Arranca la carrera por la Casa Blanca: Iowa vuelve a marcar el rumbo de las primarias de los republicanos
Donald Trump, Nikki Haley y Ron DeSantis van por un resultado que le de impulso a sus candidaturas; es el caucus más frío de la historia por una histórica ola polar
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WASHINGTON.- Una de las críticas comunes a la maratónica carrera presidencial de Estados Unidos –una cadena de citas electorales que arranca con las primarias y termina con la elección general, el primer martes de noviembre– es la enorme influencia que tiene el caucus de Iowa, un estado rural, pequeño, evangélico y predominantemente blanco. El resultado de esa peculiar elección puede catapultar o sepultar una campaña. Iowa volvía jugar ese papel anoche, al abrir la pelea que definirá quién será el rival del Partido Republicano que enfrentará al presidente Joe Biden.
Las incógnitas por develar en el caucus de Iowa eran pocas: ¿Ganará, tal como anticipaban todas las encuestas, Donald Trump? ¿Cuál será la diferencia respecto del resto? ¿Y quién quedará en segundo lugar, Nikki Haley o Ron DeSantis? Las respuestas a estas incógnitas repercutirán en la siguiente cita: la primaria de New Hampshire, el próximo martes.
Y esas respuestas se definían anoche, en una Iowa oscura y congelada, el punto de partida de la carrera a la Casa Blanca y, este año, de la pelea por la candidatura presidencial del Partido Republicano. El gran favorito, aparente líder indiscutido del Grand Old Party de Abraham Lincoln, es Donald Trump. Confiado como nunca, Trump se mostró antes de la votación seguro de una victoria que le inyecte vértigo a su campaña y le abra camino a su retorno a la Casa Blanca.
“Vamos a tener una tremenda noche esta noche, la gente es fantástica y nunca he visto un espíritu como el que tienen”, dijo Trump a la prensa, al salir de su hotel en Des Moines, capital de Iowa, este lunes, feriado en Estados Unidos por la conmemoración del natalicio de Martin Luther King.
La última encuesta del periódico local Des Moines Register y la cadena NBC, difundida este fin de semana, había confirmado en la antesala de los comicios el liderazgo supremo de Trump, quien registró un respaldo del 48%; en segundo lugar quedó Haley, con un 20%, y en tercero, DeSantis, con el 16 por ciento.
Al ser la primera cita electoral del año, el caucus de Iowa atrajo, una vez más, una atención única. No solo importa el resultado, desde ya, aun si Trump gana y confirma su condición de favorito, sino también cómo queda cada candidato respecto de la expectativa que generó en la previa a la votación. En la antesala a la elección, Trump ha liderado todas las encuestas por un amplio margen, y una victoria más ajustada de lo previsto amenazaba con dejarlo más vulnerable ante sus rivales. Haley, exembajadora ante las Naciones Unidas durante la presidencia de Trump, saltó al segundo lugar en los sondeos en las últimas semanas. Un eventual tercer lugar le quitará impulso a su candidatura. Durante meses, DeSantis se mostró seguro de ganar en Iowa. Nada sugiere que saldrá primero, y si, por el contrario, queda detrás de Haley, su campaña quedará en terapia intensiva.
Con ese juego de expectativas en mente, Trump, Haley y DeSantis y sus campañas buscaron calibrar sus narrativas hasta el último minuto, y alentar la participación de la gente en la recta final en el caucus más frío de la historia: la sensación térmica se acercó a los -40º grados. Los tres principales candidatos de la interna republicana esperaban anoche los resultados en Des Moines, la capital estatal, luego de saltar de evento en evento –muchos fueron cancelados por las inclemencias climáticas– durante las últimas horas antes del inicio de las asambleas, que comenzaron a las 7 de la tarde, hora local.
Para Trump y el resto de los candidatos, la participación fue crucial. El formato del caucus, una excentricidad del proceso electoral norteamericano, requiere un compromiso político singular, y, sobre todo, de bastante tiempo. Los votantes deben concurrir a alguno de los 1657 sitios donde se realizan las asambleas –escuelas, iglesias, estaciones de bomberos, oficinas del correo, complejos deportivos, gimnasios– a votar, y, a diferencia de una votación primaria tradicional, deben hacerlo cuando ya es de noche, recién a partir de las 7 de la tarde. La gente además no vota enseguida. No hay cuarto oscuro o casilla de votación, ni tampoco una boleta. Algunos sitios tienen papeletas con los nombres de los candidatos impresos, pero, típicamente, la gente vota escribiendo el nombre de su candidato en un papel. A eso se suma que hay pasos burocráticos típicos de una asamblea, y discursos y conversaciones de último momento para intentar volcar las preferencias.
Si Haley logra efectivamente hacerse del segundo lugar, el establishment republicano y el ala moderada del Grand Old Party se encolumnará rápidamente detrás de su candidatura en un último intento por arrebatarle el liderazgo del partido de Abraham Lincoln a Donald Trump.