Así es Mar-a-Lago, el refugio de Trump en Palm Beach donde conforma su gabinete: conflictos con vecinos, allanamientos y arrestos de sospechosos
Con 20.000 metros cuadrados emplazados en más de seis hectáreas, esta propiedad del magnate neoyorquino rompió con la tradición de las élites de Florida
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Mar-a-Lago, la imponente propiedad situada en Palm Beach, Florida, se convirtió en uno de los lugares más emblemáticos y polémicos relacionados con Donald Trump. Adquirida por el presidente electo en 1985, esta mansión de casi 20.000 metros cuadrados es mucho más que una residencia: se transformó en un centro neurálgico de sus decisiones políticas.
En este lugar, Trump reunió a su gabinete, discutió estrategias y, en ocasiones, enfrentó conflictos legales y públicos. La propiedad no solo fue escenario de eventos privados, sino también de tensiones con los residentes de la zona, situaciones judiciales complicadas y controversias relacionadas con su tiempo en la Casa Blanca.
La compra de Mar-a-Lago y la ruptura de la sociedad de Palm Beach
La compra de Mar-a-Lago en 1985 marcó un punto de inflexión en la historia de Palm Beach, un enclave exclusivo de la alta sociedad estadounidense. Donald Trump adquirió la mansión de 6,88 hectáreas, que pertenecía a la socialité Dina Merrill y a su madre, Marjorie Merriweather Post, por menos de US$8 millones, un precio sorprendentemente bajo para una propiedad de tal magnitud.
Este negocio no solo desafió las expectativas del mercado inmobiliario de la zona, sino que también desató el rechazo de la comunidad, que veía a Trump como un intruso en su mundo cerrado y elitista.
Desde el principio, la relación de Trump con la élite de Palm Beach fue tensa. Mientras que los residentes más antiguos del lugar, como Whitney Tower Jr., intentaron evitar cualquier contacto con él, el magnate continuaba con sus planes para transformar Mar-a-Lago en un centro privado.
Sin embargo, a principios de los años 90, Trump enfrentaba dificultades financieras graves. A pesar de estar profundamente endeudado, ideó una estrategia para salvar su inversión: propuso subdividir los terrenos de Mar-a-Lago y construir mansiones, un proyecto que desató una ola de oposición, en especial por parte del Preservation Society de Palm Beach, que temía que el inmueble histórico fuera destruido.
La respuesta del consejo de Palm Beach fue tajante: rechazaron por unanimidad la propuesta de Trump. Sin embargo, en lugar de ceder, el neoyorquino adoptó una postura más agresiva y amenazó con demandar al municipio por US$50 millones. Tras años de disputas, el magnate cambió su enfoque y, en lugar de destruir la propiedad, la convirtió en un club privado exclusivo, pero accesible para todos. Esto rompió con las estrictas reglas de lugares similares más tradicionales, que no admitían a personas de diferentes orígenes étnicos o religiosos, incluidos los judíos y afroamericanos.
Finalmente, el movimiento de Trump fue exitoso: Mar-a-Lago se transformó en uno de los clubes privados más reconocidos, con una membresía que incluía a figuras como Steven Spielberg, Henry Kissinger y Elizabeth Taylor.
Aunque su inicial desafío a las normas de la comunidad fue visto por muchos como un acto de provocación, el expresidente logró su objetivo: no solo salvó su inversión, sino que también remodeló la estructura social de Palm Beach, lo que abrió las puertas de la élite local a una nueva generación y cambió para siempre la cultura de los clubes privados en la zona.
Trump y el fin del pleito por los sobrevuelos en Mar-a-Lago
Tras dos décadas de disputas legales con el aeropuerto de Palm Beach, Donald Trump logró en 2016 lo que no consiguió en los tribunales: el Servicio Secreto prohibió los vuelos sobre su mansión Mar-a-Lago, ubicada a solo cuatro kilómetros de las pistas de aterrizaje. Esta medida, tomada por razones de seguridad, puso fin a una de las demandas más emblemáticas del presidente electo, quien había solicitado la interrupción de las actividades y una compensación de US$100 millones por el ruido y la contaminación generados sobre su propiedad.
El conflicto comenzó cuando Trump adquirió Mar-a-Lago. Desde entonces, el magnate de bienes raíces acusó al aeropuerto de concentrar el tráfico aéreo sobre su mansión, lo que creó un ambiente que dejó de ser el tranquilo refugio que había imaginado.
El desenlace del conflicto no solo marcó el cierre de un capítulo judicial, sino también el inicio de una nueva etapa para Mar-a-Lago, que a partir de enero de 2017 se convirtió en la residencia de descanso del presidente de Estados Unidos.
Impacto de las visitas de Trump en los negocios y residentes de Palm Beach
Las visitas frecuentes de Donald Trump a su mansión Mar-a-Lago generaron una creciente frustración entre los residentes y empresarios de Palm Beach, quienes sufrieron las consecuencias de las estrictas medidas de seguridad. Desde que Trump asumió su primera presidencia, los cierres en el Aeropuerto del condado en Lantana se volvieron recurrentes.
A medida que las visitas del presidente se prolongaron, los residentes de Palm Beach, una comunidad conocida por su lujo y privacidad, se vieron cada vez más molestos por las interrupciones en su vida cotidiana. Los cierres de carreteras principales, el ruido constante de helicópteros y los altos costos de seguridad pusieron al lugar en pie de guerra.
En una reunión del consejo municipal celebrada por aquel entonces, algunos residentes pidieron bloquear la construcción de una pista de aterrizaje para el helicóptero presidencial, temiendo que la presencia de aeronaves militares pesadas interrumpiera aún más la paz de su entorno.
Los negocios locales también sintieron el impacto. En ese momento, las ventas en el distrito comercial de Palm Beach cayeron debido a los cierres de calles y las restricciones de acceso durante los fines de semana.
Allanamientos en Mar-a-Lago para la recuperación de documentos clasificados
El allanamiento en Mar-a-Lago, llevado a cabo por el FBI el 8 de agosto de 2022, se centró en la recuperación de documentos clasificados que el expresidente Donald Trump presuntamente retuvo indebidamente tras dejar el cargo. La orden de registro fue autorizada por el juez federal Bruce Reinhart y se ejecutó después de meses de negociaciones infructuosas entre los Archivos Nacionales y el equipo legal de Trump. En el operativo, el FBI incautó más de 100 documentos clasificados, incluyendo 18 marcados como “top secret,” 54 como “secret” y 31 como “confidential”.
El Departamento de Justicia argumentó que los materiales incautados contenían información relacionada con las capacidades nucleares y de defensa de Estados Unidos, así como con estrategias de inteligencia en el extranjero, detalles que no debían estar fuera de entornos de alta seguridad.
En los meses siguientes, el Departamento de Justicia designó a un fiscal especial, Jack Smith, para liderar la investigación y evaluar si Trump podría enfrentar cargos penales. La investigación se ha centrado en determinar si el empresario violó leyes federales, como la Ley de Espionaje, que regula la retención no autorizada de información de seguridad nacional, y en evaluar si obstruyó los esfuerzos del gobierno para recuperar estos documentos.
En junio de 2023, Trump fue formalmente acusado en 37 cargos federales, incluidos delitos de retención de documentos clasificados y obstrucción a la justicia. Así, se convirtió en el primer expresidente en enfrentar acusaciones criminales de esta naturaleza en la historia de Estados Unidos.
Intentos de intrusión en Mar-a-Lago
Zijie Li, un residente de Los Ángeles de 39 años, fue arrestado a principios de noviembre por intentar ingresar a Mar-a-Lago. El hombre, quien vive en California con una visa de estudiante, fue detenido en la entrada del club luego de llegar en un Uber.
A pesar de haber sido dado de alta de un hospital psiquiátrico poco antes de su detención, Li ya tenía antecedentes de haber violado una orden judicial que le prohibía acercarse al lugar debido a sus interacciones previas con el Servicio Secreto.
Li ya había sido arrestado anteriormente en dos ocasiones por intentar ingresar a Mar-a-Lago, uno de los lugares más protegidos del país. En uno de estos incidentes, el hombre alegó tener información que vincularía a China con el atentado contra Trump en Pensilvania, pero fue apartado por los agentes. Posteriormente, el arresto se resolvió con una fianza, aunque con la condición de que se mantuviera alejado de la propiedad.
Sin embargo, el reciente incidente, donde se acercó a una vecina de Mar-a-Lago preguntándole si podía entrar al club, llevó a las autoridades a llevarlo de nuevo al hospital psiquiátrico para observación, antes de ser detenido nuevamente y enfrentar cargos de allanamiento.
Este arresto se suma a una serie de incidentes de seguridad en Mar-a-Lago durante el mandato presidencial de Trump. Desde 2019, se produjeron varios intentos de intrusión. En una oportunidad, en agosto de 2020, tres adolescentes que huían de la policía trataron de saltar un muro del club, sin saber exactamente dónde se encontraban.
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