenidos de forma clandestina y vigilaban las áreas con anticipación.
- Equipados con herramientas eléctricas y sopletes, ingresaban a las instalaciones y en ocasiones usaban disfraces para pasar desapercibidos, incluyendo uniformes que los hacían parecer trabajadores de construcción. Además, desplegaban inhibidores de señal para evitar la activación de alarmas y rociaban pintura sobre las cámaras de seguridad para no ser captados en video.
- El grupo también mostraba una especial destreza en las técnicas de evasión. En un incidente, ingresaron al cuarto de efectivo de un banco perforando una pared desde un negocio adyacente, causando pérdidas de más de $240,000. A pesar de sus esfuerzos, las autoridades lograron obtener pruebas de sus movimientos y patrones, resultando clave para su captura.
El rol del FBI y el inicio de la caída
La policía local, aunque consciente de la presencia de la banda, tuvo dificultades para rastrearlos debido a su constante cambio de ubicación y métodos de encubrimiento. Sin embargo, el FBI comenzó a seguir el caso después de identificar un vehículo utilizado de manera recurrente en los robos.
El auto, una Chevrolet Suburban, fue rastreado hasta un servicio de alquiler ilegal en West Hollywood. Este descubrimiento facilitó la identificación de un sospechoso clave en la organización, conocido inicialmente bajo el alias de “Gordito”.
Al profundizar en la investigación, las autoridades identificaron a Alex Moyano-Morales, un hombre con múltiples identidades falsas y documentos de distintos países. Su rol como cabecilla del grupo lo convirtió en el principal objetivo de la operación de captura.
Con el progreso de las investigaciones, el FBI comenzó a revisar datos de ubicación de los teléfonos de los sospechosos, revelando que la banda había alquilado propiedades temporales cerca de la mayoría de los lugares que robaron. Uno de los propietarios de Airbnb proporcionó videos de seguridad que mostraban al grupo transportando herramientas y equipos necesarios para los robos.
Los miembros de la banda, además de Moyano-Morales, incluían a Maite Celis-Silva, Erik Osorio-Olavarez, Pablo Valdez-Rodriguez, Rosa Bastias-Serra y otros asociados. Se presume que algunos de estos individuos también tienen antecedentes en crímenes en sus países de origen. Rosa Bastias-Serra, por ejemplo, era buscada en Chile por su presunta participación en un incidente de robo con homicidio ocurrido en 2015.
Con ayuda de las pruebas obtenidas, los agentes del FBI lograron capturar a varios de los miembros de la banda en un Airbnb en Seattle, donde se encontraron $20,000 en efectivo junto a múltiples herramientas de robo.
Durante la operación, algunos sospechosos intentaron escapar, pero fueron detenidos. Uno de los detenidos, identificado como Michelle Parada-Munoz, opuso resistencia al arresto, mientras que otros tres sospechosos intentaron huir en un vehículo vinculado a la red de robos.
A medida que la operación se extendía a otros estados, los investigadores comenzaron a identificar robos similares en áreas como Oregón, donde se sospecha que los miembros de la banda participaron en al menos dos incidentes adicionales.
El caso derivó en acusaciones federales graves, con cargos que incluyen conspiración y múltiples delitos de robo, cada uno con penas que alcanzan hasta 20 años de prisión y una multa de US$250000.
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