Biden suma puntos con el acuerdo por la deuda y despeja otro frente antes de la campaña presidencial
El pacto sellado para ampliar el límite del endeudamiento todavía debe ser aprobado por el Congreso, pero las reacciones iniciales mostraron a los demócratas y a la Casa Blanca mucho más conformes que los republicanos
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WASHINGTON.- El nuevo acuerdo fiscal que Joe Biden cerró durante el fin de semana para evitar un default “catastrófico”, en sus propias palabras, para Estados Unidos y la economía mundial le dio otra victoria que revalidó sus credenciales de hábil negociador político, y refrescó su liderazgo dentro del Partido Demócrata justo cuando más lo necesita, en la antesala de una nueva campaña presidencial en la cual Biden necesitará si o si el apoyo de todo su partido para lograr su reelección.
El balance del acuerdo que alcanzaron Biden y el líder del Partido Republicano en el Congreso, Kevin McCarthy, para elevar el llamado “techo de la deuda” y evitar una inédita cesación de pagos de la deuda norteamericana se traslucía en las primeras reacciones políticas: la Casa Blanca celebró con un puño cerrado, la mayoría de los congresistas demócratas se encolumnaba detrás de Biden –que incluso cosechaba elogios desde el ala radical–, y varios republicanos, en particular, los más duros, mostraban su furia y frustración con McCarthy.
El aspecto más notable del acuerdo es lo poco que parece haber cedido Biden respecto de las pretensiones iniciales del Partido Republicano. La oposición llegó a la negociación con la intención de reformar y recortar programas sociales, bajar gastos, podar Medicaid, el programa de salud para los pobres, y ponerle un “techo” al presupuesto durante una década para conseguir una baja significativa del déficit fiscal y ponerle un límite al gobierno federal. Al final, el punto medio que forjaron con Biden, del cual debe conocerse aún la letra chica, parece mucho más modesto y mucho más favorable a los demócratas.
En primer lugar, el acuerdo impone límites o “techos” a los gastos discrecionales del presupuesto, pero sólo por dos años, hasta el fin del año fiscal 2025, sin ir más lejos, como aspiraba la oposición. En segundo lugar, los republicanos buscaban un recorte global de los gastos fuera del presupuesto de defensa superior al 20 por ciento, pero, en cambio, funcionarios de la Casa Blanca dijeron que el acuerdo mantiene el gasto público “más o menos constante” para el año fiscal 2024 –sin contar el presupuesto para defensa, que queda exento de ajuste–, y prevé un aumento del 1% para el año fiscal 2025. Para los años siguientes deben acordarse nuevos leyes de gastos, o se gatillarán recortes automáticos del 1 por ciento respecto del año anterior a todo el presupuesto, incluido el gasto en defensa.
El acuerdo suspende además el techo de la deuda hasta el 2025, es decir, después de las elecciones presidenciales, una tregua que le garantiza a Biden y a los demócratas que evitarán tener que montarse en una nueva negociación en medio de la campaña, sin infligirle un daño mayúsculo a la economía.
“El acuerdo que el presidente está anunciando creemos que es bueno”, evaluó un funcionario de la Casa Blanca en una llamada con periodistas el domingo por la tarde. “Protege las ganancias económicas históricas que hemos logrado, lo que realmente permite que continúe una de las recuperaciones más fuertes registradas al sacar de la mensa la amenaza de default hacia 2025″, agregó.
Los funcionarios de Biden enfatizaron además que el nuevo entendimiento protege la agenda legislativa que Biden y los demócratas consiguieron sacar del Congreso en los dos primeros años de gobierno, y, sobre todo, insistieron que desbarata el intento de los republicanos por imponer un ajuste draconiano. Más importante aún para Biden: al evitar un ajuste profundo, evita también un impacto sobre la economía, clave en las elecciones presidenciales.
“La administración hizo un buen trabajo al lograr este acuerdo”, dijo el domingo en Twitter el congresista Steve Cohen, uno de los integrantes del Caucus Progresista, el ala radical del oficialismo. “Protege la economía mundial. Nos salva de otra pelea por el techo de la deuda política antes de las elecciones del 24″, indicó.
McCarthy intentó vender el acuerdo a los republicanos diciendo que “no hay una cosa en el plan para los demócratas”, pero varios no compraron el argumento, y no dudaron en criticarlo públicamente. “Él tiene razón. No hay “una cosa” para los demócratas. Hay 4 billones de dólares en cosas, un cheque en blanco, para los demócratas”, le retrucó el senador Ted Cruz en Twitter. “Todo a cambio de eliminar virtualmente todos los recortes de gastos de la Cámara de Representantes”, agregó, en referencia al plan original de la oposición.
En 2011, cuando era vicepresidente de Barack Obama y el default estaba más cerca que nunca, Biden se puso al hombro las discusiones con los republicanos en el Congreso para cerrar un presupuesto y ampliar el límite para emitir deuda. El ida y vuelta fue durísimo y se alargó hasta el último minuto. Obama le pidió a Biden una intervención final cuando ya todo parecía perdido. Biden logró el acuerdo, pero el resultado fue mucho más traumático que ahora. Los republicanos consiguieron un fuerte recorte del gasto que mancó a la economía durante el segundo mandato de Obama y ayudó a la victoria de Donald Trump en la elección de 2016. Y Estados Unidos sufrió el recorte en la calificación de su deuda, que perdió la nota “AAA”. Esta vez, Biden salió mucho mejor parado que su antiguo jefe.
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