La actriz protagoniza y produce Desafiantes, la nueva película de Luca Guadagnino, y será la anfitriona de la gala del Met, el gran acontecimiento de la moda, el mes próximo
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Justo cuando parecía que las estrellas de cine estaban al borde de la extinción, apareció Zendaya. Talento, belleza y, sobre todo, personalidad; la joven actriz marca todos los casilleros de los requerimientos para convertirse en un nombre que no necesita apellido para que todos sepan a quién se refiere.
Claro que en un momento de crisis del concepto, ser una estrella de Hollywood hoy implica otras habilidades. Por ejemplo, la capacidad de constituirse una misma en la imagen que quiere proyectar. En el caso de Zendaya, una combinación letal de glamour al estilo clásico, con cierta accesibilidad. La actriz puede posar como una escultura, vestida por los diseñadores más exclusivos y luego reírse frente a la cámara como una chica cualquiera.
Si hasta ahora Zendaya era una figura en ascenso e ícono de la moda, con el estreno de Desafiantes, que llega a los cines argentinos el próximo jueves, alcanzará uno de los picos de su carrera (aunque, seguro, el más alto todavía esta esperándola en el futuro). La película de Luca Guadagnino no solo le da la oportunidad de lucirse en su primer protagónico y rol adulto; sino que, además, la tiene como productora.
Es decir, la oportunidad estuvo generada por ella misma. Amy Pascal, ex presidenta de Sony y productora de varios éxitos, le envió a la actriz el guión de Justin Kuritzkes, que se centra en un triángulo amoroso entre tres jugadores profesionales de tenis. Fascinada con el material, del que ha dicho que “es de esos guiones que no podés parar de leer”, Zendaya decidió producir y protagonizar la película.
Fue ella quien eligió al director de Llámame por tu nombre (2017) para que esté al frente de la película. Una movida muy inteligente por parte de la actriz, asegurándose que el film estuviera dirigido por alguien que pudiera darle un toque sexy y original, que evitara caer en los clichés estéticos y narrativos del subgénero “película de deportes”. El director italiano se ocupa de que haya un maridaje equilibrado entre los distintos elementos que contiene Desafiantes.
Otro de los grandes aciertos fue la elección de sus coprotagonistas, en la que también estuvo involucrada Zendaya. Por un lado, está Josh O’Connor, más conocido como el joven príncipe Carlos en The Crown, pero también protagonista de films como La quimera, de Alice Rohrwacher, y Emma, de Autumn de Wilde. Por el otro, está Mike Faist, reconocido actor de Broadway y una de las revelaciones de Amor sin barreras, de Steven Spielberg, en el papel de Riff, el líder de los Jets y mejor amigo de Tony.
Estar a cargo de este tipo de decisiones, a los 27 años, no sucedió de la noche a la mañana. Zendaya es joven, pero también es una veterana en el campo del entretenimiento. Se crió en el teatro en el que su madre trabajaba durante el verano, en la zona de Oakland, en California, y actuaba en distintas obras mientras iba al colegio, incluidas algunas de Shakespeare, además de ser parte de un grupo de bailarines de hip hop.
Zendaya empezó a trabajar como modelo y bailando en videos musicales, hasta que en 2010 consiguió el papel de Rocky Blue en la serie de Disney Channel Shake it Up, en la que interpretó a una bailarina de un programa de televisión. El éxito de la serie convirtió a Zendaya, junto con su compañera de elenco Bella Thorne, en celebridades entre los espectadores más jovenes.
En 2012 ambas actrices trabajaron en la película para televisión Frenemies, de Disney Channel. Como estrella del universo Disney, también grabó varias canciones, con sus respectivos videoclips, y en 2013, lanzó su primer disco solista, que lleva su nombre. Luego de otra película para televisión y varios videos musicales, Zendaya estaba lista para su salto al cine.
Y lo hizo a lo grande, interpretando a MJ en Spider-Man: De regreso a casa, la primera película del nuevo Hombre Araña, Tom Holland, quien ya había encarnado al personaje en Capitán América: Civil War, junto con el resto de los Avengers (marcando una nueva sociedad entre Disney, dueña de Marvel, y Sony, que tiene los derechos del universo del Hombre Araña).
“Ni Kevin Feige, ni yo sabíamos quién era -contó Amy Pascal, productora de la película junto con Feige, a Vogue-. No estaba maquillada y estaba vestida como una chica común, y dijimos ‘Oh, Dios, es increíble. Tiene que estar en la película’. Y después nos enteramos de que era una persona totalmente famosa y nos sentimos muy estúpidos”.
Zendaya fue una de las claves del éxito del film y sus secuelas. Las películas le permitieron mostrar que podía llevar el peso de un personaje que el espectador probablemente ya conoce y darle una vuelta de tuerca para adaptarlo a la época y al tipo de película (que combina el género de superhéroes con el coming of age).
La fama de la actriz se acrecentó gracias al talento que demostró en cámara, pero también al interés que despertó en la prensa y los fans su noviazgo con Holland. Aunque la pareja mantiene su vida privada lejos de los medios, cada aparición que hacen juntos en público se convierte en noticia. De alguna manera, consiguieron que no se sepa demasiado sobre ellos y que la imagen que proyectan sea unánimemente adorada.
Casi como si quisiera contrarrestar la imagen “limpia” de MJ y mostrar su rango actoral, el mismo año que se estrenó la primera de las Spider-Man en las que actuó, Zendaya se convirtió en una de las protagonistas de Euphoria. En la serie creada por Sam Levinson, la actriz interpreta a Rue, una chica queer y adicta en recuperación, que es la narradora de la historia.
La serie de HBO, que despertó numerosas polémicas y asustó a más de un padre con su retrato del sexo y el consumo de drogas de los adolescentes, fue un éxito y lanzó a la fama internacional a varios miembros de su elenco, empezando por Zendaya, que ganó dos Emmys como Mejor Actriz por ese rol, e incluyendo a Sydney Sweeney y Jacob Elordi, otros jóvenes intérpretes que también están construyendo su identidad en Hollywood, cada uno a su estilo. A pesar de la audacia de Euphoria, la actriz no había tenido ningún papel que no fuera de adolescente hasta su trabajo en Desafiantes como Tashi, una tenista brillante cuya carrera queda trunca por una lesión.
“Siempre estoy en una secundaria en algún lado. Y, tengan en cuenta, que nunca fui a la secundaria -dijo Zendaya a Vogue, aludiendo al hecho de que no tuvo la experiencia de ir al colegio, sino que estudió con tutores y dio exámenes libres, mientras trabajaba como actriz-. Fue refrescante. Y también me dio un poco de miedo, porque pensaba, espero convencer a la gente que puedo interpretar a alguien de mi edad, o tal vez un poco más grande, porque tengo amigos que ya tienen hijos”.
La actriz no solo encarna a una persona cercana a los 30, que está casada, es profesional y madre, sino también al mismo personaje cuando era más joven. El rol era un gran desafío por todo esto, además del trabajo físico que implica interpretar a una tenista profesional, para lo cual apeló a su entrenamiento como bailarina, copiando los movimientos de los profesionales que la ayudaron a prepararse para la película. Pero también significó una oportunidad para terminar de demostrar que está comenzando, con mucha potencia, otra etapa de su carrera como actriz.
Algo que también corroboró con su trabajo en las dos películas de Duna, dirigidas por Denis Villeneuve, donde compartió elenco con otros intérpretes que se perfilan como las nuevas estrellas, entre ellos, Timothée Chalamet, Florence Pugh y Austin Butler.
Parte de su revelación como actriz adulta está ligada también a la carga sexual que tiene la película de Guadagnino. Antes de su estreno se especuló en los medios sobre las escenas de sexo que contiene el film, pero la realidad es que más que mostrar, Desafiantes sugiere y coquetea. Lo que sucede es que lo hace de forma tal que resulta muchísimo más audaz y sexy que cualquier película del Hollywood actual (incluyendo varias escenas con desnudez masculina, algo que el cine mainstream suele evitar).
A contramano de los discursos anti-sexualidad en el cine, que muchos jóvenes expresaron en las redes sociales en los últimos tiempos, Zendaya no parece temerle a su representación en la ficción. Claro que como actriz y productora se encargó de que el set fuera un lugar respetuoso y cómodo para los intérpretes, convocando a la coordinadora de intimidad con la que trabajó en Euphoria, Mam Smith.
La carrera de Zendaya parece ser el resultado de decisiones pensadas y, por supuesto, mucho trabajo. El horario laboral de una estrella de cine no se limita al tiempo que pasa en el set; ni siquiera tampoco, a las reuniones y llamadas a las que tiene que prestarle atención como productora. Para ser Zendaya también hay que salir a vender las películas al público, o sea, hacer prensa y apariciones en los lugares indicados.
Desafiantes se iba a estrenar en el festival de Venecia del año pasado, pero su participación fue cancelada por la huelga del sindicato de actores (SAG). Si el film se presentaba allí, Zendaya no iba a poder caminar por la alfombra roja, ni dar entrevistas, lo cual es fundamental para que se hable de la película en los medios.
Sin poder participar de festivales, la actriz asistió a varios partidos de tenis de distintos campeonatos, en los que fue fotografiada, incluido el US Open. Incluso, el mes pasado causó sensación en uno de los partidos de Indian Wells, al que fue con Tom Holland, vestida casi lista para jugar. Las fotos y un video en el que la pareja canta un tema de Whitney Houston que se escucha por el altoparlante, fueron acompañadas en los medios por el comentario de que la actriz interpreta a una tenista en su nueva película. Lo que se dice una estrategia de prensa perfecta.
Como también lo fueron los looks inspirados por el tenis que Zendaya eligió para la gira de prensa y los estrenos de la película en distintas partes del mundo. La actriz, que trabajó como modelo y tiene el tipo de figura que tradicionalmente favorecen los diseñadores, entiende que la moda es esencial en la construcción de una estrella de cine. Por eso, desde muy chica, trabaja con un estilista, Law Roach, quien se define como “arquitecto de imagen”.
La sociedad entre Zendaya y Roach fue clave para convertir a la actriz en un ícono de la moda. Es una de las caras de Lancome y embajadora de marcas como Louis Vuitton, Tommy Hilfiger y Valentino. Protagonizó junto con Anne Hathaway un lujoso corto publicitario para Bulgari, otra de las grandes firmas que representa, dirigido por Paolo Sorrentino. Este mes, está en la portada de Vogue Estados Unidos y de Vogue Reino Unido, con dos producciones fotográficas distintas, a cargo de gigantes de la profesión como Annie Leibovitz y Carlijn Jacobs. Traduciendo el mundo de la moda al del cine, eso sería como ganarse dos Oscar al mismo tiempo.
De hecho, el mes próximo será una de las anfitrionas del evento de la moda que equivale a los Oscar, la gala del Met (Museo Metropolitano de Nueva York). Junto con Jennifer Lopez, Bad Bunny, Chris Hemsworth y, por supuesto, la editora de Vogue EE.UU., Anna Wintour, la actriz será una de las organizadoras de esta exclusiva fiesta para recaudar fondos para el Costume Institute del museo, cuyo tema será “El jardín del tiempo”, inspirado por un cuento de J.G. Ballard. La actriz mantiene en absoluto secreto quién seré el diseñador que la vista para la gala.
Es un largo camino el recorrido por Zendaya, desde el teatro, los comerciales y el Disney Channel, hasta el lugar que ocupa hoy en la industria del cine y de la moda. Pero el que queda por delante abre una serie de posibilidades que entusiasman a quienes siguen su carrera. Por ejemplo, su deseo de dirigir, que no parece tan lejano; especialmente después de que Denis Villeneuve le dijera a Spielberg, en una entrevista pública, que de todo el elenco de Duna, la actriz era a la que más veía como posible directora.
Esa ambición también es parte de lo que hace de Zendaya una estrella de cine del siglo XXI. Una mujer con talento actoral, con capacidad para ser productora y hacer de la moda su aliada para llegar a un público, que igual la considera como una chica común. Entre lo común y extraordinario, ahí está el inasible punto justo para convertirse en una estrella. Parece imposible, excepto para Zendaya.
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