
Wullich, en la línea de fuego
Hiperactivo: el periodista conduce cuatro programas de cable, entre ellos, "Línea de fuego", un atractivo talk show.
La conducción de cuatro programas de cable hace de Martín Wullich uno de los más activos y expuestos profesionales del medio. Aunque la gente puede referenciarlo como la voz que en FM Horizonte anuncia el comienzo de cada hora desde hace once años, "Línea de fuego", el atípico talk show que conduce a medianoche por "El canal de la mujer", le pone rostro a la voz conocida.
El magazine "MWTV" (los viernes, a las 21), "Tiempo de hobbys" (los domingos, a las 12) y "La tentación del objeto" (lunes, a las 22.30) completan la presencia en pantalla de Wullich, que pueden seguir los abonados de VCC y Multicanal.
"MWTV" es la única producción independiente de Wullich y en el ciclo se da el gusto de entrevistar a personajes talentosos y poco conocidos. En cambio, "La tentación del objeto" se refiere a esas cosas que, independientemente de su utilidad, dan ganas de tener por su diseño. "Línea de fuego" se diferencia de ellos porque va en vivo, particularidad que para Wullich es "lo mejor de la televisión".
Con la estructura de un programa de radio, "Línea de fuego" se arma con las llamadas del público, que cuenta sus vivencias, muchas veces íntimas.
-¿En qué se diferencia su programa de otros con la misma estructura?
-Nosotros elegimos el tema y sobre eso gira el programa. No soy un analista ni un comunicador, soy un cazador de historias, eso es lo que me propuse desde el principio. Lo que hago es comparar historias de vida. Pregunto, indago, ahondo sobre la historia, pero jamás la critico, ni aconsejo, ni analizo. Sólo doy el pie para que la gente siga contando. Soy un convencido de que no se puede conocer una historia en 3 o 5 minutos. Mucho menos podés aconsejar a alguien por lo que conocés de ese momento particular. Si hacer justicia es un tema difícil, mucho más lo es aconsejar a alguien al que no le viste la cara. Hay gente que pregunta: ¿a vos qué te parece? Y yo le doy vuelta la cosa y le pregunto: ¿qué te parece a vos? Otro: ¿actué mal o bien? Y le digo: ¿Y vos qué pensás?
-Esas preguntas son típicas de un analista.
-Supongamos que sí... en mi vida nunca hice análisis. Es pura intuición. Y me causa gracia mucha gente que dice que mi actitud es la del analista, anotando en un block... pero yo ni siquiera sé cómo actúan, me da más curiosidad que necesidad. Creo que el gran secreto es que la gente se lanza a contar cosas de absoluta intimidad porque sabe perfectamente que nadie la va a criticar, ni enjuiciar, ni va a decir si está bien o mal. Recibo con la misma cara la historia que puede parecer más siniestra que la más cotidiana, a veces con un dejo de sorpresa, por algo que quizá no imaginaba, a veces con cierta amargura, depende de la historia.
-¿Qué creés que busca la gente al llamar?
-Creo que lo que sirve acá, y esto lo puedo palpar a través del programa, es que haya alguien que escuche. Hay gente que está muy sola, que no puede contar sus cosas a nadie, que no tiene un solo amigo del corazón, del alma.
-¿Qué consignas convocan más a los espectadores?
-Es difícil medirlo. Es más fácil la relación entre las edades y los temas, algunos dan para que llame más gente grande, y otros gente muy joven. Creo que la persona más chica que habló tenía 10 años, y la más grande, 78. No hay segmentación ni por edad, ni por sexo, ni por religión, ni por clase social.
-¿Cómo mantenés el ritmo del programa?
-Hay un promedio de ochenta, cien llamadas por noche. Sé que no podré hablar más que con ocho o diez personas, pero eso depende mucho de la consigna. Los temas más livianos permiten que mucha más gente se comunique. En cambio, hay historias que necesitan diez, quince minutos, para poder aprehender la situación.
-Tu última experiencia en un canal de aire fue en una comedia. ¿Volverías a actuar?
-Empecé en televisión hace once años, haciendo de notero en un programa que Jorge Guinzburg conducía en ATC, que se llamaba "Encuentros con gente de sábado". Cuando Jorge me llamó para hacer "No todo es noticia", junto a Luisina Brando y Hugo Arana, me aseguró que haría de "conductor de un noticiero", y como era hacer de mí mismo, acepté. ¡Pero al cuarto capítulo ya tenía un romance, competía, era el malo, era terrible! Fue una linda experiencia, me dio ganas de estudiar, pero terminé descartándolo por el momento