Biden se encargó de dejar un mensaje en claro a América Latina: EE.UU. no es China
Al proponer un nuevo pacto económico a la región, Biden ofreció una “asociación” pero ninguna iniciativa concreta que involucre inversiones y desembolsos multimillonarios como los que despliega Pekín
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LOS ÁNGELES.- Joe Biden dejó un mensaje implícito en su primer discurso en la Cumbre de las Américas: Estados Unidos no es China. Si alguien en América Latina guardaba aún la expectativa de que Washington pudiera llegar a ofrecerle a la región algo parecido a lo que ofrece Pekín, con miles de millones de dólares en inversiones directas, Biden se encargó de terminar de desterrar esa idea en Los Ángeles.
El presidente norteamericano le ofreció a América Latina un nuevo pacto económico, una visión para reciclar el “espíritu de Miami”, donde Estados Unidos organizó hace 28 años la primera Cumbre de las Américas para abrir una era de integración con la región. China todavía estaba encerrada en sí misma. Ahora, la huella de Pekín en la región crece, como socio comercial y como inversor. Veintidós países de América latina y el Caribe se han sumado a la iniciativa “La Ruta de la Seda”, incluido la Argentina, el plan estratégico chino para desarrollar infraestructura.
Biden ofreció otro modelo: una “asociación”, una alianza para abrir camino a los negocios con las empresas norteamericanas, la punta de lanza de la Casa Blanca, y eventualmente más financiamiento a través del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y su brazo privado, el BID Invest.
“No siempre estamos de acuerdo en todo, pero como somos democracias, superamos nuestros desacuerdos con respeto mutuo y diálogo”, distinguió Biden al inicio de su mensaje inaugural en la Cumbre de las Américas.
“Y ya no es una cuestión de qué haremos, qué hará Estados Unidos por las Américas –continuó–. La pregunta es qué logramos al trabajar juntos como verdaderos socios con diversas capacidades pero igual respeto mutuo, reconociendo tanto nuestra soberanía individual como nuestras responsabilidades compartidas”.
Biden no trajo fondos frescos a Los Ángeles, o al menos no trajo una promesa de enterrar miles de millones de dólares en inversiones a través de una iniciativa que funcione como un paraguas como lo hace China. No parece ser la manera en la cual Estados Unidos quiere hacer negocios con la región a futuro. Lo que la Casa Blanca se muestra dispuesta a abrir puertas y alentar a sus empresas a que inviertan. Es el espíritu de una de las iniciativas insignia de la Casa Blanca para frenar la inmigración desde Centroamérica, “Call to Action”, que le da protagonismo a las empresas privadas para que inviertan. La Casa Blanca alienta, facilita. Pero las inversiones las hacen las compañías.
El asesor de Seguridad Nacional de Biden, Jake Sullivan, reforzó esa idea al hablar con periodistas en el Air Force One en el viaje de Washington a Los Ángeles.
“Estados Unidos nunca ha visto su ventaja comparativa en el mundo como simplemente apalancar grandes cantidades de dólares estatales, sino aprovechar todas las herramientas disponibles para nosotros. Sí, algo de financiamiento público, pero realmente desbloquear cantidades sustanciales de financiamiento del sector privado para ser capaz de impulsar el crecimiento económico inclusivo en las Américas”, dijo Sullivan. “Y eso es lo que más quieren estos países”, reforzó.
De hecho, la Casa Blanca tampoco ofreció un mecanismo nuevo de financiamiento distinto a los que ya existen. Al contrario: hizo propia una iniciativa que en rigor no es suya –ampliar el capital del BID– y que ya se discute desde hace rato. De hecho, el presidente del BID, Mauricio Claver-Carone, le llevó esa idea a Donald Trump cuando hizo campaña para conseguir el puesto que le ganó a Gustavo Béliz, y que ahora puede llegar a perder por el escándalo ético en el que quedó involucrado. Y un grupo de senadores republicanos –entre ellos, Bob Menendez y Marco Rubio, de origen cubano y aliados de Claver-Carone– ya presentó en marzo de este año un proyecto de ley para ampliar el capital del BID.
El proyecto aumentaría los préstamos anuales del BID a 20.000 millones de dólares y “fortalecería su capacidad para liderar los esfuerzos de recuperación financiera en América Latina y el Caribe”, indicaron los senadores. Una vez más: el plan no es que el gobierno norteamericano haga las inversiones, sino ofrecerle fondos a las empresas de Estados Unidos a través del brazo privado del BID, el BID Invest, para que ellas inviertan en la región.
“Estados Unidos está listo para poner nuestro nuevo capital en el brazo de préstamos al sector privado del banco, el BID Invest, para ayudar a catalizar el flujo crítico de capital privado a la región, especialmente a startups, conectividad digital, energías renovables y salud”, indicó Biden en su discurso. Biden no le puso un número a sus intenciones.
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